El Combo Del Instituto Costarricense De Electricidad Con Base En El Neoliberalismo Y Globalización En El 2000.

Aquella mañana de verano del año 2000, me levanté bien temprano, desayuné; y posteriormente, me dirigí a mi amado liceo Monseñor Rubén Odio Herrera, donde cursaba el octavo año. En los pasillos, los rumores de huelga se hacían latentes; los profesores nos comentaban sobre la difícil situación que estaba viviendo nuestro país. Decían que nos iban a quitar todo aquello por lo que nuestros padres y abuelos, lucharon para dejarnos por herencia. Muy inocente, si bien no comprendía exactamente de lo que hablaban, era motivo de celebración saber que no tendríamos lecciones; vaya percepción de adolescentes.

Inevitablemente llegó el día que muchos no deseaban. Estaba en mi primera clase de la mañana, cuando un conserje llegó a informarle a la profesora de español, que se suspendían las clases debido al paro ocasionado por el combo energético, cuya sombra de miedo e incertidumbre, nos cubrió por varios días.

La historia del combo comienza unos años atrás de 1990, con las primeras conductas neoliberalistas impuestas por nuestro ex presidente don Oscar Arias Sánchez en su mandato de 1986 – 1990. Cuando se dio el sonado caso Millicom, en el cual se concesionaron las primeras líneas celulares.

Posteriormente, en la campaña para las elecciones de 1990, en la cual se enfrentaron para las elecciones presidenciales el señor Corrales del partido Liberación Nacional, el cual no apoyaba rotundamente políticas neoliberales y el hijo de un ex mandatario don Miguel Ángel Rodríguez de la Unidad Social Cristiana, visto como otro defensor del neoliberalismo. Durante la misma, se empezó a hablar sobre privatizaciones de empresas del estado costarricense, una de esas mencionadas, estaba el Instituto Costarricense de electricidad (ICE).

El candidato social cristiano anduvo con pie de plomo y no quiso enfatizar en ese tema durante su campaña electoral.“Rodríguez fue muy cuidadoso en no referirse a la privatización del ICE, pero nunca se opuso, y la mayoría de analistas concordaba en que su propósito tácito sí era privatizar” (Bull, 2008, p. 156).

Todos esos intentos concluyeron en 1998. Durante el gobierno de Arias, se mandó al plenario un conjunto de leyes que buscaba fortalecer el Instituto Costarricense de Electricidad. Las intenciones fueron maquillar la apertura del mercado de las telecomunicaciones, y transformar al Instituto en una empresa pública que operaría bajo un régimen de ley igualitario. Esas intenciones buscaban dividir al ICE en dos empresas diferentes, la primera dedicaba exclusivamente a las telecomunicaciones y por consiguiente la otra a la obtención y suministro de electricidad.

Un par de años más tarde, la leyes fueron aprobadas por el poder legislativo, eso trajo como consecuencia un ambiento muy tenso. El sindicato del ICE se mostro muy preocupado, y alzó la voz; se organizaron, se reunieron con otros sindicatos y como consecuencia, nació uno de los movimientos de protesta más fuertes en la historia de Costa Rica, integrado por

El combo del Instituto Costarricense de Electricidad con base en el neoliberalismo y globalización en el 2000.

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el sindicato del ICE, estudiantes de la Universidad de Costa Rica, a quienes posteriormente se unió, casi todo el sector público. En cuestión de horas, el país se paralizo. Hubo protestas en todo el país por varios días, huelgas de hambre realizadas por estudiantes, puertos paralizados, brutalidad policial contra los que luchaban por lo justo, y hasta el lamentable fallecimiento de un ciudadano.

Recuerdo que en nuestro típico actuar de jóvenes, armamos en dos oportunidades un grupo y nos fuimos hasta el parque de las Garantías Sociales. Ahí, sin saber qué era lo que realmente estábamos haciendo, esperábamos a los huelguistas para unirnos a ellos. La comunidad iceísta, comúnmente llamada la gran “marea amarilla”, con sus camisas amarillas bien puestas, con pancartas y altavoces, y sobre todo mucho valor, se dirigía a la Asamblea Legislativa. Era impresionante ver aquella multitud, inducidos por el mismo propósito: rescatar a una de las instituciones más emblemáticas que poseemos; el ICE.

Mientras descansábamos en una banca del parque, frente de la biblioteca nacional, se calentó la situación. Todos corrían, piedras volaban y las personas gritaban. La policía llegó usando su habitual violencia. Hubo mucha tensión, estudiantes heridos y mucha gente corriendo por todos lados. Era, a pesar de mi inmadurez, una situación que nunca habría pensado que ocurriera en nuestra amada Costa Rica.

Esa noche, aún impresionado por la experiencia vivida, y luego de un arduo día de trabajo de mi madre, me senté con

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