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Ricoeur, Verdadera Y Falsa Angustia

juveJMR11 de Junio de 2014

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Verdadera Y Falsa Angustia

En este trabajo intentaremos hacer un acercamiento a la visión del pensador francés

Paul Ricoeur, sobre la angustia. Para ello nos valdremos del artículo Fuerza De La Afirmación.

Será el propio autor el que discurra en este artículo dándonos todas las herramientas para

poder ir acercándonos a su pensamiento.

Para empezar, nos propone que para poder alcanzar la verdad sobre un sentimiento,

como en este caso la angustia, hemos de recurrir a la reflexión filosófica, pues hemos de

conocer cualquier sentimiento que pretendamos superar. Y además, nos indica su intención de

despegarse de su tiempo, pues el análisis de una angustia moderna tan solo supondría un

análisis parcial.

En el caso de la angustia, su naturaleza se distingue bastante de la del resto de los

sentimiento, ya que no se refiere a un objeto determinado como en el caso del miedo, sino

que tememos algo inconcreto pero que reconocemos como peligroso para nosotros en

nuestra totalidad1. A causa de esta totalidad, el autor encuentra conveniente que el análisis se

desarrolle siguiendo el “dinamismo interno de la dialéctica de la angustia”, es decir, durante

varios niveles sucesivos que terminaran por acercarnos a lo que él llama la “afirmación

original”.

Se nos plantea que la angustia es puesta de manifiesto por ciertos personajes

discordantes con el pensamiento de su época, por lo que la encontramos como algo ajeno al

pensamiento de una época.

Ya empezado el análisis, el autor detecta que la primera angustia es la que denomina

“Angustia Vital” que se produce por la experiencia que supone el detectar la muerte como

algo cercano a la vida, cuando bien podría no serlo, y aún mas, cuando el hecho de la

posibilidad de la muerte es dado el hecho de vivir.

Hablando absolutamente, la vida podría ser inmortal. Capto la necesidad de

mi muerte empíricamente, por el espectáculo de la muerte de los que viven uno

tras otro. Por eso toda muerte, incluso la más esperada, interviene en la vida como

una interrupción. Mi propia muerte esta flotando ahí abajo. […] Todos los hombres

1 Pensadores como Kierkegaard, Unamuno o Heidegger, coinciden con esa visión de la angustia como

algo inconcreto.

mueren y por tanto yo también […] mi muerte parece estar alimentada por mi

vida.2

P: 281

Además de esto, la muerte me muestra la contingencia de mi existencia, pues el paso

del ser al no ser se produce con una facilidad pasmosa. Esto produce en mí un miedo, miedo a

llegar a no ser, que sin embargo, no es el causante de mi angustia, ya que en mi muerte no

estaré yo, y si estoy yo, aún no está la muerte.

Así, se desmarca la primera afirmación original, quiero vivir. Pero este querer vivir se

da como algo total y simple, no como algo complejo, ya que en palabras del mismo autor “Bajo

la amenaza de lo indeterminado –mi muerte- mi vida se determina como el todo que está

amenazado. Es esa la primera vez que me veo como una totalidad amenazada” (P.: 282.)

Ahora, gracias a la muerte, valoro y deseo la vida en sí. Ahora comprendo ese “todo

amenazado” y lo cargo de valores pues no habría un querer vivir sin una razón para vivir, y por

tanto esta razón para vivir debería trascender la propia vida y debería estar dispuesto a perder

la vida en función de ella. Así, las razones para vivir se convierten a la vez en razones para

morir.

El autor encuentra ahora una segunda angustia, una que nace de mis conflictos

internos y de mis actos de represión contra mí mismo, esta angustia nace de la fragilidad de mi

psiquismo y del miedo que me da mi cara oculta y el hecho de no reconocerme, a esta segunda

angustia Paul Ricoeur la llama “Angustia Psíquica”.

Considera Ricoeur que esta clase de angustia está fuertemente marcada por el

momento histórico, ya que las sociedades más desarrolladas generan suficiente tiempo de ocio

como para que el individuo se vea asaltado por esta clase de angustia. Esto se debe a que ese

tiempo en soledad, permite al hombre concebirse a sí mismo, lo cual da pie esta lucha del

psique, y que tan solo puede ser rectificada, según Ricoeur, por la concepción del individuo de

un nosotros, pasando así la preocupación de un yo a un nosotros.

La angustia psíquica está más marcada por la historia que las demás […]

[haciendo parecer que] el más frágil de todos los psiquismos fuera el del hombre

2 Todos los fragmentos de texto que se han seleccionado han sido extraídos del artículo de Paul Ricoeur

IV. Fuerza de la Afirmación.

civilizado […] [consecuencia del] aburrimiento de la civilización. […]No digo que el

aburrimiento sea la angustia, sino que entrega en manos de la angustia; al crear

zonas de libertad. […] La civilización deja a los seres, por medio del aburrimiento

cada vez menos armados contra los peligros que su psiquismo segrega.

Pp.: 283-284.

Así pues, como ya hemos dicho, el hombre supera esta angustia enmarcando su yo

dentro de un nosotros, el cual genera una nueva clase de angustia, que es la que el autor

denomina como “Angustia Histórica”. Esta nueva angustia se desliga de la visión dialéctica del

mundo, heredada de la filosofía hegeliana, en el cual, todo lo acontecido nos va guiando hacia

un futuro mejor, quedando así justificadas todas las penalidades, y por supuesto también los

gustos, del pasado.

Pero la angustia surge en “este punto concreto de nuestras esperanzas”, ya que en

realidad somos conscientes de cierta ambigüedad histórica, pues lo que nos hace un bien nos

hace a la vez un mal, valga de ejemplo la revolución industrial, que trae un avance que

permitirá un desarrollo sin precedente, pero que acaba con figuras como la de los pequeños

artesanos que pasan a ser obreros en condiciones paupérrimas. Otros ejemplos pueden ser la

energía nuclear, la pólvora… Esto nos hace pensar, en que tal vez, ese nosotros carezca de

sentido y nuestra historia no vaya encaminada a nada. Por último, el autor apunta, que este

nivel de angustia alimenta a los otros también.

De este modo se ensancha el terreno de la angustia a la contingencia del

ser viviente, a la fragilidad del psiquismo se añade la ambigüedad histórica; a la

posibilidad de morir, a la posibilidad de la alienación, se añade la posibilidad del

sin sentido: […] la paz y el aburrimiento de civilización catalizan la angustia

psíquica; la guerra y la destrucción masiva multiplican la angustia de la muerte…

Pp.:287-288

Esta angustia, puede ser superada, en palabras del propio Ricoeur “Elevando el querer

vivir al querer comunitario y social […] renunciando al saber absoluto y acogiendo dentro de sí

las vicisitudes de un destino histórico” (P.:288.), a esto él lo llama “Optimismo trágico” en

cierta manera consiste en aceptar el absurdo de la historia y de olvidarnos del “espíritu” del

que nos hablaba Hegel.

Pero este mal o ambigüedad en la historia, no lo traen los procesos en sí, sino que es

un mal uso de los hombres y los gobiernos lo que lo produce. Es en este momento en el que

me veo a mí como responsable de lo negativo, pero en realidad responsable en tanto que soy

libre de hacer tanto el bien como el mal.

Al ser consciente de mi libertad para actuar noto una nueva angustia, un nuevo nivel

de angustia que el autor asocia con las tradiciones míticas griegas y judaicas y que gusta en

llamar “Angustia de Culpabilidad”. Esta angustia se manifiesta al ser consciente de que puedo

actuar con libertad, no es una conciencia de haber pecado, es la conciencia de saber que

puedo hacerlo, siendo culpable tan solo del “vértigo de la seducción”, pues en el fondo siento

una especie de simpatía antipática hacia ella.

El autor nos habla aquí de Kant, y nos expresa que el alemán entiende que el libre

albedrío, o el Willkür, es a la vez inclinación al mal y orientación al bien “Yo estoy inclinado al

mal y determinado al bien” (P.:291.) pero que si reflexionamos sobre el mal radical y

sobrepasamos los actos puntuales entonces somos capaces de transcender el yo y hallar

redención en la propia angustia mediante el arrepentimiento.

Pero esta nueva reflexión nos hace plantearnos que si no será Dios un malvado, ya que

el mal también existe independientemente de los hombres. Paul Ricoeur nombra a esta

experiencia como “Angustia Metafísica” y nace de la visión de cómo incluso ciertos justos

sufren “el inocente entregado a la desgracia”, en este caso se nos ejemplifica con un pasaje

bíblico sobre Job, que es interrogado por sus amigos con la intención de que confiese que su

desgracia es efecto de algún pecado, pero este niega tal acusación, desligándose que el mal

viene al hombre en forma de desgracia. Y se nos muestra la existencia de un mal anterior que

habría de repercutir en el creador por permitir tal mal.

En el relato de la caída, la serpiente tiene el papel enigmático que

demuestra que el hombre no es

...

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