ARQUITECTURA MEXICANA DEL SIGLO XVI (GEORGE KUBLER)
CARRETO VELAZQUEZ MITZY THALIA oEnsayo16 de Agosto de 2021
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Introducción: Los frailes mendicantes.
Hacia 1550 se levantaba sobre las ruinas de la civilización indígena un estado colonial las ordenes mendicantes: franciscanos, dominicos y agustinos trozaron los pueblos, construyeron las iglesias, gobernaron las comunidades y educaron a los indios; predicaban la pobreza y el retorno a un estilo de vida similar al de cristo y sus apóstoles. su diferencia con las otras ordenes se hacían evidentes en su actividad predicadora y la renuncia al retiro monacal a y a la opulencia del clero colonial. En México, sus misiones y escuelas fueron centros de donde surgieron los patrones de la cultura colonial.
La verdadera fuente de poder de los mendicantes en la que se apoyaba no era en las ayudas financieras si no en, los privilegios autocráticos acordados por el patronato real de la iglesia en América (1508); el papado concedió privilegios especiales a la corona española incluyendo la recolección de diezmos y el derecho de proponer o Designar a los candidatos para todos los beneficios eclesiásticos en las colonias de América. La Corona eligió a los mendicantes para desempeñar esta misión por dispensa especial se permitió que miembros del clero regular fueran investidos como sacerdotes parroquiales de esta manera la corona confirmó a las ordenes mendicantes el ejército de la autoridad religiosa total en breve la autoridad de los mendicantes fue prácticamente.
El colectivismo agrario de los pueblos de América fue un medio ideal para el logro de la comunidad cristiana; en este esfuerzo el misionero se acercó más al indígena que los demás europeos y contra la voluntad de estos mantuvo la custodia de los indios, la evangelización formal de los mendicantes en México empezó con la llegada de 12 franciscanos en 1524, los dominicos les siguieron en 1526 y los agustinos en 1533. Los franciscanos encabezados por Martin de Valencia penetraron rápidamente en los grandes centros de población indígena (el primer obispo de México), al igual que Juan Fray de Zumárraga. Los misioneros franciscanos fueron los primeros en establecer una amplia red de fundaciones.
Así mismo, los templos eran construidos por las ordenes mendicantes cuya misión los grandes centros urbanos debe suponerse que estos constituyeron los restos físicos que atestiguan la existencia de antiguas ciudades densamente pobladas en el caso de la actividad arquitectónica puede comprobarse que existía una estrecha relación entre la escala de la empresa constructiva y la población local disponible para llevar a cabo el proyecto.
Hay un dominio franciscano de la mayoría de los grandes centros de población indígena este hecho se explica principalmente por la prioridad de los franciscanos en las campañas de catequización en México; esta fue la orden favorecida por la corona de ella salió la primera selección de evangelizadores. Los franciscanos erigieron edificios modestos en varios pueblos importantes, esta práctica contrasta con la de los agustinos que frecuentemente pretendieron realizar construcciones suntuosas en pueblos de mediana importancia, también los dominicos impusieron programas constructivos ambiciosos en centros pequeños
Los franciscanos sujetaron sus pretensiones arquitectónicas a los recursos disponibles de la población local en las áreas de densa población era común que se edificará un templo de bóveda o una basílica clásica las proporciones de estas construcciones dependían no sólo del tamaño de la población sino de su distancia de la capital, esto se debía a la relación íntima de tres factores: densidad de población, nivel tecnológico y distancia de la capital.
Los franciscanos, en lugares donde no existían poblaciones grandes, como en Michoacán prefirieron conventos simples y construcciones de vigas en oposición al costoso sistema de bóveda.
Si la tradición o la fuerza de trabajo locales lo permitía se erigían construcciones de mampostería en las regiones menos civilizadas o en distritos lejanos o menos poblados como Jalisco, las construcciones era comúnmente de adobe y techos de materiales perecederos ; las excepciones más notables a esta regla las encontramos en los establecimientos urbanos proyectados para el uso de los europeos, tales como Puebla o Morelia dónde el trabajo de construcción era pagado y subsidiado con fondos de la corona.
Las obras de los agustinos no guardan la estrecha relación con las dimensiones de la población que caracterizó a los franciscanos. Los logros de los dominicos al construir edificios tan notables como los de yanhuitlan, coixtlahuaca, teposcolula se relacionan con el dominio indisputado que ejercieron sobre los altamente civilizados pueblos mixtecos; grandes asentamientos humanos de artesanos contradicción en el arte de labrar la piedra y componentes dirigentes europeos dieron a la obra de los dominicos el sur de México una calidad jamás alcanzada en ninguna región de Nueva España.
Para el indígena el trabajo no era considerado ya como rito, si no como una mera necesidad; esto debió haber sido uno de los aspectos más revolucionarios y perturbadores de su contacto con los europeos. Los misioneros mendicantes se percataron de esta situación intentaron compensarla a través de un ceremonial exagerado que resultaba extraño aún para los propios europeos.
La actividad constructiva dentro del marco de la urbanización provocó pérdida de población y el mismo trabajo de construcción implicó traslados de población a diferentes sitios. Cada construcción, cada artefacto colonial, fue producto de la destrucción de una cultura y de la caída de una raza.
Capítulo V – La arquitectura civil.
Este capítulo se centra, en la arquitectura exclusivamente civil, de la cual existen escasos ejemplos debido a que las edificaciones que hoy en día han subsistido más ejemplares son las religiosas que se abordarán en otros capítulos. Otra razón de que haya más ejemplos religiosos que civiles en el siglo XVI consiste en que, las funciones que la institución de la iglesia novohispana realizaba eran muchas y muy variadas, por lo que se tenía que construir edificaciones perdurables. El autor aclara una vez comenzado el capítulo que, para sus propósitos, los tipos de edificaciones que tomará en cuenta para esta sección serán aquellas que cumplían una función pública no importando que estuvieron bajo la administración del clero, tales como hospitales, escuelas, acueductos, entre muchos otros.
Poco después de 1521, la ciudad de México estuvo en riesgo de desaparecer por el estado en que quedó tras las batallas que consumaron la conquista. Es por esto que fue muy difícil construir en la capital del virreinato inmediatamente después de este hecho, y las que alguna vez existieron, sólo es posible reconstruirlas con base en textos, ruinas y haciendo una analogía con las construcciones civiles rurales de las cuales sí existen por lo menos algunos ejemplos. Con base en los textos en que Kubler se basó, las casas con patio de tipo andaluz fue la que más predominó durante el siglo XVI.
Una de sus excepciones sería la primera casa tomada a estudio, el Palacio de Cortés en Cuernavaca que, contrario al modelo anteriormente mencionado, no cuenta con patio, pero sí toma el aspecto de un fuerte militar, característico de la arquitectura de la primera mitad del siglo XVI. Esta casa también es contraria a la clasificación que el autor hace al decir que el elemento del patio era un privilegio que sólo la clase alta podía tener, en cambio, las casas cerradas quedaban a la población de clase baja. Dos de las obras arquitectónicas que fueron construidas por Cortés en la capital y cumplen con la característica de tener grandes patios son las Casas Viejas, hoy en día lugar donde se encuentra el Monte de Piedad, y las Casas Nuevas, sitio que alberga actualmente el Palacio Nacional. En un principio Cortés vivió en las Casas Viejas hasta 1529, año en el que la Real Audiencia compró la casa de Cortés para tener un alojamiento oficial y digno de su poder. Cortés se mudaría a las Casas Nuevas que también, años después, pasaría a ser un edificio público. Se cree que, desde un inicio, Cortés edificó ambas casas pensando en llegar a establecer en estos lugares el gobierno virreinal.
Kubler hace mención de otras edificaciones civiles pertenecientes a otros conquistadores que levantaron sus casas sin tanto esplendor como las de Cortés. Así mismo, también hace mención de las casas denominadas “palaciegas”, que nos dan una idea de la suntuosidad con que contaban, tal como el Palacio Episcopal que se comenzó en 1546 a petición de Zumárraga, quien dejó sus anteriores viviendas, la casa arzobispal, al Hospital del Amor de Dios que nunca recibió el inmueble. Para 1554, las casas ya no tenían el aspecto militar de los primeros años posteriores a la conquista y tenían la orden de realizarse “obedeciendo al trazo rectilíneo de las calles principales”. Una particularidad que cambiaría para las décadas de 1560 y 70 sería el cambio de los tejados de dos aguas típicos de Castilla, por el tradicional techo plano de la antigua Tenochtitlan. Esos techos serían de gran utilidad ya que les permitían cultivar sus propias flores y/o plantas, como tenían costumbre los mexicas.
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