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Teoría De La Imaginación. Collinwood


Enviado por   •  21 de Abril de 2015  •  3.554 Palabras (15 Páginas)  •  447 Visitas

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“Al crear una experiencia o actividad imaginaria, expresamos nuestras emociones; y a esto es a lo que llamamos arte.” (Principios del arte. Collinwood. PP. 146)

Introducción.

Me propongo en este ensayo hacer una revisión de la Teoría de la imaginación del autor R. G. Collinwood, contenida en su escrito Los Principios del arte.

Para Collinwood, hasta ahora solo hemos tratado simplemente de repetir lo que todo el mundo sabe; todo el mundo, claro está que esté acostumbrado a tratar con el arte y a distinguir el arte propiamente dicho del falsamente llamado así. En su escrito, después de haber tocado este tema entre arte y no arte, diferencia entre el mismo y la artesanía, etc., Collinwood considera que debemos trabajar en una línea diferente. Según él, nos encontramos ante tres incógnitas diferentes. No sabemos que es la imaginación. No sabemos que es la emoción y por consiguiente no sabemos la importante relación, si es que la hay, entre ellas. Y justo este segundo libro sobre la Teoría de la imaginación, Collinwood pondrá al descubierto dichas incógnitas y en el presente ensayo trataremos de llegar al fondo de sus conclusiones.

La teoría de la imaginación. Collinwood.

Collinwood inicia este apartado hablándonos sobre la diferencia entre el sentimiento y el pensamiento. En lo personal, es un hecho lo que nos propone al decir que en el sentimiento hay mayor simplicidad mientras que el pensamiento es un modo más bipolar, qué quiere decir que los pensamientos pueden corroborarse, contradecirse uno a otro, en tanto que los sentimientos no. Podría decirse que los pensamientos dependen de lo que sucede, de lo que se sabe, de lo que es un hecho, mientras que los sentimientos dependen de las experiencias, de uno mismo.

Para Collinwood hay dos tipos de sentimiento, lo relacionado con lo sensorial (frío o caliente, lo picoso o no picoso, lo suave o lo duro), mientras que encontramos el otro tipo de sentimiento relacionado con la emoción (miedo, paz, dolor, ira, placer, etc). Existe una relación muy íntima entre los dos tipos de sentimientos, pero no están necesariamente combinados en la experiencia., se combinan de acuerdo con un plan estructural definido. La emoción no depende de la sensación, en la experiencia funciona como un elemento autónomo.

Para el autor tal vez sería acertado decir que cada sentimiento/ dato sensible/sensum tiene su propia carga emocional, porque aunque es difícil de comprobar ya que normalmente experimentamos varias sensaciones a la vez, creo que si las sensaciones se crean en cierto modo a raíz de experiencias, las experiencias se basan a raíz de emociones. Lo difícil no sería afirmar el argumento anterior, sino más bien determinar qué sensación reacciona con tal o cual emoción, y claro que será difícil porque al principio mencionábamos que los sentimientos no se pueden negar ni contradecir, dependen de cada persona y de cada experiencia.

Nuestra naturaleza sensual-emocional, como criaturas que sienten es independiente de nuestra naturaleza pensante, como criaturas racionales, constituyendo un nivel de experiencia debajo del nivel de pensamiento. El nivel psíquico es el nivel de la experiencia en que meramente sentimos, en el doble sentido de esa palabra, experiencia de sensaciones junto con sus cargas emocionales peculiares.

Adentrémonos ahora al pensamiento. Para Collinwood hay dos formas de expresar nuestros pensamientos, y una de ellas es precisamente expresando nuestros sentimientos: “estoy cansado”, “hace calor”, etc., como se diría comúnmente, estamos pensando en voz alta, pero no estamos haciendo más que pensar sobre lo que “sentimos en ese momento”. La otra forma de expresar los pensamientos es cuando simplemente afirmamos algo que es, como el ejemplo del autor, “este sombrero es mío”, sencillamente lo es porque sabemos que lo es, aunque esta afirmación si puede ser contradecida, claro si es que estuviéramos diciendo mentiras, o dependiendo de la situación.

Con esto podemos decir que todo conocimiento se deriva de la experiencia y cualquier cosa que pretenda ser conocimiento debe recurrir a la experiencia. Hablamos de un conocimiento empírico.

Ya dichas las diferencias entre pensamiento y sentimiento y teniendo un poco más claro del funcionamiento de ambos, es hora de adentrarnos un poco más a nuestro problema principal. Para ello Collinwood extiende dos capítulos dedicados a demostrar que existe una actividad especial de la mente correlativa a las ideas y expresiones (que trata Hume), y qué es aquello a lo que generalmente llamamos imaginación, distinta de la sensación por una parte y del intelecto por la otra.

Para llegar a ello el autor comienza haciendo una distinción de sentido común entre “ver realmente” e imaginar. Sin embargo esta distinción que pareciera ser tan de sentido común como el ejemplo del césped en la realidad, y la mancha verde en la imaginación, se torna oscura al examinarla.

Comencemos con la historia del problema, sobre cómo se concebía esta idea de lo real y la imaginación. Los principales esfuerzos constructivos de la filosofía medieval se habían basado en el supuesto de que la sensación en general nos hace entrar verdaderamente en conocimiento con el mundo real; pero este supuesto fue minado por escépticos del siglo XVI y el problema de distinguir la sensación real de la imaginación fue puesto en primer plano por Descartes.

Descartes, admitía que la por la inspección directa no había manera de decidir si realmente se estaba frente al fuego o sólo soñaba que estaba frente a él, decía que no había manera de distinguir entre los sensa reales y los sensa imaginarios. Entre la sensación real y la imaginación. Por lo que Descartes califica los sentidos como engañosos o no confiables. No negaba la sensación real sino la capacidad de distinguirla.

Hobbes quien adoptó la misma posición la formuló de manera que al no haber manera de diferenciar la sensación real de la imaginación ´por inspección directa, siendo la inmediatez una característica esencial de la experiencia sensible, es mejor negar la distinción.

Spinoza como Hobbes acepta como principio, que toda sensación es imaginación. Leibniz es de la misma opinión. Para él los sensa realmente merecen el nombre de ideas, pero ideas que si perdieran su carácter sensible se transformarían en pensamientos. Por tanto son una especie de sueños y fantasmas.

En cambio Locke dice que todos los sensa son reales “nuestras ideas simples son todas reales”. Locke define las ideas reales como “las que mantienen una conformidad con el Ser y la Existencia real de las cosas”. Lo cual contradice

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