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SÓCRATES


Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  Documentos de Investigación  •  3.748 Palabras (15 Páginas)  •  315 Visitas

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SÓCRATES

Hace muchos años; del 470-399 a. C., existió un gran filósofo llamado Sócrates, quien fue condenado a muerte debido al uso y práctica de su razonamiento y filosofía que iba en contra del idealismo de esa época. Sócrates vivió del 470 al 399 A. C. Nació en Atenas, fue hijo de Sofronisco, un escultor, y de Faenarete, partera. Más tarde se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos. Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, en virtud de esta convicción, pasó la mayor parte de su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Entre los rasgos más representativos de Sócrates se encuentra el uso del método denominado “mayéutica”, con el que Sócrates nunca proporcionaba soluciones, sino que se limitaba a hacer preguntas con la idea de que el interlocutor, oportunamente interrogado, descubriese (o diese a luz) la verdad dentro de sí.

Sócrates fue obediente con respecto a las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política. Creía que había recibido una llamada para ejercer la filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la enseñanza y persuadiendo a los atenienses para que hicieran examen de conciencia y se ocuparan de su alma. No dejó testimonios escritos de sus enseñanzas. Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida. En el 399 a.C. fue acusado de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades, una referencia al demonio, o voz interior mística a la que Sócrates aludía a menudo. También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia y se le confundió con los sofistas. En su Apología de Sócrates, Platón recogió lo esencial de la defensa que Sócrates hizo de sí mismo en su propio juicio, y que se basó en una valiente reivindicación de toda su vida. Sus amigos planearon un plan de fuga, pero Sócrates prefirió acatar la ley y murió por ello. Pasó sus últimos días de vida con sus amigos y seguidores, como queda recogido en la obra Fedón de Platón, y durante la noche cumplió su sentencia, bebiendo una copa de cicuta según el procedimiento habitual de ejecución.

Sócrates ha llegado hasta el centro de la Asamblea, espera a que los jueces le den la palabra y se prepara para afrontar las acusaciones que ha recibido anteriormente. Sin embargo, él está tranquilo, porque sabe simplemente que la verdad está dentro de él, y que ninguno de sus acusadores tiene esa ventaja. Sabe, también, que los jueces que se encuentran frente a él son personas críticas e inteligentes, sin embargo, humanas al fin, son fácilmente impresionables e ingenuos ante el arte de la retórica. Pero Sócrates no se dispone a actuar de esa manera. A pesar de que está en peligro de ser condenado a muerte, no intentará en su discurso convencer a los jueces y sabios por medio de engaños. Pretende, por el contrario, abrirles los ojos a la verdad.

Al iniciar su discurso, ya ha comenzado por poner las condiciones necesarias para que su defensa sea comprendida y analizada como es debido. Expresa así el deseo de que se le escuche y se le mire como a un extranjero, con el cual se toman las consideraciones pertinentes para hacer caso omiso de su manera de hablar, si bien solo se atenderá a si lo que él dice es justo o no. Por otra parte, Sócrates pone en manifiesto desde sus primeras palabras el impacto que le han provocado las acusaciones antes mencionadas. De igual manera no desconoce que tiene dos clases de adversarios: los primeros representan el mayor peligro, ya que son los que se han encargado de moldear la opinión que el juzgado tiene desde hace largo tiempo con respecto a él. Los segundos son sus últimos acusadores, aquellos que han formado una serie de calumnias y de mentiras para reforzar las sospechas en su contra. Lo que decide es tratar de probar el error de la primera acusación, hela aquí:

“Sócrates es un impío, por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa y enseña a los demás sus doctrinas.”

Estas palabras, pertenecientes a Melito, uno de los acusadores de Sócrates, en la que se pinta a Sócrates como un charlatán que pretende convertir las ideas malas en buenas e inculcarle además esto a la juventud. ¿Qué impresión habrá causado esta acusación en este último y en el juzgado, respectivamente? Colocándonos un momento en su lugar, lo más probable es que Sócrates se haya burlado interiormente de la infantil composición del anterior enunciado. Analicemos que éste lo primero que dice es que Sócrates quiere penetrar en las cosas del cielo, sin embargo, por otro lado, se le acusa también de no creer en los dioses de Atenas. Lo segundo es por demás un insulto a la dignidad de los allí presentes. ¿No es esto de "convertir en buena una mala causa" una de las últimas deformaciones que trajo consigo la introducción de la retórica?

La retórica al principio se identificó con el poder maravilloso del convencimiento, con la magia del lenguaje persuasivo, así como el rebuscamiento de las palabras que conseguía en el discurso una riqueza extraordinaria de formas y metáforas. Pero aquello no estaba mal, lo que no concuerda con todo esto es que la retórica dejó de ser una ayuda para la vida política y se convirtió en instrumento del poder, adecuando el discurso y las palabras a toda ocasión, o "convirtiendo en buena una mala causa, y viceversa ". Y es precisamente de esto ahora que se le acusa a Sócrates.

El efecto de la cantidad de engaño presente aquí es que Sócrates comprueba que nunca se ha interesado por aquellas ciencias, y que eso cualquiera de los presentes lo ha podido observar cuando ha estado presente en la plaza pública o Ágora, que es en donde él pasa la mayor parte de su tiempo dialogando con las personas, poniendo en práctica sus métodos. Pero el objetivo de Sócrates nunca fue enseñar, y esto hay que tenerlo muy claro, porque puede confundirse su capacidad de desarrollar la dialéctica con un método de instrucción. No es esto ni mucho menos, Sócrates lo aclara así en primera instancia cuando nos dice que es una falsedad si es que se había oído decir que él se dedicaba a la enseñanza y que además cobrara por ello.

El sofista Protágoras hace resaltar este punto cuando dice que al hecho de poder formar al perfecto ciudadano, al hombre íntegro en su composición espiritual, considera que

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