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Modelo De Estado Y Proyecto Económico En Nuestra América: Desde La Colonia Hasta Nuestros días

Ruky12 de Julio de 2012

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Índice:

Capitulo N° 1: La ruptura del Pacto Colonial (1776-1810)

- El legado colonial

- La ruptura

Capitulo N° 2. La búsqueda del progreso económico y el orden político (1820-1870)

- Economía y sociedad en la primera mitad del siglo XIX

- La construcción del Estado: ideologías y proyectos políticos.

- El caudillismo como estructura de dominación.

- Los sectores sociales y su vinculación con el poder.

- Liberales y conservadores: de consensos y disensos.

Capitulo N° 3. Las economías de exportación y su impacto sobre las sociedades latinoamericanas (1870-1930)

- Desarrollo de las economías de exportación: la plantación esclavista, la región campesina y minera, áreas de inmigración.

- Proyectos para la transición de la economía tradicional a la economía industrial

- Crecimiento urbano y estructura social: desarrollo de los sectores medios y populares. Conflictos sociales y cambios ideológicos.

Capitulo N° 4. El agotamiento de las economías de exportación y la búsqueda de un nuevo modelo (1930-1950)

- La crisis de 1930: El impacto de la crisis en los países centrales y periféricos.

- El proceso de industrialización por sustitución de importación.

- Algunas diferencias en las estructuras sociales de los países latinoamericanos.

- Los Estados Nacionales. Un nuevo modelo “el populismo”.

- La Segunda Guerra Mundial y sus efectos sobre América Latina.

- Estado y economía. Nuevo modelo “El desarrollismo”.

Capítulo N° 5. El impacto de la Guerra Fría en América Latina (1950-1970)

- La Guerra Fría y la Doctrina de Seguridad Nacional.

- La Revolución Cubana.

- La política estadounidense para América Latina.

- Modernización económica, un proyecto de profundización industrial.

- El estado burocrático autoritario.

CAPITULO 1:

La ruptura del Pacto Colonial (1776-1810)

El legado Colonial

A principios del siglo XVII ya se habían interconectado las zonas de América conquistadas por los europeos y se había establecido la forma de dominación económica que moldearía al mundo moderno.

La expansión europea fue posible por una combinación de factores: destreza técnica, el desarrollo de las armas y la base económica.

Asimismo, el poder europeo tenía que estar dispuesto a perseguir lo desconocido con un ímpetu especial. España y Portugal con su ideal de cruzada descubrieron el incentivo para la empresa, o sea, convertir a las masas nativas a la verdadera religión: la fe cristiana. Así los españoles llegaron al Nuevo Mundo prolongando una conquista espiritual que se había iniciado en su tierra contra los moros. Portugal, aunque se había deshecho del intruso musulmán, se hallaba comprometido con la expansión de la fe cristiana.

Castillo de San Felipe de Morro, San Juan, Puerto Rico

Hasta aquí es necesario establecer una diferencia entre la ocupación española y lo que se ha dado en llamar la América Portuguesa. El legado colonial en América es propio de la ocupación española.

Dos aspectos caracterizan la ocupación portuguesa en América:

• No había en Brasil una civilización india comparable a la azteca o la inca, lo que significó que los portugueses no se enfrentaron con una civilización indígena asentada y muy organizada. Además no había indicios de oro y plata.

• La mayor contribución de Brasil hasta el siglo XVIII fue la agricultura, no la minería.

La escasez de recursos humanos y minerales forzó a la corona portuguesa a valerse de medios inusuales para persuadir a sus súbditos para que ocuparan las posesiones del Nuevo Mundo.

Sólo a mediados del siglo XVI, la corona comenzó a establecer una burocracia imperial efectiva, cuyo objetivo fue defensivo; Brasil recibió menor atención y el control monárquico se inició de forma más relajada que en la América española.

Casi a principios del siglo XVIII, los terratenientes desarrollaron una lucrativa industria azucarera en el noreste brasileño, utilizando mano de obra indígena; El siglo XVIII es el período en el que se intensifica la trata de negros.

El auge azucarero significó que otras potencias europeas quisieran participar de él; holandeses e ingleses compitieron con el nordeste brasileño, que ya se había convertido en la mayor fuente mundial de caña de azúcar.

Se puede señalar que los mismos factores socio-económicos impuestos no sólo en un medio diferente sino con una idea de la sociedad y del Estado diferentes, crean condiciones propias en las regiones; dichas condiciones las diferencian y condicionan hasta la actualidad.

Retomando la América española, es importante advertir que los objetivos de riqueza y nobleza le sirvieron de impulso para encarar el camino hacia un destino incierto. La conquista de los aztecas y de los incas fueron ejemplos de la amenaza del avance de una civilización sobre otra, en la que los conquistadores contaron con superioridad tecnológica y también con factores culturales, con la transmisión de enfermedades desconocidas y con los conflictos civiles que afectaban a más de una tribu.

No se tardó mucho tiempo en recrear en América aspectos de la sociedad española

La estructura económica del imperio era un reflejo de la teoría mercantilista predominante de que la autoridad económica debía realzar el poder y el prestigio del Estado, medido por la acumulación de barras de oro y plata. Un buen mercantilismo debía presentar una balanza comercial favorable y adquirir especias o lingotes como pago. España trató de monopolizar el acceso a la riqueza descubierta en el Nuevo Mundo.

El objetivo principal fue la minería, primero de oro y luego de plata. Otro objetivo era mantener un control completo sobre el comercio.

El fundamento central de esta economía fue el trabajo indígena. Los nativos pagaban tributo a la Corona y a sus emisarios. Se trató de proteger a los indios por medio de leyes: pasaron de la tutela de los conquistadores a la jurisdicción directa de la Corona. En realidad, los cambios sólo alteraron la forma legal de la opresión, ya que ésta persistió.

En países mineros como México y Perú los sectores ocupados en la explotación extractiva fueron diferentes. En el caso mexicano los mineros constituyeron un grupo dotado de bastante capital como para encarar de forma autónoma sus actividades. En cambio, en Perú los mineros dependieron sobre todo de la actividad mercantil, con lo que perdieron su autonomía, hecho que se agravó por el empobrecimiento de las minas.

Fortaleza, Cartagena de Indias, Colombia

La Ruptura

El pacto madurado en los siglos XVI y XVII comenzó a transformarse en el siglo XVIII. Influyó la decisión por parte de la Corona de asumir un nuevo papel frente a la economía colonial, cuya expresión legal fueron las reformas de 1778-1782, que establecieron el comercio libre entre España y la India.

Estas reformas se insertan dentro del concierto internacional en los profundos cambios tecnológicos y sociales que se produjeron en Inglaterra a partir de 1750.

Las reformas españolas implicaron que el aporte posible de las colonias no era sólo en metálico, sino también en el descubrimiento de las posibilidades de las colonias como mercado consumidor. Comenzó una fragmentación del área económica latinoamericana en zonas de monocultivo que terminarán por estar mejor comunicadas con su metrópoli ultramarina que con cualquier área vecina. Esto no fue beneficioso a la larga.

La reforma comercial no sólo consolidó y promovió estos cambios en la economía sino también que se vinculó con otros que se produjeron en la metrópoli. Esa nueva presencia de la actividad mercantil dio a lo largo del siglo XVIII el dominio de los mercados locales a comerciantes venidos de España que desplazaron a los criollos y que son denunciados como provenientes de Cádiz.

El despertar económico de la España del 1700 no tuvo el rigor necesario para que la metrópoli pudiera asumir plenamente el papel de proveedora del Imperio. El nuevo pacto colonial benefició más al comercio que a la industria española, quedando entonces el país como un mero intermediario entre el Nuevo Continente y las nuevas metrópolis económicas europeas surgidas de la Revolución Industrial.

CAPITULO 2:

La búsqueda del progreso económico y el orden político (1820-1870)

Economía y sociedad en la primera mitad del siglo XIX

La ruptura del pacto colonial significó el fin del monopolio y la entrada en el libre comercio legal, que América había practicado con el contrabando. La incorporación de la región en un nuevo sistema comercial constituyó uno de los rasgos más característicos del período. Esta incorporación fue lenta y casi limitada. A partir de 1870 se profundizaron esos lazos comerciales.

Las rígidas cadenas de comerciantes propias del tráfico español fueron reemplazadas por los circuitos más ágiles, a precios más bajos, en donde el pago en efectivo era preferido al crédito. Los comerciantes británicos se vieron privilegiados por la situación de inestabilidad política y les sacaban ventajas a los comerciantes locales porque estaban exentos de pagar impuestos, mientras que los nativos los pagaban y hasta extraordinarios, para costear las guerras.

Si bien Gran Bretaña conservó su posición monopólica en cuanto al comercio

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