¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?
cecigatica6 de Enero de 2013
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Foucault, Michel. Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, Paidós, 1999. pp. 335-352
¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?
“What is Enligthenment?” (“Qu’est-ce que les Lumières?”), en Rabinow (P.) (comp.), The Foucault Reader, Nueva York, Pantheon Books, 1984, págs. 32-50. Con el mismo título, “Qu’est-ce que les Lumières?”, se publica un extracto del curso celebrado en el Colegio de Francia, a partir del 5 de enero de 1983.
En nuestros días, cuando un periódico plantea una cuestión a sus lectores, es para solicitarles su parecer sobre un tema del que cada uno ya tiene su opinión: no hay riesgo de que se aprenda gran cosa. En el siglo XVIII se prefería interrogar al público sobre proble¬mas de los que precisamente aún no había respuesta. No sé si era más difícil; era más divertido.
De acuerdo con esta costumbre, una revista alemana, la Berlinis¬che Monatsschrift, publicó en diciembre de 1784 una respuesta a la pregunta: Was ist Aufklärung?a, y esta respuesta era de Kant.
Texto menor, quizá. Pero me parece que con él entra discreta¬mente en la historia del pensamiento una cuestión a la que la fi¬losofía moderna no ha sido capaz de responder, pero de la que nun¬ca se ha conseguido desprender, y bajo formas diversas hace ahora dos siglos que la repite. De Hegel a Horckheimer o a Habermas, pa¬sando por Nietzsche o Max Weber no hay apenas filosofía que, di¬recta o indirectamente, no se haya confrontado con esta misma cues¬tión: ¿cuál es, pues, este acontecimiento que se llama la Aufklärung y que ha determinado, al menos en parte, lo que hoy en día somos, lo que pensamos y lo que hacemos? Imaginemos que la Berlinische Monatsschrift existiera todavía en nuestros días y que planteara a sus lectores la pregunta: “¿Qué es la filosofía moderna?”. Tal vez se le podría responder en eco: la filosofía moderna es la que intenta responder a la cuestión lanzada, hace dos siglos, con tanta imprudencia: Was ist Aufklärung?
Detengámonos algunos instantes sobre este texto de Kant. Por varias razones, merece retener la atención.
1. Moses Mendelssohn acababa también de responder a idéntica cuestión en el mismo periódico dos meses antes, pero Kant no co¬nocía este texto cuando redactó el suyo. Ciertamente no data de este momento el encuentro del movimiento filosófico alemán con los nuevos desarrollos de la cultura judía. Hacía ya una treintena de años que Mendelssohn se encontraba en esta encrucijada, en com¬pañía de Lessing. Sin embargo, hasta entonces se había tratado de otorgar derecho de ciudadanía a la cultura judía en el pensamiento alemán —lo que Lessing había intentado hacer en Die Judenb o in¬cluso de poner de manifiesto problemas comunes al pensamiento judío y a la filosofía alemana: es lo que Mendelsshon había hecho en las Phädon oder über die Unsterblichkeit der Seelec. Con los dos textos aparecidos en la Berlinische Monatsschrift, la Aufklärung ale¬mana y la Haskala judía reconocen que pertenecen a la misma his¬toria; buscan determinar de qué proceso común brotan, y ésa era quizás una manera de anunciar un destino común que ya sabemos. a qué drama iba a conducir.
2. Pero hay más. Tanto en sí mismo, como en el interior de la tradición cristiana, este texto plantea un problema nuevo.
Ciertamente, no es ésta la primera vez que el pensamiento filo¬sófico busca reflexionar sobre su propio presente. Pero, esquemáticamente, se puede decir que esta reflexión había adoptado hasta en¬tonces tres formas principales:
—Se puede representar el presente como perteneciente a cierta época del mundo, distinta de las otras por algunos caracteres pro¬pios, o separado de las restantes por algún acontecimiento dramá¬tico. Así, en el Político de Platón los interlocutores reconocen que pertenecen a una de esas revoluciones del mundo en las que éste se vuelve del revés, con todas las consecuencias negativas que esto puede tener.
—También se puede interrogar al presente para intentar desci¬frar en él los signos anunciadores de un acontecimiento próximo. Ahí se da el principio de cierta hermenéutica histórica de la que Agustín podría ofrecer un ejemplo.
—Se puede igualmente analizar el presente como un punto de transición hacia la aurora de un mundo nuevo. Esto es lo que des¬cribe Vico en el último capítulo de los Principios de una ciencia nue¬va en torno a la naturaleza común de las nacionesd; lo que él ve “hoy en día”, es “expandirse la más completa civilización entre los pue¬blos sometidos en su mayoría a algunos grandes monarcas”, y tam¬bién “Europa radiante por una incomparable civilización”, en la que finalmente abundan “todos los bienes que componen la felici¬dad de la vida humana”.
Ahora bien, la manera en la que Kant plantea la cuestión de la Aufklärung es totalmente diferente: ni una época del mundo a la que se pertenece, ni un acontecimiento del que se perciben los signos, ni la aurora de una plena culminación. Kant define la Aufklärung de un modo casi completamente negativo, como una Ausgang, una “salida”, un “desenlace”. En sus otros textos sobre la historia, lo que sucede es que Kant plantea cuestiones de origen o define la fi¬nalidad interior de un proceso histórico. En el texto sobre la Aufklärung, la cuestión concierne a la pura actualidad. No busca com¬prender el presente a partir de una totalidad o de una acabamiento futuro, busca una diferencia. ¿Qué diferencia introduce el hoy con relación al ayer?
3. No entraré en el detalle del texto que no es siempre muy cla¬ro, a pesar de su brevedad. Simplemente quisiera retener de él tres o cuatro rasgos que me parecen importantes para comprender cómo Kant ha planteado la cuestión filosófica del presente.
Kant indica inmediatamente que esta “salida” que caracteriza la Aufklärung es un proceso que nos saca del estado de “minoría de edad” y por “minoría de edad” entiende cierto estado de nuestra vo¬luntad que nos hace aceptar la autoridad de algún otro para condu¬cirnos en los dominios en los que es conveniente hacer uso de la ra¬zón. Kant da tres ejemplos: estamos en estado de minoría de edad cuando un libro reemplaza nuestro entendimiento, cuando un di¬rector espiritual ocupa el lugar de nuestra conciencia, cuando un médico decide en vez de nosotros sobre nuestro régimen (señale¬mos de paso que se reconoce fácilmente el registro de las tres críti¬cas, aunque el texto no lo diga explícitamente). En todo caso, la Aufklärung se define por la modificación de la relación preexistente entre la voluntad, la autoridad y el uso de la razón.
Hay que señalar también que esta salida es presentada por Kant de manera bastante ambigua. La caracteriza como un hecho, un proceso que se está desarrollando; pero la presenta también como una tarea y una obligación. Desde el primer párrafo hace notar que el hombre es por sí mismo responsable de su estado de minoría de edad. Es preciso, por tanto, concebir que no podrá salir de él sino mediante un cambio que operará él mismo sobre sí mismo. De un modo significativo, Kant dice que esta Aufklärung tiene una “divi-sa” (Wahlspruch): ahora bien, la divisa es un rasgo distintivo por el que se hace reconocer, y es también una consigna que se da uno a sí mismo y que se propone a los otros. ¿Y cuál es esta consigna? Aude saper, “ten el valor, la audacia de saber”. Por tanto, es necesario considerar que la Aufklärung es a la vez un proceso del que los hom¬bres forman parte colectivamente y un acto de valor que se ha de efectuar personalmente. Ellos son, a la vez, elementos y agentes del mismo proceso. Pueden ser los actores de dicho proceso en la me-dida en que forman parte de él; y éste se produce en la medida en que los hombres deciden ser los actores voluntarios del mismo.
Aquí surge una tercera dificultad en el texto de Kant. Reside en el empleo de la palabra Menschheit. Ya se sabe la importancia de esta palabra en la concepción kantiana de la historia. ¿Hay que comprender que el conjunto de la especie humana está prendido en el proceso de la Aufklärung? Y, en este caso, hay que imaginar que la Aufklärung es un cambio histórico que atañe a la existencia polí¬tica y social de todos los hombres sobre la superficie de la tierra. ¿O hay que comprender que se trata de un cambio que afecta a lo que constituye la humanidad del ser humano? Entonces, la cuestión que se plantea es la de saber lo que es ese cambio. Tampoco aquí la respuesta de Kant está exenta de cierta ambigüedad. En todo caso, bajo trazas simples, es bastante compleja.
Kant define dos condiciones esenciales para que el hombre salga de su minoría de edad. Y estas dos condiciones son a la vez espiri¬tuales e institucionales, éticas y políticas.
La primera de tales condiciones es que se distinga bien lo que de¬pende de la obediencia y lo que depende del uso de la razón. Para caracterizar brevemente el estado de minoría de edad, Kant cita la expresión corriente: “Obedeced, no razonéis”. Tal es, según él, la for¬ma en que se ejercen de ordinario la disciplina militar, el poder po¬lítico y la autoridad religiosa. La humanidad llegará a ser mayor de edad no cuando ya no tenga que obedecer, sino cuando se le diga: “Obedeced, y podréis razonar tanto como queráis”. Hay que seña¬lar que la palabra alemana aquí empleada es räzonieren; dicha pala¬bra, que también se emplea en las Críticas, no se refiere a un uso cualquiera de la razón, sino a un uso de la razón en el que ésta no tiene otro fin que ella misma. Räzonieren es razonar por razonar. Y Kant da ejemplos que son, también en
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