Paul Ricoeur
lperuiz2 de Diciembre de 2014
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LA INTERPRETACIÓN DE LOS TEXTOS EN PAUL RICŒUR
Me pide Carmen Sofía que, con motivo de la muerte de Paul Ricœur, proponga algunas tesis de Ricœur para su discusión. También estos días algunos colegas me han preguntado por qué es importante Ricœur. Así las cosas he preparado un documento casi copiando y pegando cosas antiguas. Creo que, quizás con algún error de coherencia, presenta de modo condensado el pensamiento de Ricœur. Creo que a los lectores de P&C les interesa lo que copio en la segunda y en la tercera parte, pero me parece difícil entenderlo sin los puntos que apunto en la primera.
1. LA FILOSOFÍA DE PAUL RICŒUR
Afirmar que un resumen de la filosofía de Ricœur es una tarea muy difícil, si no imposible, no es un tópico ni una concesión para poner de manifiesto la amplitud de su pensamiento. Un volumen bibliográfico sobre su obra publicado no hace mucho ocupa más de quinientas páginas , y basta con consultar el índice onomástico de cualquiera de las obras mayores del fenomenólogo francés —La metáfora viva, Tiempo y narración, La memoria, la historia, el olvido, etc.— para darse cuenta de que los autores con los que Ricœur dialoga a la hora de proponer sus propias tesis son tantos que hacen casi imposible un estudio crítico entre Ricœur y sus fuentes. De hecho, muchas veces los estudios sobre un aspecto determinado de la obra de Ricœur, si no son citas del pensador francés, acaban por ser paráfrasis.
A la hora de caracterizar en un trazo a Ricœur habría que hablar, probablemente, de unidad de pensamiento y pluralidad de acción y de intereses. Él mismo ha dicho más de una vez que es imposible negar cierta unidad en su pensamiento, pero, por otra parte, al mirar hacia atrás, piensa que sus obras tienen un carácter discontinuo y fragmentario, pues, en realidad, cada una de ellas nació de cuestiones que no habían sido resueltas en la precedente . La unidad de pensamiento hay que buscarla en lo que podría denominarse una fenomenología hermenéutica que desemboca en la comprensión de sí mismo ; la pluralidad de acción se puede observar más fácilmente en un repaso sumario de algunas etapas de su vida.
a. Los comienzos
Ricœur nace en 1913 y recuerda dos convicciones que recibió de sus profesores de filosofía en su etapa escolar y que después han estado siempre presentes en su tarea filosófica : Una actitud realista ante el mundo —con la consiguiente sospecha hacia la tradición del Cogito— y la compatibilidad entre la fe y la razón. De ambas convicciones, Ricœur deriva una conclusión: Hay una autonomía del pensamiento filosófico, pero esta autonomía no tiene por qué negarle el lugar a Dios y a la revelación como fuentes de verdad y como estímulos del pensamiento. Este contacto primero con la filosofía se enriqueció después en los estudios superiores. De esos años Ricœur recuerda su conocimiento de Jean Narbert y la tradición reflexiva francesa y su contacto con Gabriel Marcel, de quien recibe el método de la “reflexión segunda” que, como indica su misma formulación, consiste en retomar en un segundo momento las experiencias vivas que la reflexión primera, en su objetivación reductiva, podía haber dejado de lado. De esos años también viene su conocimiento de Husserl y su fascinación por la fenomenología descriptiva. Estamos ya a finales de la década de 1930-1940, Ricœur ha acabado los estudios superiores, ha obtenido su plaza de profesor y está preparando su tesis doctoral. Entonces viene la segunda guerra mundial, que el filósofo francés pasa en un campo de concentración donde estudia meticulosamente a Karl Jaspers. Después de la guerra publica dos volúmenes: Karl Jaspers et la philosophie de l’existence (1947, en colaboración con M. Dufrenne) y Gabriel Marcel et Karl Jaspers. Philosophie du mystère et philosophie du paradoxe (1948).
Al repasar estos comienzos en la tarea filosófica, Ricœur descubre tres movimientos que le marcan filosóficamente: La tradición realista de los primeros estudios, la tradición reflexiva francesa que recibe de Narbert y Marcel, y la tradición de la fenomenología de Husserl. Estos tres motores están presentes de una u otra manera en el decurso de sus obras. Por ejemplo, si se examina una de sus obras tardías, Soi-même comme un autre (1990), se descubre enseguida el proceder que gobierna la reflexión. Como se puede deducir del mismo título, esta obra es un trabajo de fenomenología hermenéutica que persigue describir el conocimiento de sí. Ahora bien, la comprensión de sí mismo, dice Ricœur, no se realiza según la intropatía que se sigue de la tradición del Cogito sino que se alcanza a través de rodeos: Los que resultan de marcar la identidad del yo frente al tú, las acciones y afirmaciones entendidas en el marco de los actos de habla, etc. Probablemente, el lugar más privilegiado de esa mediación en la comprensión de nosotros mismos es la narración, pues para entendernos hacemos una especie de narración autobiográfica en la que se hace patente lo que somos al compararlo con lo que podíamos haber sido . De esa manera acaba por reconstruirse la identidad personal que, al fin y al cabo, al ser de acciones, es narrativa . En este breve resumen, queda manifiesta la sustitución del Cogito por una teoría realista que acepta la realidad y la intenta explicar antes que crearla con el pensamiento; en segundo lugar, aunque esto sólo se descubre con claridad en la lectura de la obra, está presente la fineza de análisis del método reflexivo; en tercer lugar, es claro el planteamiento fenomenológico de la cuestión, aunque, a decir verdad, desde una perspectiva en la que la fenomenología recibe una mediación hermenéutica. Pero en este resumen aparecen también elementos novedosos —como el uso de la mediación narrativa— que entran en el universo conceptual de Ricœur unos años más tarde. Son los que tratamos ahora.
b. La madurez
El segundo momento intelectual importante en la obra de Paul Ricœur nace de su tesis sobre la filosofía de la voluntad —Le volontaire et l’involontaire (1950)— y desemboca en los dos volúmenes de 1960 que componen Finitude et culpabilité, 1. L’homme faillible; 2. La symbolique du mal. El problema que se aborda en estos trabajos es el del origen del mal. Con sus estudios, Ricœur quería mostrar que el mal no debía entenderse como una situación implicada por la finitud de un ser condenado a obrar y a sentir, sino que era una contingencia histórica que acontecía en la fragilidad del hombre: la desproporción entre un polo de infinitud y otro de finitud descubría la fragilidad de la mediación humana entre esos extremos. En el primer volumen Ricœur analiza el tema desde la fenomenología, en el segundo lo hace desde las mediaciones simbólicas de los mitos de la caída en el origen, especialmente en los transmitidos por la cultura helénica y por la cultura bíblica. Además, como la expresión simbólica de los mitos es narrativa, se entiende también la congruencia de este análisis del mal, pues la expresión narrativa resulta muy apropiada para explicar la contingencia del mal . Es aquí donde debe situarse su primera definición de hermenéutica ligada a los símbolos entendidos como expresiones de doble sentido en el que el sentido primero guía hacia el segundo .
La década 1960-1970 abre un nuevo periodo en la vida de Ricœur. En esos momentos se adueñan del espacio intelectual algunos filósofos —procedentes del estructuralismo, del marxismo y del existencialismo— que se despreocupan por la cuestión del sentido. Ricœur entra en el debate abierto por estas filosofías con sus estudios sobre Freud —De l’interprétation: Essai sur Freud (1965)— o el estructuralismo. Un conjunto de artículos compendia la dirección del trabajo de esos años: Le conflit des interprétations. Essais d’herméneutique (1969). La preocupación por la cuestión del sentido —o el discurso coherente o la violencia, dirá con Eric Weil — le lleva, en un primer momento, a estudiar el estructuralismo, pero enseguida el estudio lingüístico le conduce a ahondar en las vías abiertas por la filosofía del lenguaje de origen anglosajón. De los trabajos de esta época, los primeros años de la década de los 70, emerge un entramado epistemológico que está presente en las siguientes obras de Ricœur, sobre todo en La Métaphore vive (1975), Temps et récit (1983-1985), Du texte à l’action: Essais d’herméneutique II (1986), e incluso Soi-même comme un autre (1990) y La mémoire, l’histoire, l’oubli (2000). Este entramado se compone de un conjunto de tesis y de nociones que convierten a Ricœur en una referencia del pensamiento contemporáneo. La más relevante es la teoría hermenéutica que se sirve de la noción de texto para solventar la tradicional antinomia entre explicar y comprender como actividades antagónicas, propias de las ciencias de la naturaleza y del espíritu, respectivamente. Por su importancia, lo tratamos ahora con mayor atención.
2. LA HERMENÉUTICA DE PAUL RICŒUR
En la modernidad, la cuestión de la Historia y del método histórico no es independiente de la hermenéutica, al menos desde que Dilthey se propuso establecer una crítica de la razón histórica cuya tarea debía ser la legitimación de las ciencias del espíritu de la misma manera que el método experimental legitimaba las ciencias de la naturaleza. Es sabido que en un primer momento Dilthey pensó que el método de las ciencias del espíritu sería el examen de los hechos de conciencia, y que en un segundo momento descubrió en la hermenéutica de Schleiermacher el punto de apoyo para todo un complejo de principios capaz de dar conexión y certeza a las ciencias del espíritu . También es conocido
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