Sapere Aude, lo que es la ilustración kantiana para un joven no filósofo

Sapere Aude, lo que es la ilustración kantiana para un joven no filósofo.

Este texto propone establecer los pensamientos y reflexiones desarrolladas por un joven estudiante a lo largo del trabajo en filosofía con el texto la ilustración de Kant, y sirve de conclusión a la lectura y postulados que se reconceptualizaron dentro del área y de forma intrapersonal. A modo de comentario base guiará al lector por una serie de argumentos obtenidos de la lectura y que permitirán hacerle entender que todos debemos atrevernos a pensar de manera crítica pero consientes sobre nuestro entorno, incluso los jóvenes, y como en ellos es tan imperante para que comprendan y mejoren el sistema en el que se encuentran viviendo.

En primera instancia hay que establecer que, cómo alguna vez dijo mi profesor de teatro Wolf, todos son filósofos, hasta los niños. Por ello, aunque no me desempeñe como tal, dentro de mí están las cualidades para filosofar, poder atreverme a pensar, pero lastimosamente se han mermado con el paso de los años, tal vez el niño inquieto y preguntón, lleno de cuestionamientos ya se ha ido, y fue reemplazado por una máquina de consumo que solo quiere ver la nueva película, conseguir a la chica de los sueños, y una vida perfecta mediada por lo que digan los más poderosos, o sea, los que controlan los medios.

Kant, más allá de todo, lo que quiere establecer en su texto es una invitación, por ello fue publicado en un periódico, para acceder fácilmente a un pueblo, y la invitación de Kant era a qué nos quitáramos, o al menos aflojáramos un poco las cadenas que nos tienen fuertemente amarrados a los deseos de otro, a su pensamiento, y a hacer lo que les beneficia a ellos. Incluso se evidencia en la fuerte y famosa frase que nos postula, Sapere Aude, está frase latina que traduce atrévete a pensar, pues el atrévete ya es un imperativo, una orden, algo que Kant nos demanda que hagamos, y ¿con qué fin? Pues el de permitir que nos liberemos de un yugo y consigamos una libertad que nos permita posteriormente hacer algo por el mundo, atrevernos a cambiarlo, a ser diferentes y fomentar la ilustración en toda la humanidad y en cualquier época.

Trascenderla, cómo lo hizo el de un momento cercano a la revolución francesa y volverlo una etapa de la vida, una que así como la mayoría de edad, se espera todos logremos. ¿Quién no quiere valerse de su propio entendimiento?

Considero que la razón, aunque no muy existente en la filosofía, la tiene Kant, somos parte de un sistema que nos quiere sumisos, de alguna forma es necesario, somos tantos, y todos tan inteligentes y capaces, que si todos fuéramos un verdadero individuo libre seríamos peligrosos para los otros, incluso para nosotros mismos, en síntesis, lo único que puede destruir a la humanidad es la misma humanidad. Lo que falla en este argumento que acabo de dar es que pensar libremente debe ser también pensar por los otros, de forma ética, por ellos Kant nos planteaba la moral universal, no hacer al otro lo que no quiero que me hagan, y tal vez Kant debió retomarlo en su texto, y así evitar que alguien que se atreviera a pensar pensara en destrucción para los demás (Crelier, 2011). Este comentario es tal vez una crítica, no a Kant ni sus ideas, que al parecer se encuentran bien, sino una crítica antropológica y por ende social, una crítica a la cruel naturaleza humana.

Siempre habrá quien nos quiera ingenuos, cómo niños, mejor dicho en una minoría de edad, pues ellos tal y como unos padres posesivos desean que su hijo esté en casa amarrado a unas normas ya establecidas con una única lógica , la autoridad, te obedezco porque eres mayor. El problema planteado por Kant en este momento es que no solo son ellos los que nos quieren en la minoría de edad, somos nosotros mismos los que deseamos permanecer en ella, porque simplemente es más fácil, más cómodo, no tenemos que hacer el esfuerzo que implica la libertad, dejamos qué otro haga por mí, lo que implica que ese otro dispone de las consecuencias de ésos actos a su gusto, si no actuó bien mi presente entonces mi futuro no será mío, y yo continuaré respetando siempre que ese otro .e diga que hacer, porque es mejor que yo cargar con la pesada responsabilidad de pensar (Kant, 1784).

Por otro lado, estos hombres que nos quieren sumisos también aplican grandes cantidades de miedo, nos quieren temerosos, asustados frente a las consecuencias que vendrían como resultado de nuestras acciones propias. Hacen ver como peligrosas nuestras acciones si pensamos por nosotros mismos y hacen que nos retractemos de cualquier uso independiente de la razón. Pero es ridículo quien deja manipularse de esa manera sin concebir previamente que todo tiene un valor y que probablemente si hayan fracasos inminentes siempre, nones secreto para nadie que para lograr algo primero hay que fallar un poco, no todo se puede alcanzar con total facilidad, debe haber un pequeño costo, debe buscarse encontrar en el

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