UNA DE LA FE Y EL DESARROLLO ESPIRITUAL

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Universidad La Salle

Pastoral Universitario

Ensayo “Fé y Desarrollo Espiritual”

Edgar Ulises Manzano Hernández

CyF

Grupo 553

Mtro. Celso Pirrón

Ensayo “Fé y Desarrollo Espiritual”

A lo largo del curso nos aventuramos a descubrir y experimentar los frutos que nos provee el desarrollo espiritual, derivado de un completo análisis desde distintos ámbitos, tales como el psicológico, fisiológico, moral, evidentemente espiritual, social y emocional, de tal forma que estas variables se conjuguen de manera similar a las de aquellos que han podido trascender, realizarse y desarrollarse espiritualmente para que así podamos seguir dichos pasos y armonizar nuestra vida.

En una primera instancia nos enfrentamos con los significados de la fe, la espiritualidad y la religión, donde la palabra “religión” proviene del latín “re” y “ligare” que significa volver a unir. Por lo que desde el punto de vista teológico se interpreta que es el hombre el que se necesita volver a unir con Dios, debido a que por la misma naturaleza del hombre busca ese contacto con un ente trascendente, es decir, es religioso desde su esencia.

Posteriormente y por orden de mención, la fe es una potencialidad inherente al ser humano, sin estar directa y necesariamente ligada a una divinidad aunque tampoco se oponen. La fe es un instrumento básico para vivir y sobrellevar el día a día. Esta implica los siguientes términos: co-ejecución y co-fusión. La co-ejecución implica un actuar que afecta al otro y lo interrelaciona con nosotros y la co-fusión implica la interacción mutua que conlleva a adoptar actitudes tales como el amor, tolerancia, amistad, entre otras.

En este mismo orden de ideas, la espiritualidad implica la potencialidad, energía y eros que posee cada persona para vivir intensamente. La misma debe ser canalizada hacia la realización de un bien común o social. La espiritualidad no necesariamente tiene que ser religiosa, la misma debe implicar un compromiso con nosotros mismos de transformación para convertir nuestros pensamientos y acciones hacia el bien de los demás, de tal forma que internamente consigamos un equilibrio y paz.

Así mismo nos enfrentamos cara a cara con el fundamento neurofisiológico, psicológico y antropológico de la espiritualidad en el que se señala, del mismo modo que se hizo en el segundo párrafo de este texto, que es naturaleza del hombre ser espiritual y religioso para buscar su pleno desarrollo mediante la canalización de todas sus capacidades en pro de este objetivo y así alcanzar la autorrealización y trascendencia.

Algunos señalan que este tipo de fundamento se alberga en diversos lóbulos y hemisferios del cerebro, los cuales se ponen en marcha en el momento en el que se tiene una experiencia con lo místico, es decir, una conexión real con la divinidad.

En un momento posterior, nos adentramos directamente con aquellos conceptos tales como el desarrollo espiritual, la realización y la trascendencia. Este desarrollo espiritual lo alcanzamos mediante arduo trabajo de introspección, en el que nos enfocamos hacia aquellas actividades y emociones que sentimos al realizar diversas tareas, de tal forma que podamos integrar un análisis de “¿Qué estamos haciendo?, ¿Para qué lo estamos haciendo? Y ¿Hacia dónde nos dirigimos?”. Tres preguntas básicas que cuestionan nuestra entera existencia.

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