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Desarrollo Profesional Del Docente

lourdesvelasquez23 de Junio de 2011

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Séptima Reunión del

Comité Regional Intergubernamental

del Proyecto Principal

de Educación

en América Latina y el Caribe

Año 2001

ED-01/ PROMEDLAC VII/

Documento de Apoyo

El desarrollo profesional

de los docentes.

Proyectando desde el

presente al futuro.

Beatrice Avalos

Seminario sobre Prospectivas de la Educación en América Latina y el Caribe,

Chile, 23 al 25 de agosto de 2000

UNESCO

EL DESARROLLO PROFESIONAL DE LOS

DOCENTES. PROYECTANDO DESDE EL PRESENTE

AL FUTURO

Beatrice Avalos*

Se priorizó el aprendizaje de los niños y se descuidó la

enseñanza, pero la práctica puso las cosas en su lugar,

marcando la interdependencia de los procesos.

M. Luisa Talavera, 1999.

Este trabajo pone sobre la mesa de discusión temas relacionados con el

desarrollo profesional de los docentes en el marco de la consideración prospectiva que

se propone la Oficina Regional de la UNESCO. El trabajo presenta varias miradas sobre

el tema que no necesariamente se entroncan entre sí, pero que permiten darnos cuenta

que el tema de los profesores y profesoras es un tema complejo. Subyace el análisis la

percepción que los países y las sociedades han ido convirtiendo a los docentes cada vez

más en el sujeto responsable de los resultados del sistema educativo y que, al asignarle

esta responsabilidad envolvente, lo ven en mayor o menor grado como un tema

problemático.

El trabajo comienza con una sucinta mirada hacia atrás en que se hace referencia

a las conceptualizaciones históricas de la misión y responsabilidades docentes, haciendo

notar las oposiciones entre ambas. Por una parte, se ha ido desde una visión grande de la

misión de enseñar a la consideración del docente como un problema. Por otra parte, en

el curso del tiempo la responsabilidad del profesor y profesora se ha entendido desde

concepciones restringidas de su profesionalismo hasta asignarle en la práctica casi total

responsabilidad por los resultados del sistema educativo; y esto, sin que se le haya

otorgado mucha posibilidad de decir cómo debería ser ese sistema educativo. Si bien

esta mirada relaciona conceptos de desarrollo profesional con los procesos de formación

inicial y continua, no se discute una versión personal de lo que se entiende por profesión

docente o desarrollo docente, aunque esa visión está implícita en la discusión posterior

del trabajo.

Una segunda mirada, examina la evolución en la institucionalización de la

formación docente en América Latina. En tercer lugar, desde la perspectiva de los

cambios y avances en el campo del profesionalismo docente y de la formación docente,

sigue una mirada a algunos de los problemas y contradicciones más fuertes que los

acompañan. Esto permite pensar en cómo enfrentar los cambios futuros relativos a la

formación docente que se consideren necesarios.

* Beatrice Avalos Davidson es coordinadora del Programa de Fortalecimiento de la Formación Inicial

Docente del Ministerio de Educación de Chile. Es Profesora de Historia y Geografía y PH.D. en

Educación.

Documento de trabajo presentado al Seminario sobre prospectivas de la Educación en la Región de

América Latina y el Caribe, organizado por la Oficina Regional de Educación de la UNESCO (Santiago

de Chile, 23/25 de agosto de 2000).

Los artículos expresan la opinión de sus autores y no, necesariamente, la de la UNESCO.

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Finalmente, el trabajo plantea algunas ideas de cómo abordar el futuro, siendo la

más importante de ellas la formulación e implementación de políticas realmente

sistémicas de desarrollo docente. Son ellas las que permitirán superar la disgregación y

desarticulación de las acciones que ocurren en muchos países y que resienten la calidad

del trabajo docente. El trabajo no ofrece recomendaciones propias del área chica.

Tampoco se habla explícitamente del rol de los profesores en relación a las nuevas

tecnologías. Pero, en el trasfondo de lo que se discute está el hecho de que a los

profesores y profesoras les toca y les tocará vivir en un mundo de tremendos cambios

que afectarán sus concepciones sobre la cultura y las acciones docentes:

En este nuevo mundo, de entre todas las tareas que son profesionales o aspiran a

serlo, la enseñanza es la única a la que se le ha encargado la tarea formidable de crear

capacidades y destrezas que permitirán que las sociedades sobrevivan y tengan éxito en

la edad de la información. (Hargreaves, s/f)

LA PROFESION DOCENTE: LOS MARCOS CONCEPTUALES

El examen de los avances y problemas que enfrenta la formación docente

necesita no sólo considerar la relación existente entre ella y determinadas políticas

educacionales, sino también por lo menos de alguna referencia a los marcos

conceptuales que se han manejado respecto a la formación de profesores. Estos marcos,

que suelen ser implícitos, también llevan en si versiones sobre lo que se entiende por

profesión docente. Al respecto, es interesante comparar la descripción de etapas de

profesionalización docente que formulan dos educadores teniendo en cuenta contextos

muy distintos. La primera pertenece a un trabajo clásico del recientemente fallecido

C.E. Beeby quien tiene como referente los ex-países coloniales de Africa, Asia y el

Caribe anglófono (Beeby, 1965).

El otro esquema de desarrollo lo presenta A. Hargreaves (1999) sobre la base de

países desarrollados como Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. Ambos modelos

coinciden en que sea a comienzos de siglo o de la etapa colonial e inmediatamente postcolonial

(fecha del trabajo de Beeby) a los profesores se los entiende principalmente

como "pre-profesionales". Son ejecutores de tareas de enseñanza aprendidas

artesanalmente o cuidadosamente diseñadas por otros, a quienes se les entrega un "toolbox"

con las herramientas didácticas necesarias para su trabajo: pizarrón, tiza, ábaco y

un texto-guía. Al maestro de este nivel, se lo ve, sin embargo como una persona

dedicada a una gran misión:

El "buen maestro" era el "verdadero maestro" que "se entregaba a su oficio",

demostraba lealtad y recibía una satisfacción personal al servir "sin trepidar en el costo".

En esta edad, los maestros eran prácticamente aficionados: todo lo que se les pedía era

que "aplicaran las directrices provenientes de sus superiores con más experiencia".

(Hargreaves, 1999, p.123).

La etapa siguiente de profesionalización, según Beeby, puede compararse con

algunas diferencias a la etapa que Hargreaves llama del "profesional autónomo". Beeby

la denomina la etapa del formalismo. En esta etapa se introduce un elemento

"científico" a la pedagogía que se entrega través de los sistemas de formación docente.

El profesor recibe instrucciones sobre cómo diseñar clases, cómo traducir objetivos

conductuales en actividades de enseñanza y evaluar en relación a esos objetivos. Estas

tareas las asume con cierto grado de autonomía en el marco usual de su experiencia

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docente al interior de la sala de clases. La profesora es responsable de lo que ocurre en

el aula y realiza su enseñanza dirigiéndola en forma más o menos prescriptiva a sus

alumnos.

Desde los países desarrollados donde se manejan visiones menos formalistas de

la docencia, se difunden diversos esquemas para mejorar la calidad de la enseñanza y

habilitar a los profesores para trascender los modos más rígidos del formalismo. Pero,

estos intentos, en la medida que afectan a los países menos desarrollados tienen sus

críticos.

Para Guthrie (1990)1, el intento modernizador de muchos esquemas de

formación que intenta sacar a los profesores de la etapa formalista para llevarlo a una

etapa superior de significación no logra realmente este fin. Estos esquemas en verdad no

se construyen sobre la base de la realidad y el contexto cultural de esos profesores, y

tienden a focalizarse no en el aprendizaje sino en cambios de los estilos de enseñanza.

Para Guthrie estos esquemas representan más bien un conjunto de actividades de

capacitación que tienen como objeto "vender" reformas.

Sin embargo, como lo demuestra el análisis reciente de prácticas pedagógicas en

una variedad de países menos desarrollados, la mayoría de los profesores en estos

contextos no logran superar la etapa "formalista" y en el aislamiento de su sala de clases

siguen enseñando como siempre lo hicieron (ver entre otros Avalos, 1986; Wolf,

Schiefelbein y Valenzuela, 1993; Braslasvsky, 1995; Edwards et al., 1995). Las críticas

a las clases "frontales" que tanto hemos oído surgen de la observación de innumerables

aulas en América Latina, Africa y muchos países asiáticos donde los profesores y

profesoras aprendieron a "implementar", pero no a entender y hacer suyo lo que

implementaban.

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