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Resumen De La Patria Del Criollo


Enviado por   •  20 de Junio de 2014  •  2.494 Palabras (10 Páginas)  •  498 Visitas

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Introducción

LA PATRIA DEL CRIOLLO

Se presenta un resumen analítico en el ámbito historiográfico sobre el proceso de mestizaje, el surgimiento del ladino y la construcción del proyecto nacional en Guatemala a partir de la idea de la ladinización.

Dos preguntas básicas y un propósito se desprenden en la actualidad para el caso de Guatemala a la hora de reflexionar sobre el mestizaje como proceso histórico y como contenido ideológico de un proyecto nacional y de una ideología nacionalista, partiendo del mito sobre la mezcla de las razas (especialmente la indígena y la española).

La primera de ellas es saber cómo el mestizaje pasó a producir el concepto de ladino, sin que este fuese exclusivamente su sinónimo, sino una nueva etapa ideológica del mismo. De hecho, en el sentido de la miscegenación, ladino es sinónimo de mestizo, pero al final de la Colonia también lo era de castas y, en la época actual lo es de no- indígena, concepto que ha perdido el primigenio sentido racial del mestizaje. Por eso, se nos impone una investigación histórica de la evolución del término para poder comprender el carácter ideológico que tiene en la Guatemala de hoy. La segunda pregunta es cómo el ladino pasó a ser el actor de la historia nacional guatemalteca y, por ende, cómo su ideología étnica —la ladinización- pasó a constituirse en el paradigma de nación en la primera mitad del siglo XX.

En cuanto al propósito, es el de ayudar a reflexionar desde la historia cómo se puede ayudar comprender la crisis en que se encuentra la nación en Guatemala.

El punto de partida para ello será el análisis de La patria del criollo de Severo Martínez Peláez, dedicados hablar sobre el mestizaje durante la Colonia en el Reino de Guatemala y sobre la permanencia de elementos de la realidad colonial hasta nuestros días.

La historia empieza relatando el terremoto del 18 de febrero de 1651. Habiendo sido este uno de los días más devastadores para la Ciudad de Santiago de Guatemala, cuenta como la gente reacciono al verse envuelta entre retumbos del suelo y la vista de edificios derrumbándose, como acudían a confesar sus pecados entre los escombros de las iglesias que habían quedado en pie en la plaza mayor.

Entre las aglomeraciones de gente había un niño de 8 años a quien más adelante se le conoce con el nombre de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, describe la infancia de este pequeño y como a pesar de verse rodeado de indios y esclavos negros era impedido por su abuela y familia relacionarse con ellos por su clase social, ya pues que el consejo cotidiano para el muchacho era que los indios debían obedecer su subordinación, el los veía a diario sudoroso y trabajadores jalando leña, granos, legumbres y lechuga en sus espaldas. De ahí empezó hacerse difícil el comprender del porque el desprecio que los padres y demás personas mayores recomendaban para estos seres descalzos y raidos. Pero poco a poco fue adoptando las formas de conciencia de su clase social, las cuales ya de adulto deja plasmadas en una extensa crónica Del Reino de Guatemala en el Siglo XVII.

¿Quién era aquel hombre? En el siguiente capítulo explica con buenos fundamentos esta pregunta.

Francisco Antonio Fuentes y Guzmán era descendiente de los conquistadores y primeros inmigrantes españoles de Guatemala, provenía de las familias más poderosas de la ciudad, su genealogía aparecía de los Bernal Díaz del Castillo, Alvarado, los Berra, los Chaves, los Castillo, Polanco, Villa Creces y Cueva. Su genealogía llevo a este hombre desde temprana edad a ocupar el puesto de Regidor del Ayuntamiento durante treinta y ocho años con dos periodos de interrupción en los cuales fue Alcalde Mayor de Totonicapán y Sonsonate, pudiendo adquirir así..

En este libro nos damos cuenta de que el indio viene de último. Se había rezagado en alguna parte, y aun al acordarnos de él se nos aparece desdibujado, empequeñecido, desprovisto, del alto relieve que ostentan otros elementos de la Recordación.

Como sabemos la Recordación es un documento histórico es la principal fuente para el conocimiento de los indios de Guatemala durante la época colonial, y sólo la crónica de Ximenez puede comparársele sin llegar nunca a serle igual. Lo que ocurre es que la obra, lejos de pecar de infidelidad en este punto, es un reflejo exacto de la realidad dentro de la cual se gestó. Como los criollos vivían del trabajo de los indios estos tenían que ser, en una u otra forma la preocupación cardinal del gran testimonio criollo que es la Recordación. Los criollos querían disimular la verdadera procedencia de su bienestar y su riqueza, y ese móvil los llevaba a negarle méritos a los indios, a borrar la gran importancia de su trabajo, agigantando sus posibles deficiencias, ocultando el origen económico de las mismas inventando muchas otras y socavando por todos los medios del prestigio de los nativos.

Hay que analizar los sorprendentes momentos en que el cronista, alterando su posición fundamental de negación del indio, parece adoptar de pronto actitudes de apoyo y defensa de los indígenas. En todos estos momentos puede comprobarse que ocurre uno de estos dos fenómenos: lo más frecuente es que esté considerando a los nativos, en su llana relación con los criollos, sino en sus relaciones con los españoles y que la aparente defensa no sea otra cosa que la negación de la negación que aquellos hacían del indio.

Los indígenas no adoptaron plena y exclusivamente las creencias de la indoctrinaciòn católica, sino las combinaron con creencias suyas y desarrollaron una religión mixta, fue observado por todos los cronistas coloniales. Hay que buscar aquellas causas, por supuesto, en el bajo nivel cultural en que fueron mantenidos los indígenas durante la colonia. Tiene que haber sido un factor de primer orden, también la tendencia de los indios a mantener vivas sus tradiciones: no por inercia, sino dentro de un esfuerzo enderezado a no aceptar plena y pasivamente las creencias introducidas por sus dominadores y enemigos de clase.

Concluyamos, la supervivencia del paganismo y el rechazo del catolicismo eran fenómenos derivados del odio que los indios sentían hacia sus dominadores y explotadores. No podían éstos últimos, por lo tanto, ver con tranquila indiferencia las pruebas de que la conciencia del indio no estaba plenamente conquistada.

Tres son los prejuicios que con insistencia y maña, se repiten a lo largo de todos los escritos elaborados por los grupos terratenientes en el conflicto de 1663. Uno es afirmar que los indios son haraganes, que

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