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TEORIAS MEDIEVALES SOBRE LA CONCIENCIA


Enviado por   •  10 de Marzo de 2014  •  2.660 Palabras (11 Páginas)  •  337 Visitas

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TEORIAS MEDIEVALES SOBRE LA CONCIENCIA

A través de la conciencia y su relación con la noción de sindéresis, el hombre ha

venido discerniendo entre lo que es correcto y lo que es malo. Si bien existen

muchos puntos de vista medievales sobre la naturaleza de la conciencia, la mayoría de estos puntos de vista son respecto a cómo es que los seres humanos somos capaces

de conocer en general lo que se debe de hacer y aplicar a este conocimiento a través

de la conciencia, para tomar decisiones sobre acciones particulares. La habilidad de actuar

en las determinaciones de la conciencia está por otra parte ligada al desarrollo

de las virtudes morales, que a su vez afina las funciones de la conciencia.

1.- ANTECEDENTES

Existen discusiones significantes de la conciencia entre los Estoicos. Seneca el Joven discute sobre la conciencia en su Epistulae Morales (43, 97, 105) atribuyéndole varias cualidades a la conciencia. San Paul discutió sobre la conciencia en varias cartas (I Corintos, Romanos, Hebreos, Timoteo). Cualquiera que sea la influencia de Seneca y San Paul, podría estar en las discusiones posteriores de la conciencia y sindéresis, las discusiones medievales sobre la conciencia se derivaron de Pedro Lombardo y de sus conceptos de conciencia y sindéresis en sus Sentencias. Lombardo cita un pasaje de San Jerónimo, interpretando la visión de Ezequiel de los cuatro seres vivientes saliendo de una nube. Cada criatura tenía la forma de un hombre; pero cada una tenía cuatro caras: la cara frontal era humana, la derecha era la de un león, la de la izquierda era de un buey y la parte de atrás era de un águila (Ezequiel 1,4-14). Jerónimo identifica la cara humana como representación de la parte racional del hombre, la del león como la emocional, la del buey como el apetito, y la del águila como aquello “a lo que los griegos llaman sindéresis: esa chispa de conciencia que no se había extinguido incluso en el seno de Caín después de haber sido desterrado del paraíso, y por el cual discernimos que hemos pecamos, cuando somos superados por los placeres o el frenesí, y que al mismo tiempo son engañados por una imitación de la razón”.

El comentario de San Jerónimo sobre la sindéresis es que nunca se extingue en los seres humanos y sus comentarios en otros lugares se tomó en el sentido de que los malvados dejan de tener conciencia, esto llevó a que Lombard y sus posteriores pensadores distinguieran la sindéresis de la conciencia. Lo que no está claro, es como San Jerónimo distinguía a ambas, la distinción juega un papel más importante en la Baja Edad Media sobre la discusión de la conciencia.

En estas discusiones, las principales referencias fueron hechas de los trabajos de Platón y Aristóteles. Ni Platón, ni Aristóteles hacen una mención explícita sobre la conciencia, sin embargo son sus discusiones acerca de las virtudes, la práctica de la sabiduría y la debilidad de la voluntad son las que forman el fondo crucial para las discusiones medievales. Estas discusiones fueron fuertemente influenciadas por la modificación Agustiniana de estos autores clásicos. Por ejemplo, Agustín defendió la noción de la unidad de las virtudes de Platón, pero argumentó que el amor de Dios proporciona la unidad de ellos. Por otra parte, afirmó que lo que los autores paganos consideraban como virtudes eran vicios, al menos que se crearan por el amor de Dios.

Dos distintos puntos de vista sobre la relación entre la conciencia y sindéresis emergieron en la Edad Media. El primer punto de vista puede ser identificado con los pensadores Franciscanos como Buenaventura. El segundo, aún más claro, expuesto por Santo Tomás de Aquino, un punto de vista intelectual. Ambos parecen derivar del tratado sobre la conciencia de Felipe el Canciller. En su tratado, Felipe discutió sobre todo la sindéresis, y en algunas ocasiones lo describe como una infalible potencialidad de disposición intelectual que proporciona verdades generales para la aplicación específica de la conciencia. Y en otras ocasiones, la describe como un deseo por el bien, y que se esquipara con las reacciones emocionales cuando se sigue el mal, en lugar del bien. Esta descripción encaja perfectamente con el punto de vista de Buenaventura sobre la sindéresis y conciencia.

2.- SAN BUENAVENTURA

San Buenaventura discutió ambas en su Comentario Sobre las Sentencias, libro II, distinción 39. Él pone a la conciencia de lleno en la facultad racional, especificando que es parte de la razón práctica, ya que está conectada a la ejecución de las acciones. Por lo tanto también está conectada con la voluntad y emociones. Por otro lado, sitúa la sindéresis en la parte afectiva de los seres humanos, por lo que refiere a ella como la que nos impulsa hacía el bien.

San Buenaventura divide la conciencia en dos partes generales. La primera parece ser un poder para descubrir la verdad de los principios prácticos muy generales tales como “obedecer a Dios”, “honrar a tus padres”, y “no herir a tus vecinos”. Esta parte de la conciencia es innata e infalible, ninguna persona puede perderla, sin importar lo moralmente corrupto que se haya convertido esa persona. La segunda parte de la conciencia consiste en la aplicación de todos los principios generales en situaciones que pueden ser de carácter general o particular. Esta segunda parte es también innata, pero puede ser falso, pues los mismos principios generales de la primera parte pueden ser mal aplicados por ignorancia o por un mal razonamiento.

La mala aplicación se explica, hasta cierto punto, pues como la conciencia está orientada hacia el bien, puede estar involucrada en la realización de malas acciones. La distinción entre las dos partes de la conciencia también abre la posibilidad de desarrollar, a través de la experiencia, los principios prácticos de la conducta no directamente implicado por el contenido de la sindéresis. Generalizando en las actividades realizadas de acuerdo con los principios de la sindéresis, uno puede formular nuevos principios generales no incluidos en la sindéresis que pueden guiar nuestro comportamiento en una innumerable serie de contextos. La conciencia aparece como una facultad dinámica de Buenaventura.

Buenaventura llama a la sindéresis la “chispa de la conciencia” y la ve como reposo en la parte afectiva

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