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Resumen El Fin Del Estado-nacion: Ohmae


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  1.582 Palabras (7 Páginas)  •  302 Visitas

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El autor comienza por hacernos reflexionar en torno a la economía y afirma que en la actualidad es imprescindible para la existencia de las naciones-estado y éstos se apoyan en ella y menciona unas preguntas que todos deberíamos hacernos, por ejemplo, ¿son estos estados-nación verdaderamente los actores más importantes de la economía mundial actual? o ¿son la mejor ventana a esta economía? Para resolver estas preguntas es necesario tener en cuenta a las que el autos denomina como las tres “íes” que definen a la economía, siendo estas la inversión de los grandes capitales del mundo, cuyo poder económico puede ser transferido a gran velocidad a través de las fronteras nacionales sin que el estado-nación intervenga y actúe más bien como un tercer espectador. La segunda hace alusión a la industria cuya característica es su orientación mundial y ayuda a ampliar la gama de mercados de capital, consiguiendo recursos, que a su vez se aplicarán en otro país. Y en tercer lugar están las tecnologías de información la cual hace posible que una empresa pueda operar en diferentes partes del mundo sin tener que construir un sistema empresarial completo en cada uno de los países en los que tiene presencia. Estas “íes” han facilitado muchas cosas como por ejemplo han hecho posible que el capital se traslade instantáneamente a cualquier parte del mundo. Sin embargo, el autor agrega una cuarta parte que la constituyen los consumidores, los cuales adoptan una orientación mundial de consumo y compran lo que les conviene sin importar si es nacional o no.

Otra de las cuestiones principales en las que se centra el autor es en un mundo sin fronteras en donde la economía sea el centro de las sociedades alrededor del mundo. Afirma que la economía mundial y los efectos de la moderna tecnología de la información están cambiando las fronteras y las formas de organización de las sociedades al final del milenio. Así los consumidores trascienden las fronteras, que hoy en día sólo representan un obstáculo más que una ventaja, por lo que deben ser eliminadas. Ohmae cree que en una economía sin fronteras, la mano invisible del mercado todo lo regula, a diferencia del pasado en que el mercado se daba dentro de las fronteras del estado-nación. Hoy la actividad económica define el escenario en el que operan todas las instituciones, incluido el aparato de la soberanía del estado. Sin embargo, por esto el estado nación se convierte cada vez más en una ficción nostálgica ya que en una economía sin fronteras, cualquier régimen estadístico que tenga al estado-nación como unidad principal de análisis estará obligatoriamente desfasado. Incluso las fronteras sociales han cedido ante los procesos de convergencia impulsador por la información y la tecnología. Este consumidor se convierte en mundial ya que es parte de una economía mundial.

Para el autor, algunos conceptos que sirven de fundamento a un orden mundial del estado-nación resultan anticuados para nuestro siglo de globalización y deben ser reinventados totalmente y mientras esto no pase, la política seguirá sufriendo las consecuencias internacionales. El autor hace referencia a George Bush y como éste se refiere al “nuevo orden mundial”, y la erosión que ha sufrido por la economía e información de los estados-nación y hace un recuento de la desaparición de estados y la creación de otros como por ejemplo la caída de la Unión Soviética y como buena parte de la sensación de decadencia del moderno estado-nación proviene tanto de su caída como de la de Checoslovaquia, las cuales dejaron de existir formalmente como entidades nacionales únicas. Afirma que el viejo mundo se ha despedazado y con él los modelos de los países industrializados hasta un punto que hace imposible su reparación. Modificando ello la ecuación económica, haciendo obsoleto el papel del estado-nación. Asimismo señala que las líneas de quiebre del mundo surgido en la posguerra no surgen de la política o la ideología, sino de la cultura.

Para el autor, un gran reto que tienen los estados-nación es el rechazo de la gente hacia las corruptas maniobras de los que ocupan el poder ya que es una causa de ruptura de éstos y los gobiernos son los autores de excesivos abusos de los cuales dice que sin esos abusos todo sería perfectamente funcional. Para Ohmae el interés que debería ser más importante es el de las personas y debe anteponerse al nacional.

Otro reto que enfrentan los estados-nación ya no es si tienen la capacidad de imponer sus condiciones militarmente, ni de si a través de la violencia institucionalizada son capaces de controlar a sus propios pueblos, o de si, mediante el ejercicio de la soberanía, pueden acelerar o frenar la expansión del libre comercio; sino, si tienen la capacidad de atraer la economía mundial a sus países, potenciándola de una manera productiva y, más aún, retenerla.

Una vez que comenzaron

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