ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Teoría De Las Necesidades Humanas. Len Doyal & Ian Gough

gemelabuena10 de Junio de 2014

14.289 Palabras (58 Páginas)1.503 Visitas

Página 1 de 58

Índice

I. EL RELATIVISMO Y EL PROBLEMA DE LAS NECESIDADES HUMANAS 2

1. NECESIDADES HUMANAS: ¿PARA QUIÉN? 2

2. LA INEVITABILIDAD DE LAS NECESIDADES HUMANAS. 4

3. LA GRAMÁTICA DE LAS NECESIDADES. 6

II. TEORÍA DE LAS NECESIDADES HUMANAS. 8

4. SALUD FÍSICA Y AUTONOMÍA: NECESIDADES BÁSICAS DE LA PERSONA. 8

5. CONDICIONES SOCIALES PREVIAS PARA LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES BÁSICAS. 11

6. LA LIBERACIÓN HUMANA Y EL DERECHO A LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES. 11

7. LA OPTIMACIÓN TEÓRICA DE LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES. 12

III. LAS NECESIDADES HUMANAS EN LA PRÁCTICA. 14

8. LA ESTIMACIÓN DE LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES. 14

9. SALUD FÍSICA Y AUTONOMÍA. 16

10. NECESIDADES INTERMEDIAS. 19

11. CONDICIONES SOCIALES PREVIAS PARA LA OPTIMIZACIÓN DE LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES: 22

12. TRAZAS DE BIENESTAR HUMANO: LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES EN LOS TRES MUNDOS. 26

IV. POLÍTICAS SOBRE LAS NECESIDADES HUMANAS. 27

13. HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA DE LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES. 27

14. UNA ESTRATEGIA DUAL. 28

I. EL RELATIVISMO Y EL PROBLEMA DE LAS NECESIDADES HUMANAS

1. NECESIDADES HUMANAS: ¿PARA QUIÉN?

Existe sin duda un abuso en lo que refiere al uso del concepto de necesidades humanas objetivas y universales, y parece extenderse con fuerza la tendencia a afirmar que es moralmente más seguro e intelectualmente más coherente equiparar las necesidades con las preferencias subjetivas; que sólo los individuos están capacitados para decidir a qué fines desean atribuir una prioridad como para considerarlos necesidades. Frente a esta clase de relativismo imperante en lo que refiere al ámbito de las necesidades humanas, Doyal y Gough oponen una nueva formulación en la teorización del problema que permita demostrar lo que para ellos es imprescindible en el desarrollo de la vida practica y política, a saber, que todos tenemos las mismas necesidades básicas.

Para la economía ortodoxa, la “objetividad” de las necesidades es siempre sospechosa, en su concepción de las necesidades en tanto que preferencias, la idea de necesidad no significa nada más que una preferencia compartida por muchas personas que demandan al gobierno un reconocimiento social y una atención especial para estas.

La economía ortodoxa del bienestar postula bajo dos principios fundamentales el rechazo de una idea objetiva y universal respecto de las necesidades; el primero de ellos refiere a una concepción subjetiva de los intereses, a la premisa de que es el individuo la única autoridad capaz de determinar lo correcto de sus intereses, de sus aspiraciones; de este se deriva el segundo principio que aboga por la soberanía privada : lo que hay que producir y el modo de producirlo y distribuirlo deben determinarlo el consumo privado y las preferencias de trabajo de los individuos.

Estos principios llevan no solo a la falta de atención por parte de la economía neoclásica al concepto de necesidades sino que en su desarrollo práctico opera basándose en el pensamiento utilitario y equiparando bienestar con el consumo de bienes.

Esta equiparación de necesidades con preferencias se relaciona estrechamente con las argumentaciones de la nueva derecha sobre la peligrosidad de las necesidades. Si el estado tiene derecho a dictar por ley a los individuos lo que necesitan, se hace inevitable la caída en el autoritarismo; así para evitar este riesgo lo conveniente es recurrir al mercado y no al estado de bienestar en la búsqueda de un método moralmente superior y más efectivo en lo que refiere al reparto de recursos y a la definición de objetivos.

No es de extrañar que los partidarios del capitalismo subscriban este tipo de concepciones; sin embargo sí sorprende el abrazo al relativismo cultural por parte de un sector del socialismo.

Por un lado, es incuestionable que Marx creía en la existencia de necesidades humanas objetivas; por otro, también afirmaba que los aspectos económicos del medio social eran con diferencia los más relevantes en la configuración de la identidad como ser humano. Si sus condiciones difieren, también diferirá la concepción del individuo, lo que significa que lo que cada individuo entiende por necesidades diferirá asimismo de manera muy profunda por las mismas razones. La visión del marxismo relativiza las necesidades humanas en el sentido de que rechaza la posibilidad de concebirlas como universales concibiéndolas siempre en tanto que históricas, es decir, las necesidades humanas son socialmente relativas y estipulan únicamente lo que algunos grupos humanos prefieren y otros no. Así, cualquier tentativa de una cultura o grupo social de imponer su concepto de necesidades básicas a cualquier otra no es más que imperialismo cultural, la busca de los intereses de grupos específicos.

Esta preocupación por el imperialismo cultural y principalmente la critica a este, han conducido a una concepción de las necesidades en tanto que específicas del grupo, esta argumentación se desplaza de la equiparación de las necesidades a las preferencias soberanas del individuo, a la aceptación de que las necesidades objetivas existen, pero son de una clase que solo puede ser determinada por grupos oprimidos específicos. Se alegan pretensiones de verdad entorno a las necesidades humanas, pero la verdad se percibe de forma variable según el grupo; lo que en un principio parece una aceptación de las necesidades objetivas de grupos específicos, termina degenerando en un subjetivismo de índole más colectiva que individual que refiere siempre a “relativismos de grupo”.

Algunos críticos sociales contemporáneos rechazan el individualismo o los determinismos que venimos considerando, interesándose por reformas democráticas radicales. La identidad individual y por tanto los límites de la elección individual deben entenderse como algo que dimana del entorno social; es por esto, que en lo que respecta a la identificación de las necesidades humanas, la importancia recae en la interacción social y no en los individuos o grupos aislados. Por otro lado se rechaza la idea de valorar diferentes estructuras sociales en base a sus éxitos en la satisfacción de necesidades. Partiendo de la idea de que los “intereses” son un producto social y no existen independientemente de la conciencia de los agentes que son sus portadores; las necesidades se perciben en tanto que incorporadas a la “posición discursiva” variable según la cultura. Estas posturas reconocen que las necesidades son discursivas y encuentran ciertas limitaciones objetivas en la atribución de necesidades humanas pero nada dicen al respecto de su universalidad.

Finalmente, la fenomenología y la etnometodología dentro de la sociología contemporánea, rechazan la idea de que haya características objetivas y universales, como las necesidades objetivas, que nos vinculen a todos como seres humanos con independencia de la cultura. Así, dentro del estudio de las necesidades humanas lo más que cabría hacer es describir las distintas nociones subjetivas de la necesidad que se encuentran en discursos comunes, así como sus formas de aplicación en contextos sociales específicos. Las necesidades son siempre constructos sociales dinámicos; se definen en virtud de las obligaciones, vínculos y costumbres que implica el formar parte de una sociedad.

Vemos un amplio consenso por parte del pensamiento moderno en considerar que la búsqueda de necesidades universales y objetivas es una quimera.

2. LA INEVITABILIDAD DE LAS NECESIDADES HUMANAS.

La coherencia del concepto de progreso social depende de la convicción de que algunas formas de organización social son más idóneas que otras en la satisfacción de las necesidades humanas. Atendiendo las diferencias nacionales entre las medidas de promoción de bienestar y los distintos niveles de prosperidad dentro de cada una de las naciones, se hace necesario algún criterio para diferenciar entre buenos y malos sistemas de bienestar, con el fin de hacer posible la defensa de unos y la reforma de otros. Sólo un concepto coherente de necesidades objetivas puede realizar esta tarea.

Las inconsistencias internas y las tensiones entre las distintas clases de relativismo postuladas por las argumentaciones citadas en el apartado anterior, ponen de manifiesto como en realidad presuponen implícitamente cierta noción de necesidades humanas universales.

Existen tantas inconsistencias en los principios de satisfacción de necesidades y de soberanía del consumidor promulgados por las teorías económicas más ortodoxas, y se presentan tantos problemas para poder realizar estimaciones de la satisfacción de necesidades, que la economía del bienestar no sirve de nada sin algún otro criterio del bienestar que quede fuera de las preferencias subjetivas del individuo. La satisfacción de necesidades es un principio que no puede ser susceptible de estimaciones sin juicios normativos adicionales que no estén vinculados al principio de preferencia que postula la economía más ortodoxa. La inserción del principio de preferencia en el principio de satisfacción de necesidades subvierte su carácter subjetivo y abierto; no obstante, sin esta inserción quedaría abierto a problemas de ignorancia e irracionalidad( pues el saber y la racionalidad de las personas son limitadas) , de circularidad de la valoración y de imposibilidad de alcanzar una base objetiva de comparación del bienestar de las personas. Lo más idóneo para esta clase de “juicios normativos adicionales” sería alguna concepción de concepto de necesidades humanas.

La justificación

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (82 Kb)
Leer 57 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com