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Una Mirada A La Filosofía Del Derecho


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2013  •  1.735 Palabras (7 Páginas)  •  316 Visitas

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“La filosofía del derecho es el prólogo silente

De toda decisión judicial”

Ronald Dworkin

La época actual se caracteriza por los marcados esfuerzos para deshacerse de unas estructuras sociales heredadas de la sociedad Moderna, determinadas por la empresa capitalista y su aparato estatal burocrático, especializado en la institucionalización de la acción racional con arreglo a fines y objetivos concretos. Esta tendencia, cuyo análisis ya inició Max Weber en su obra Economía y sociedad (1944), fue denominada por éste sociólogo alemán como racionalidad instrumental.

El uso del conocimiento en la sociedad capitalista también fue objeto de serias críticas realizadas desde la Escuela de Frankfurt, cuyos pensadores señalaron cómo el saber y el poder erigidos en razón, retornan al mito que la Modernidad creía haber superado.

Frente al generalizado consenso que mide la ciencia en razón de su dependencia del progreso tecnológico, Theodor Adorno, uno de los integrantes de la Escuela de Frankfurt señala que esta racionalización total supone una regresión. Sostiene que el carácter dominador del conocimiento científico es perverso, pues las mismas condiciones de vida de la sociedad industrial ocultan esa dominación y el desarrollo de la ciencia ocurre cada vez más en función de la guerra.

En esta perspectiva, la sociología, la filosofía y las humanidades se han trazado el desafío de descubrir, criticar y cambiar las relaciones de poder dentro de la ciencia. En nuestras sociedades de consumo, el sistema genera un conocimiento que actúa como un movimiento darwiniano, con sentido pragmático y utilitario en la búsqueda de ganancia y poder, y la ciencia se convierte en instrumento al servicio de esta causa.

En esta perspectiva se entiende fácilmente que el ‘desarrollo tecnológico’ no es sinónimo de ‘desarrollo social’. Un argumento de peso a favor de esta aseveración es que hoy existen ineludibles disyuntivas entre la investigación en ciencia básica y las necesidades inaplazables de la sociedad. Así, se plantea que la explicación y la búsqueda de valores implícitos en la ciencia y la tecnología no hacen referencia solo a los orígenes o a los medios sino, sobre todo, a los fines de la actividad, pues la racionalidad se va construyendo en la acción como una forma de organizar el mundo sin perder su control.

El efecto más significativo de esta manera de proceder, en el campo social es el debilitamiento del Estado, la acelerada globalización de los flujos financieros y de las comunicaciones, la gigantesca ola consumista, el perverso individualismo metodológico, que atrapó a una parte de la sociedad en las vacuidades novedosas del pensamiento posmoderno y la racionalidad instrumental medio-fin, que han conducido a un transitorio congelamiento de las expectativas democráticas como sustento para construir una sociedad más ética, igualitaria y respetuosa de las diferencias. Y en su lugar ha puesto en la escena fulgurante de los medios, el paradigma de la competencia y la competitividad, una praxis lujuriosa del libre mercado en la que se tiene como regla de oro, sencillamente el principio de que no hay reglas y que en su más prístino significado se traduce en la expresión popular de “sálvese quien pueda”.

Paradójicamente, casi siempre esa “competencia” no se da entre iguales, sino que se reduce a la puja entre un opulento magnate (léase país, banco o multinacional) bien dormido y bien comido y un famélico individuo sin reflejos (léase país, empresa o ciudadano), mediatizada por las tecnocracias transfronterizas como panacea para asegurar la “confianza inversionista”.

Una mirada desde la sociología jurídica moderna, en especial aquella que tiene que ver con la formación de las leyes, pone de presente que cuáles son las costuras del modelo competitivo e indica cómo a partir de la vigencia del Consenso de Washington –pivote de la globalización neoliberal-, los ordenamientos legales son diseñados por los abogados de las corporaciones transnacionales en las reuniones de los países poderosos con el propósito de maximizar utilidades. Flexibilizaciones, exenciones, subsidios, garantismo corporativo, son estrategias esenciales del nuevo sistema mundial, toda vez que el progreso anunciado, de acuerdo con los postulados de la modernidad, ya no consiste en un esfuerzo común por desplazar la pobreza o las fronteras de la escasez, sino en dinamizar juegos que no suman nada pues un bando debe pagar lo que otros ganan.

En este contexto, y ya en perspectiva académica, es comprensible por qué los campos humanísticos han sido desplazados de la formación profesional, siendo éstos los que dan calidad a la formación educativas, pues construyen las cualidades y valores del ser humano. En muchas universidades del mundo, paulatinamente se han ido desplazando o eliminando de los programas de estudio, aquellas materias que tienen carácter cuestionante, reflexivo, analítico y crítico. Tendencia que se constituye en asunto de suma gravedad, puesto que estos campos no solo enseñan a pensar y a reflexionar, sino que dan fundamentación conceptual y axiológica a todos quehacer profesional, proporcionando el arsenal de conocimiento, principios y valores que permiten denunciar las anomalías de la realidad.

Las disciplinas sociales y humanísticas, pues, no solo posibilitan el desarrollo de competencias meta-cognitivas, en la medida que dan herramientas para aprender a aprender y aprender a comprender, sino que al mismo tiempo fomentan la capacidad para la reflexión y el análisis riguroso y el espíritu

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