Realismo Aristotelico. ¿Existe una felicidad eterna?

LA FELICIDAD

La gran incógnita de si ¿todos queremos ser felices? Que es dirigida a sus oyentes en “De la Vida Feliz” por San Agustín, se hace cada persona, de alguna manera u otra en el transcurso de su vida en distintas situaciones. Si pretendemos comprender el significado de felicidad, dando una descripción, nos enfrentaremos con una cierta confusión, con un sinfín de dificultades por aclarar.

¿Existe una felicidad eterna?

¿Tenemos derecho a la felicidad?

La felicidad no es solo sentirse bien emocionalmente en el medio en el vivimos. El hombre debe meditar para edificar su vida en respecto a algunos valores. No puede descuidar ni su responsabilidad, ni su libertad frente al deber espontaneo de su acción. Ser feliz significa imaginar que el hombre sea competente de alcanzar un equilibrio que sobrepase sus conflictos y contradicciones. Si el hombre quiere alcanzar la felicidad, siempre debe recordar que la felicidad es el producto de una conquista sobre uno mismo y luego sobre el mundo en el que se debe tener en cuenta las fuerzas naturales pero también a los demás hombres. (Margot, 2007).

Esto mismo lo señala Aristóteles (1098 a): “Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco hace venturoso y feliz un solo día o un poco tiempo”. (p.62)

Lo que nos quiere decir es que la felicidad no es una cuestión puntual, ligada al momento o a la pasión. Por lo contrario, la felicidad requiere del hábito de la virtud durante toda una vida, puesto que, como menciona, “el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud”.

Se trata, de no condicionar la vida humana a la fuerza de las pasiones, a no dejarse llevar por ellas (lo que para Aristóteles sería como dejarse mandar por una ley extraña y ajena al hombre, una sujeción a la heteronomía), y de forjar una “segunda naturaleza”, el hábito guiada por el modelo de la virtud que permita al hombre darse la ley a sí mismo. Para Aristóteles, la felicidad únicamente es propia del hombre que se guía por la virtud y por la filosofía. (Molina 2015)

Esta idea difiere de la que dice Epicuro (1995): “La verdadera felicidad no es placeres en movimiento, sino que es .el placer en reposo, aquél que resulta de la ausencia de deseo y de dolor, o sufrimiento”. (p.62)

Epicuro nos quiere hablar de tres especies de placeres: los que son naturales y necesarios (beber, comer y hacer el amor): hay que satisfacer las exigencias vitales del cuerpo humano; los que son naturales, mas no necesarios (las fantasías culinarias y sexuales y, de forma general, todo lo que depende del desenfreno de los deseos naturales y necesarios). ; y finalmente, la mayoría de los placeres, ni naturales, ni necesarios., que son el producto de opiniones vanas y vacías los deseos sociales: los honores, la riqueza, el poder, la gloria, o la inmortalidad, y que debemos siempre evitar. El epicureísmo es ascetismo que se funda en el rechazo de los placeres vanos, en el culto de la amistad, del arte, de la ciencia, y en el desprecio a la muerte.

Epicuro enseña una felicidad basada en la razón y la voluntad libre. (Molina. 2015)

A continuación Ortiz (1993) dice: “Este orden del mundo es perfectamente racional y la sabiduría consiste en vivir .según la naturaleza.; es decir, según la razón. Para ello, es preciso hacerse dueño de sí mismo y no dedicarse más que a los bienes verdaderos, no temer a la muerte”. (p.63)

Según mi opinión lo que busca decir con esta frase es que el hombre es feliz cuando, gracias al conocimiento racional de un universo de valores y a una voluntad recta, llega a poseer los verdaderos bienes, o cuando logra en su camino, una armonía conforme con esos valores. Esta búsqueda de la felicidad da su sentido a la existencia humana: el sabio es aquél que ha entendido la unidad de la verdad, del bien y de la felicidad. (Molina, 2015)

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