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Psicologia


Enviado por   •  14 de Febrero de 2012  •  1.066 Palabras (5 Páginas)  •  428 Visitas

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En vista de las nuevos logros de convivencia social (al menos en mi país, Argentina), quiero hacerme la idea que el siglo XXI nos trae una nueva forma de organización social. Algo tan revolucionario como esperado, al menos desde mi forma de ver y comprender las cosas.

La posibilidad del matrimonio igualitario trae consigo una nueva forma de familia. Adopción de un niño de dos personas del mismo sexo, que como tales, educarán al pequeño infante y lo verán crecer a la luz de un proceso revolucionario del que quizá poco sepan que participan, como padres, formando un nuevo ser social. Tal vez y con suerte, bastante menos prejuicioso que sus pares "normales".

Estos "nuevos seres sociales" no son conejillo de indias de una sociedad perversa. Son seres humanos que experimentarán una nueva forma de organización familiar, en donde los dos padres tendrán el mismo sexo. Este niño será criado en una familia distinta, según la representación social "contemporánea". No puedo hacer referencia a una "representación social actual" de familia, no sería correcto hoy día.

Más allá de que a lo largo de la historia hubo diferentes tipos de organizaciones familiares, en algunas partes del mundo hasta existen sociedades matriarcales. Aun así, me refiero a familias disfuncionales, padres separados, divorciados, con hijos de otra/s pareja/s, padres ausentes y demás. Por tanto sería hartamente incorrecto decir: "esta es la representación social concreta y única de familia". Digamos que hay una lábil convención de "papá, mamá y el hijito". Pongamos eso por familia, por ahora.

Hace no mucho tiempo el padre proveía lo necesario a la familia, él solo alimentaba y daba hogar a su grupo familiar, la mujer se quedaba en casa y el nene jugaba. Entrado el siglo XX eso era insostenible (revolución industrial y guerras mediantes), ahora era necesario además que la mujer (liberación femenina mediante) trabaje para mantener la familia de la misma forma que lo hacían antes. Eso fue toda una revolución, tal vez no tan percibida como un ataque a la familia. La mujer salió de la casa a hacer lo que tenía que (¿y quería?) hacer, y punto. Claro, en ese momento la preocupación era otra, en ese momento de "excelsa masculinidad" la mujer debía estar a los pies del "hombre de la casa".

[—¿Qué hace una mujer fuera de la cocina?

Está perdida.]

Ahora el ataque a la familia viene desde otro lado. Mejor: desde dos lados. Por un lado se ve afectada nuevamente la masculinidad fértil del padre y por el otro la maternidad única de la mujer (queda claro que me refiero a parejas heterosexuales)

Vamos por partes. El padre murió a mitad del siglo XX, pues la fertilización in vitro hoy es tan cotidiana como conseguir el esperma directamente del envase (valga la vulgaridad de la expresión).

Ese hombre robusto, macho y fértil es reemplazado por obra y magia de las investigaciones y procedimientos hechos por otros hombres. Es decir, la medicina mató al padre. Cualquier madre soltera puede tener un hijo, basta una visita al banco de esperma. Bueno, en realidad hay todo un procedimiento, después de todo a los bebés no los trae la cigüeña.

Por tanto se puede quitar al padre de la ecuación.

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