SAN FELIX DE CANTALICIO
milenadelvalleTrabajo16 de Marzo de 2016
8.613 Palabras (35 Páginas)874 Visitas
Introducción
La comunidad de San Félix de Cantalicio tiene gran importancia en nuestro municipio Cedeño. En sus historia, fundación, religión, deporte, cultura, gastronomía, visión y misión. Con sus pasados, antes pasados y presentes.
Durante el descubrimiento de esta fundación de estos pueblos o comunidad les costó la vida a muchos aborígenes por oponerse al proceso de colonización que emprendieron los españoles para ese momento.
Todos los pueblos del mundo tienen una historia, que sus pobladores deben conocer para conservar sus raíces y trasmitirlas de generación en generación para rescatar sus valores, costumbres y contarlas a sus visitantes.
Es así como diferentes opiniones y expresiones de pobladores de San Félix de Cantalicio pueden describir lo hermoso y la calidez en que se puede experimentar en esta hermosa tierra, lleva de personas que desde el primer momento de tratarlas de transmiten la sencillez y la humildad con tratan a habitantes y visitantes.
Índice
Introducción……………………………………………………………………….. 2
1. Reseña Histórica de la Comunidad………………………………………… 4
2. Cultura…………………………………………………………………………. 12
3. Gastronomía…………………………………………………………………... 17
4. Economía…………………………………………………………………....... 18
5. Reseña Histórica de la Escuela…………………………………………….. 20
6. Fauna y Flora…………………………………………………………………. 24
7. suelos………………………………………………………………….............. 25
8. Aspecto Social………………………………………………………………… 26
9. Estructura del Consejo Comunal …………………………………………… 27
10. Religión…………………………………………………………………............ 28
11. Deporte…………………………………………………………………............ 28
12. Visión…………………………………………………………………............... 29
13. Misión…………………………………………………………………............... 30
Conclusión…………………………………………………………………............. 31
1. Reseña Histórica De La Comunidad de San Félix de Cantalicio
En el Municipio Cedeño del Estado Monagas, uno se encuentra a su paso con el colonial pueblo de san Félix de Cantalicio, el cual es un ejemplo de la Venezuela rural que lucha por preservar su historia y esencia agrícola.
En la ruta que comunica a Caicara de Maturín con el resto de las poblaciones del norte del Estado Monagas está ubicado el peculiar pueblo de San Félix de Cantalicio. El mismo fue fundado con los indios Chaimas el 2 de Marzo de 1718 por fraile franciscano Jerónimo de Muro quien de seguro, quedo encantado de la fertilidad de los valles de rompo ñopa por donde corren las aguas del río Guarapiche lo cual permitía el transporte fluvial en la zona.
Por esa razón o mejor dicho por esas condiciones naturales San Félix fue considerado por muchos años como uno de los pueblos más ricos e importantes de esta parte de Oriente. En primer lugar, fue varias veces asaltado por los indios caribes que ocasionaron su destrucción y restablecimientos en 1720; en segundo lugar, porque fue el punto de partidas de muchos de los misioneros fundadores de varios pueblos monaguenses, que posteriormente dejaron a San Félix en un letargo que solo fue interrumpido por el paludismo y los fusiles de una que otra guerra de las tantas que afectaron a estas tierras en el XIX.
Hoy San Félix es un pueblo típicamente agrícola. En su mayoría sus habitantes viven de la siembra de pimentón, tomate, maíz y principalmente del tabaco cuyo cultivo fue implementado por inmigrantes canarios venidos en la década de los años 50 para convertir a este pueblo en la principal zona tabacalera del Estado Monagas, ya que en la actualidad se cultivan unas 300 hectáreas de tierras que dejan una cosecha anual de aproximadamente 600 mil kilos de hojas de tabaco que son secadas en los tenderos y posteriormente vendidas a las principales empresas del país dedicadas a la producción de cigarrillos.
En San Félix se pueden apreciar de otros atractivos. Entre ellas destacan las ruinas y la flechada de la iglesia en donde están las imágenes de varios santos, santas y principalmente San Félix de Cantalicio quien fue un apreciado fraile franciscano canonizado en 1712. También se puede disfrutar de la frescura del clima, caminar por la Plaza Bolívar y conversar con personas como Doña Nicolasa quien le invita a darse un chapuzón en rio, tomarse una polarcita y saborear unos espaguetis con sardinas o sancocho de guara que es la especialidad de la casa.
San Felix de Cantalicio Capuchino Mististico Amante de la Pobresa, la Humildad y la Gratitud
El 18 de Mayo de 1587. Nació en Cantalicio, cerca de citta educarle, en la Apulia. Sus padres eran campesinos muy piadosos. Supieron educarle tan bien que sus compañeros de juegos, cuando lo veían acercarse, le gritaban: “Ahí viene San Félix”. El santo pastoreaba las vacas desde niño, conducía su rebaño a algún paraje tranquilo, donde pasaba largas horas en oración ante una cruz que había grabado en el tronco de un árbol. Cuando tenía doce años, entro a trabajar en la casa de un rico propietario de Citta Ducale, llamado Marco Tulio Pichi o Picarelli, quien empleo primero como pastor y después como cultivador. Era todavía muy joven cuando aprendió a meditar durante el trabajo y pronto alcanzo un alto grado de completacion.
Tanto en dios como en las criaturas que le rodeaban como en sí mismo, encontraba abundante materia de meditación. Más tarde, un religioso le preguntó cómo podía vivir en la presencia de Dios en medio del trabajo y las ocasiones de distracción. El santo le respondió: “Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos sencillos.” Su materia predilecta para meditación era la pasión del señor, que no se cansaba de contemplar. Félix era tan alegre como humilde; jamás se dio por ofendido cuando alguien le injuriaba; en vez de responder groseramente, replicaba: “Voy a pedir a Dios que te haga un santo,” El relato de la vida de los padres del desierto le produjo cierto deseo de seguir la vida eremítica; pero comprendió que era un genero de vida peligroso para él.
Todavía se hallaba en deuda sobre su vocación, cuando un accidente vino a mostrarle la voluntad de Dios. Se hallaba un día arando un terreno con un par de bueyes nuevos, cuando su amo se acerco a él. Los animales, asustados por la presencia del propietario u otra razón, derribaron a Félix quien trato de contenerlos; aunque el arado le pasó por encima el santo se levanto ileso. Para agradecer a Dios aquel milagro, Félix pidió ser admitido como hermano lego en el convento capuchino de citta Ducale. El padre guardián, después de hablarle de la austeridad de la vida conventual, le dejo frente a un crucifijo: “Considera, le dijo frente a un crucifijo:” Félix rompió a llorar y el superior comprendió que, si sentía tan intensamente la pasión de Cristo, debía ser un alma elegida.
Félix hizo el noviciado en Anticoli. Desde los primeros meses, paso imbuido en el espíritu de su orden, pues amaba la pobreza, la humildad y la cruz.
Con frecuencia rogaba a su maestro de novicios que le redoblaran las penitencias y mortificaciones y le tratase con mayor severidad que los demás, pues sus compañeros eran, según él, más inclinados a la virtud. Aunque estaba persuadido de que todos eran mejores que él, sus hermanos de religión le llamaban “El Santo,” como lo habían hecho antaño sus compañeros de juegos.
En 1545, hacia los treinta años de edad, hizo los votos solemnes. Cuatro años más tarde, fue enviado a Roma, donde durante cuarenta años, es decir, casi hasta su muerte, salió diariamente a pedir limosna para el mantenimiento de la comunidad. El oficio era muy pesado, pero San Félix se regocijaba por las humillaciones, fatigas e incomodidades que traía consigo y nada le podía distraer su pensamiento de Dios. Con la aprobación de los superiores, que tenían absoluta confianza en su discreción, ayudaba generosamente a los pobres con la limosna que juntaba. Además, visitaba los enfermos, a los que serbia personalmente y consolaba a los moribundos. San Felipe Neri le prodigo gran estima y le gustaba conversar con él; a manera de saludo, los dos santos de Dios se deseaban mutuamente una participación más intensa en la pasión de Cristo.
San Félix se trataba sí mismo con gran severidad. Andaba descalzo y usaba cilicio; ayunaba a pan y agua, ya que podía hacerlos sin llamar la atención y se contentaba con los mendrugos de pan que encontraba en el fondo de su alforja.
Ocultaba celosamente los dones sobrenaturales que Dios le concedía; sin embargo, algunas veces, cuando ayudaba en la Misa, era arrebatado en éxtasis a la vista de todos. Cuando Félix era muy anciano y achacoso, el cardenal protector de la
...