DÉCADA DE 1980 III: EL ROCK NACIONAL DURANTE EL FIN DE LA PRIMAVERA ALFONSINISTA]
Florchapeola21 de Junio de 2013
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Introducción
En 1983 la democracia parecía retornar en Argentina. Las personas bailaban al son de la música y se expresaban libremente, sin preocupaciones, sin esconderse ante un gobierno militar que los reprimía. El pueblo volvía a sonreír y el presidente Alfonsín levantaba la mano en alto, alentando a la población con sus discursos democráticos, prometiéndoles un país restaurado, libre y sin miedo.
La música comenzó a transformarse. La felicidad de las personas ante un nuevo futuro prometedor se veía reflejada en cada una de sus actividades, y el estilo musical de rock nacional, tan venerado por los argentinos, no pasó inadvertido y sufrió varias transformaciones ante este hecho, perdiendo, en gran parte, la profundidad del mensaje. El “Rock divertido” comenzaba a formarse y gran parte de la población lo recibía con nuevos pasos de baile.
Para 1987, la incipiente democracia parecía enfrentar muy pronto los fantasmas de un pasado aún latente. Antes de cumplirse un mes del levantamiento militar, tres jóvenes de Ingeniero Bundge fueron ejecutados por la fuerza pública. Se trata de uno de los primeros hechos resonantes de Gatillo Fácil . La inestabilidad política jaqueaba la vida cotidiana de los trabajadores. Pese a eso, nadie dudo en salir a defender la democracia ante una supuesta amenaza militar.
En el espacio musical, el panorama se muestra más complejo y confuso. Aún perdura la vieja dicotomía entre comercial-no comercial / rockero-bolichero y el debate acerca de cómo mantener la pureza cuando el rock es un acontecimiento masivo que mueve mucho dinero. Constantemente, el rock tira propuestas nuevas, refleja realidades e idealismos, alegrías y tristezas. En esta época, ante una desilusión colectiva, el rock comienza a mutar con estilos más oscuros, como el Dark. Pero no todo es nostalgia, a nivel internacional, se comenzó a producir una exportación a varios países de Latinoamérica.
La semana santa de 1987 marca el ocaso de una primavera democrática, cuya consigna había sido “Nunca Más” . Con qué herramientas intentará Alfonsín convencer a los sediciosos de desistir en su levantamiento, mientras una multitud lo espera en la Plaza de Mayo.
Crisis social y económica durante el fin de la primavera alfonsinista
La economía argentina tuvo variaciones de precios claramente superiores a las verificadas a nivel internacional, a partir de mediados del siglo pasado. Más precisamente, puede decirse que Argentina desde 1949 (luego de la crisis de su Balance de Pagos del año anterior) comenzó a padecer un proceso de inflación crónico que perduró por muchas décadas. Dicha historia puede dividirse sintéticamente en varios periodos.
1948-1974: La tasa promedio de inflación (medida por el entonces denominado Índice de Costo de Vida) fue de aproximadamente un 28% anual, aunque registraba bruscas fluctuaciones. Así por ejemplo en 1958 fue del 31.6 % y en 1959 saltó a un 113.7%, cayendo a un 27.3% en 1960.
1975-1985: desde el “Rodrigazo” (Junio de 1975) hasta el lanzamiento del Plan Austral la inflación en Argentina se manifestó con tasas de crecimiento elevadísimas que superaban los tres dígitos anuales.
1985-1989: Anunciado en junio de 1985, cuando la inflación de aquel primer semestre ya llegaba al 303.9 %, el Plan Austral logró estabilizar la economía sin provocar efectos recesivos. El tránsito desde una tasa mensual del 30.5% en junio a sólo 1.7% en Febrero de 1986 fue un éxito muy significativo del programa implementado.
Sin embargo la alegría duró poco tiempo y nuevamente los precios comenzaron a crecer. La experiencia que le siguió al Austral (el Plan Primavera , 1988) fracasó y Argentina comenzó a transitar un camino con un destino final hasta entonces desconocido: la hiperinflación.
Hiperinflación
La hiperinflación no es otra cosa que la aceleración de la tasa de crecimiento de los precios a niveles en los cuales los agentes económicos se desesperan por “desprenderse” del dinero y ello lleva a la pérdida definitiva de todas las propiedades de la moneda (no sólo como depósito de valor sino también como unidad de medida y como medio de cambio).
Un rasgo saliente de los procesos hiperinflacionarios es que la gravedad de los mismos, al destruir el dinero, tienden a su auto-extinción y son de duración relativamente corta (sólo excepcionalmente han subsistido mas de un año, o año y medio) y las consecuencias de este fenómeno sobre la estructura social son catastróficas.
En 1989 se produjo el primer incidente hiperinflacionario que disparó el crecimiento de los precios a niveles nunca antes registrados.
Esto ocurrió ya que el gobierno dispuso, luego de los fracasos de los dos anteriores planes, una devaluación de la moneda. Esta medida produjo un alza de precios que se fue acelerando -hasta producir hiperinflación. Los precios, que en enero se habían incrementado en un 9,5% en mayo treparon hasta el 80% y la cotización del dólar se octuplicó.
Entonces, se puede decir, que Argentina vio “explotar” su sistema de precios y “morir” a su moneda. La variación anual de los precios al consumidor llegó en 1989 a más del 3000%. La evolución mensual del proceso que se muestra en el cuadro indica claramente la aceleración del crecimiento de precios en dicho año.
Crisis Social
En paralelo con la crisis económica de aquel período, ocurría ciertos conflictos entre las Fuerzas Armadas y el gobierno. La dictadura militar había provocado una profunda fractura entre los responsables de la misma y la sociedad.
El sistema democrático se vio amenazado por la rebelión militar carapintada bajo la conducción de Aldo Rico, en la Semana Santa de 1987, para continuar con la política de olvido a las causas contra los militares.
De este modo, el presidente en aquel momento, Raúl Alfonsín, decidió dialogar con ellos en Campo de mayo para llegar a un acuerdo lo más satisfactorio posible y evitar un nuevo golpe de estado, y defendiendo así, el gran valor de la democracia.
A partir de este encuentro, bajo la gran responsabilidad que esto acontecía, tomó la decisión de dictar la Ley de Obediencia Debida y la Ley de Punto Final.
Ley de Obediencia Debida y Ley de Punto Final
La primera ley, dictada el 4 de junio de 1987, consistió en liberar de culpabilidad a aquellos militares de menor rango que hubieran actuado en cumplimiento de órdenes dadas por sus superiores.
La segunda, dictada el 24 de diciembre de 1986, estableció la caducidad de la acción penal contra los imputados como autores penalmente responsables de haber cometido el delito complejo de desaparición forzada de personas (que involucró detenciones ilegales, torturas y homicidios agravados o asesinatos) que tuvieron lugar durante la dictadura militar
Estas dos leyes, originaron críticas de organismos de Derechos Humanos y en cierta parte de la sociedad, ya que ponían un escollo a la búsqueda de justicia, tan bien iniciada, pero tan mal continuada.
Las palabras de Alfonsín con respecto a aquella situación fueron las siguientes:
”Las medidas que nosotros tomamos, que lo hicimos con un criterio de racionalidad, no se compadecían con lo emocional del pueblo en ese momento. De modo que fue algo que se vio como una enorme frustración, en general, por todos los argentinos. Acompañado por todas las organizaciones de derechos humanos y sobre todo por los partidos políticos opositores. De modo tal que cuando Menem, posteriormente, realiza el indulto se creyó que era mucho menos grave que lo que yo había hecho. Que por otra parte no era sino cumplir con lo que había señalado durante la campaña: la responsabilidad principal es de los que mandan, la segunda de los que se han excedido en el cumplimiento de las órdenes y la tercera, los que en ese marco de terror que había, creyeron en la legitimidad de la orden impartida. Entonces, sobre esos yo no quería que recayera la pena.”
A pesar de las leyes que los beneficiaban, los militares continuaron con sus levantamientos.
El rock y la depresión
Hace 25 años, la democracia volvía para quedarse y la política iniciaba un proceso de reconciliación con el rock que, como toda relación, tendría momentos de amor, odio, pasión y reacción. Entonces hubo chichoneo alfonsinista, indiferencia menemista, proteccionismo delarruista, desamparo en Cromañón y legitimación kirchnerista.
Los Redondos escribieron en su mitología una página inolvidable cuando realizaron en la medianoche del 9 de diciembre de 1983 el último recital en dictadura (o el primero en democracia, depende del lado del calendario que se lo mire). Monona, una bailarina del clan ricotero, irrumpió en el escenario del Teatro Bambalinas vestida de militar y terminó su faena completamente desnuda. El mensaje era claro, pero incompleto: el rock necesitaba cambiar de ropa, pero también de piel.
Alfonsín, al asumir, derogó toda lista negra de radiodifusión vigente y en Capital se organizaron ciclos de recitales gratuitos sobre Barrancas de Belgrano. Todo marchaba bien, hasta que Félix Luna asumió como secretario de Cultura y los cortó con la frase: “Excitan mucho al público y provocan actos de violencia”. Y así fue: el Festival de La Falda tuvo su punto final en 1987, tras ocho ediciones consecutivas, a causa de serios incidentes.
El marketing político descubrió al rock nacional en plena hiperinflación. Eduardo Angeloz salió de gira proselitista con Ratones Paranoicos, Spinetta, La Torre, Man Ray, Virus, Melero, Baglietto y Los Pericos ; y cerró su campaña a todo trapo con un acto-show en Ferro, del que también
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