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COMO HA CAMBIADO PANAMÁ

TS3123 de Marzo de 2014

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Ha c e 180 años, entre el 22 de junio y el 15 de julio de

1826, se reunió en Panamá el Congreso Anfictiónico, el

cual tenía el gran objetivo de crear una confederación de

los pueblos latinoamericanos, desde México hasta Chile

y Argentina. Era el momento cumbre de las revoluciones

independentistas hispanoamericanas. Simón Bolívar y

el mariscal Antonio José de Sucre acababan de liberar el

Alto Perú (Bolivia), último bastión del realismo español

en el continente. Salvo Cuba, Santo Domingo y Puerto

Rico, toda la América hispana era finalmente libre, luego

de décadas de sangrientas guerras contra el poder colonial.

Parecía llegado el momento de consolidar y cimentar sobre

bases firmes la decena de jóvenes repúblicas que acababan

de nacer. Era la hora de construir y dejar atrás la fase

destructiva que toda revolución conlleva. Había que unirse

y reforzarse, pues los peligros acechaban a los inexpertos

estados: la anarquía interior, la posibilidad de invasiones

de reconquista por parte de Fernando VII, apoyado por la

Santa Alianza europea, la voracidad comercial del imperio

británico y de los ya temibles Estados Unidos.

El Congreso Anfictiónico de Panamá fue, a la vez,

la culminación del máximo sueño de Bolívar y el

comienzo de su fracaso. Esta magna asamblea, que debía

fundamentar una gran nación que, por extensión, población

y riquezas naturales jugaría un papel de primer orden en

el mundo, puso al descubierto todas nuestras debilidades.

Frente a la gran capacidad visionaria del Libertador se

opuso la cortedad de miras de las oligarquías regionales,

de latifundistas y comerciantes supeditados a los capitales

extranjeros. Mal que por cierto, ciento ochenta años

después, todavía nos aqueja.

La lucha por la libertad siempre estuvo asociada a

la idea de la unidad

América una grande familia de hermanos"; pasando por

la Declaración de los derechos del pueblo de Chile, en

1811, que invocaba la unidad continental para hacer

respetar su soberanía; hasta los primeros documentos

del Libertador, como la Carta de Jamaica de 1815. La

idea de la confederación no implicaba para Bolívar el

desconocimiento de las particularidades regionales, las

dificultades geográficas y las diferencias económicas.

En la Carta de Jamaica, reconoce la posibilidad de que

lleguen a surgir hasta 15 ó 17 estados "independientes

entre sí". Bolívar visualiza la consolidación de seis

repúblicas principales: México, Centroamérica (incluyendo

al Istmo de Panamá), la Gran Colombia (de la unidad de la

Nueva Granada y Venezuela), Perú (incluyendo Bolivia),

Buenos Aires y Chile.

Estas repúblicas habrían de conformarse siguiendo la

tradición del "uti possidetis iuris", es decir, manteniendo

la conformación política que le dio la administración

colonial española a sus enormes posesiones en América.

Sus gobiernos deberían ser centralistas, a criterio de

Bolívar, ya que para él, el federalismo a ultranza fue la

causa de la división y fracaso de las primeras repúblicas

proclamadas hacia 1810, periodo que se ha dado en

llamar en Colombia como de la "patria boba". Eso sí,

el Libertador rechaza tajantemente la idea de sujetarlas

bajo un régimen monárquico, principio que sostuvo

hasta el final de sus días, pese a que reiteradamente le

fue propuesto proclamarse emperador, como Napoleón.

Siempre se mantuvo ferozmente republicano, aunque

fuera bajo un régimen con libertades recortadas, por

temor a la anarquía. Cuando, en la Carta de Jamaica,

el Libertador especula con la idea de crear una sola

nación continental, adquiere un tono más bien escéptico.

Veamos:

A decir de los historiadores Celestino Araúz y Patricia

Pizzurno, la unidad hispanoamericana estuvo siempre

presente en las mentes de los libertadores, desde "el

Precursor", Francisco de Miranda, cuando en 1791 en

su Carta a los Americanos hablaba de "formar de la

Una primera versión de este ensayo fue publicada en el Boletín Informativo No. 122,

del 31 de mayo de 2006, del Congreso Bolivariano de los Pueblos.

Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo

Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue

sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen,

una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por

consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los

diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible,

porque climas remotos, situaciones diversas, intereses

opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América.

18Por eso, cuando a partir de 1824, frente a una América

casi completamente liberada, Bolívar retoma la idea

para concretarla, no está pensando en crear un solo

estado nacional bajo un gobierno presidido por él,

como falsamente adujeron oligarcas extranjerizantes,

como Rivadavia, para justificar el boicot al Congreso

Anfictiónico. Más bien tenía en mente una Liga o

Alianza que fuera política, económica y militar, sin

que ello significara la disolución de los gobiernos y

repúblicas que le conformaran. Por ello dice, en su Carta

de Jamaica:

¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para

nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que

algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto

congreso de los representantes de las repúblicas, reinos

e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de

la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes

del mundo. Esta especie de corporación podrá tener

lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración;

otra esperanza es infundada, semejante a la del abate

de St. Pierre, que concibió el laudable delirio de reunir

un congreso europeo para decidir de la suerte y de los

intereses de aquellas naciones.

Convocatoria del Congreso de Panamá

Apenas consolidada la Gran Colombia, y como su

presidente, Bolívar realiza una primera convocatoria en

1822, sin mucho éxito, a los gobiernos de México, Perú,

Chile y Buenos Aires, para reunir una asamblea "que nos

sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto

de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete

en los tratados públicos cuando ocurran dificultades y de

conciliador, en fin, de nuestras diferencias".

El 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la batalla

de Ayacucho, como jefe de estado del Perú, Simón

Bolívar dirige una nueva convocatoria a los gobiernos

de Colombia la Grande, México, Río de La Plata,

Chile y Guatemala (América Central), para instalar una

Asamblea de Plenipotenciarios en Panamá, para "obtener

el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo

de nuestro nuevo destino...". Sobre los objetivos de esta

asamblea, dice: "Entablar aquel sistema y consolidar el

poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio

de una autoridad sublime que dirija la política de nuestros

gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de

sus principios, y cuyo nombre sólo calme nuestras

tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir

sino en una asamblea de plenipotenciarios, nombrados

por cada una de nuestras repúblicas y reunidos bajo los

auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas

contra el poder español".

Sobre la elección del sitio, lo sustenta en los siguientes

términos: "Parece que si el mundo hubiese de elegir su

capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto

destino, colocado, como está, en el centro del globo, viendo

por una parte el Asia, y por la otra el África y la Europa.

El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el gobierno de

Colombia, para este fin, en los tratados existentes. El Istmo

está a igual distancia de las extremidades; y, por esta causa

podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de

confederados". ¡Qué lejos estaba Bolívar de saber que,

en esos tiempos, Panamá era una ciudad malsana, sucia

y atestada de mosquitos que atacarían sin piedad a los

delegados, produciendo en su séquito más de una muerte

por malaria y fiebre amarilla! Situación que los llevó

a apresurar los debates, tomar decisiones superficiales

y reconvocarse, para volver a verse en otro lugar más

benigno, como Tacubaya, en México.

A inicios de 1826, en unas notas tituladas Un pensamiento

sobre el Congreso de Panamá, Bolívar visualizaba: "Este

Congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o

más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el

día sobre la tierra. La Santa Alianza será inferior en poder

a esta confederación..." Y lista diez objetivos concretos

que aspiraba salieran del cónclave, entre ellos: que las

naciones independientes estarían ligadas por una "ley

común que

...

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