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Temor Y Temblor, Breve Comentario A La Obra De Kierkegaard


Enviado por   •  6 de Marzo de 2015  •  1.849 Palabras (8 Páginas)  •  284 Visitas

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Breve comentario al Temor y temblor, de Kierkegaard

Su hijo lo comprendió, pero el mensajero no... Efectivamente, el trabajo de Kierkegaard en éste libro no está dirigido para cualquiera sino para su sola amada. ¿En realidad pretendía éste hombrecillo redactar uno de sus mejores libros de filosofía existencialista? Yo lo dudo. ¿Juan de Silencio es Kierkegaard? ¿Kierkegaard es Juan de Silencio? ¿Quién es en realidad, el verdadero, el auténtico Sören Kierkegaard? ¿Hay posibilidades de saberlo? ¿A qué viene todo esto? Pues nos viene por la cuestión misma de su filosofía. Aunque su libro muestra magistral y bellamente una postura filosófica, pareciera que el autor trata desesperadamente de hablar de lo que hay en su interior. Presenta una postura totalmente contraria a las filosofías recientes en su época. Y ése es básicamente su grito: “¡Yo existo!”. Éste yo existo va repleto de contenido e x i s t e n c i a l, es decir, Yo existo con mi propia existencia, no con la existencia de otro u otros. Yo existo independientemente “de”, existo incluso a pesar “de”. Y en la existencia quedan implícitos todos los elementos que la realizan (a saber: sentimiento, voluntad, pensamiento, etc.). ¿En realidad quería escribir filosofía? Yo creo que quería escribir simplemente sobre su existencia (al menos la concepción que tenía de ella). ¿Cómo es que querrá hablar de la existencia de otro si su existencia no es la misma que la de otro? El hablar de similitud, aun y con todos los acercamientos, indica una no-igualdad. Así, Sören, habla de su propia existencia en una analogía con la narración que la Biblia nos cuenta de Abraham. ¿La escribió para todo mundo? Dado que narra su propia existencia, su vivencia privada, dudo que la haya querido gritar a todo mundo y menos abiertamente. Es muy explícito en cuanto a esta cuestión en la breve nota con que inicia su obra. En fin, quizá ésta sea una más de sus paradojas. ¿Porqué utilizar las palabras “temor” y “temblor” para titular su libro? ¿No será porque precisamente en éstos dos puntos es en dónde la existencia de Kierkegaard y la de Abraham encuentran su punto de convergencia? ¿No es ésta la tesis general donde funda su teoría de la existencia? ¿No es ésta la vivencia que experimenta al escribir su libro? ¿Será acaso “temor” porque la fe nos lleva a caminos oscuros y “temblor” porque no hay la certeza de en qué acabará todo? El único camino seguro es paradójicamente el más escabroso. En todo caso es el cristianismo (católico) pero como está planteado por el mismo Jesucristo. El caballero de la fe no conoce el reposo, su prueba es constante, a cada instante tiene una posibilidad de retornar, arrepintiéndose, al seno de lo general, y esa posibilidad puede ser crisis tan bien como verdad. No puede pedir a nadie que lo ilumine, porque entonces estaría fuera de la paradoja (p. 92). La paradoja nos obliga a reflexionar más allá de los criterios establecidos de verdad o falsedad. Kierkegaard descubre una paradoja muy poderosa: la paradoja de la fe. En su libro, Kierkegaard se pregunta si existe una suspensión de lo ético, porque si el mandato general dice “no matarás”, Abraham como hombre de fe ha de vivir una cancelación de la ética para cumplir el mandato divino cuando Dios le ordena sacrificar a su hijo. He ahí la paradoja del hombre de fe: debe él cumplir dos mandatos provenientes de la divinidad, uno de los cuales anula al otro. Y esta paradoja enfrenta al hombre de fe con su individualidad.

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La opinión general, el mandato general de carácter ético, choca frente a un caso particular que anula el mandato. El sacrificio de Isaac descubre a la fe como paradoja. En efecto, la fe es esa paradoja según la cual el individuo está por encima de lo general y siempre de tal manera que, cosa importante, el movimiento se repite y como consecuencia el Individuo, luego de haber estado en lo general, se aísla en lo sucesivo como Individuo por encima de lo general (p. 66). Desde mi punto de vista, el propósito de Kierkegaard es aclarar en lo posible la “dialéctica” que se presenta en la historia de Abraham, por medio de problemas que mostrarán lo paradójico de la fe, la cual es capaz de hacer de un crimen una acción santa, de lo que simplemente sería el asesinato de Isaac, el sacrificio de Isaac (que no se consuma, por la aparición milagrosa del Cordero). Esta paradoja le devuelve su hijo a Abraham, contradicción que no se puede reducir a razonamiento alguno, porque la fe comienza donde termina la razón. Dios llama a Abraham a sacrificar a su hijo, momento en el que la fe suspende el carácter de la ética: la antinomia de la fe nos dice que sacrificar al propio hijo es un acto meritorio, pues es Dios quien lo pide. Así mismo, Kierkegaard analiza el episodio de un sacrificio opuesto al que Abraham debía realizar, pues si el patriarca recibió la orden de Yahvé de sacrificar a su hijo, ahora es la imprudencia la que provocará el fatal desenlace en el que un inocente será sacrificado. Se trata de la historia del juez Jefté, quien formula la desproporcionada promesa de que si Dios lo hace vencer en un combate próximo, entregará al sacrificio de fuego a la primera criatura que encuentre

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