Resumen Antropologia.

“piensa, luego existe” o “piensa, por lo tanto es”: es decir, si una persona puede pensarse a sí misma –autoconsciencia, relación consigo misma–, sabe que ese acto sale de un “yo” que piensa y, por lo tanto, ese “yo” existe. De esta forma, después de una serie de razonamientos que escapan a la profundidad de este documento, concluye que es desde la razón de nuestra mente –poder pensarnos– como podemos estar seguros de la realidad que nos rodea.

En definitiva, la problemática que plantea la pregunta es indagar qué sucede, como se recoge en el texto propuesto, con aquellas personas que no tienen la capacidad de pensarse a sí mismas; y las consecuencias que de ello se derivan. Basta con atender a las definiciones de los filósofos de la Edad Moderna para ver la contradicción que se produce con respecto al planteamiento de Julián Marías en su texto.

Santo Tomás de Aquino continúa en la línea anterior, planteando cómo el individuo, con su sustancia individual, puede establecer relaciones (véanse las relaciones ya descritas en la Trinidad): relaciones que tienen que satisfacer la condición de trascendencia planteada por Boecio, relaciones que tienen que aplicarse entre personas, entre el medio y con lo divino (ya que el ser humano es a imagen y semejanza de Dios).

En definitiva, los autores sustancialistas centran su atención en identificar cuál es la esencia que permite encontrar la especificidad de la persona y, para ello, lo plantean desde una naturaleza trascendente que se desprende de las propias relaciones que tienen las Personas divinas entre sí.

Sin embargo, en la Edad Moderna se produce un giro hacia las formas de relación que establece la persona, principalmente consigo misma. Los filósofos de este período ya no buscan identificar qué es lo más íntimo, lo más profundo, que nos caracteriza; sino que comienzan a definir a la persona en base a cómo ésta se manifiesta, a sus acciones o a su pensamiento. Por ejemplo, Descartes indica que una característica de la persona es que

· Qué diferencia a una persona, como individuo, de otra persona diferente –es decir, qué me puede diferenciar a mí de ustedes, como personas concretas y diferentes que somos-.

Por ello, desde el ámbito de la filosofía las respuestas a las preguntas anteriores generalmente se han agrupado bajo dos tendencias: la sustancialista y la basada en la relación.

Desde la aproximación sustancialista, los filósofos se preguntan cuál puede ser la esencia del ser humano, es decir, cuál es la característica más profunda que permite responder a los interrogantes anteriores. Para ello, buena parte de los autores se apoyan en los debates cristológicos en torno a la Trinidad, donde tres Personas divinas se encuentran en íntima comunicación y relación conformando un único Dios.

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