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Carupano Podria Ser Asi

karina19907 de Noviembre de 2013

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PRÓLOGO

Si como pueblo no tenemos una idea clara del modelo de sociedad en la que queremos vivir y no nos identificamos con esa visión, probablemente terminemos conformándonos con un conglomerado amorfo, cuyo desarrollo se realiza como una colcha de retazos, incoherente, en el que cada gobernante, esporádicamente, construye algo, desligado de un plan general.

En el Carúpano de comienzos del siglo veinte, la conducta de la población estaba fundamentada en el trabajo, la búsqueda de conocimientos y la amistad. Era una comunidad solidaria que se hacía eco a la solicitud de Bolívar que decía: “El título de amigo vale por un himno y por todos los dictados que puede dar la tierra”

La aparición del petróleo en la economía nacional distorsionó ese modelo de comunidad. De haberse invertido sabiamente esos recursos fabulosos en el desarrollo de la infraestructura requerida para consolidar y expandir la variada potencialidad poseída, tuviéramos hoy un país, en lugar de dedicado a la importación de bienes para la subsistencia, formado por comunidades autosuficientes, e interdependientes .

En este opúsculo proponemos ese tipo de sociedad alternativa cuyas bases son las pequeñas comunidades, cuya nota distintiva y fundamental sería la participación de una multitud de líderes que se influyen mutuamente y generan posibilidades mutuas en dominios diferentes de la existencia.

No planteamos aquí una utopía, aunque creemos en las utopías, porque todos los avances de la sociedad que hoy disfrutamos, en sus inicios, fueron utopías. Tan sólo nos limitamos aquí a esbozar imaginativamente una visión de lo que realmente podría llegar a ser nuestra ciudad si lográramos unirnos, dialogar sinceramente, intercambiar ideas en torno a una transformación de nuestro terruño que sea capaz de producir bienestar, no a una sola clase, ni a un partido, sino a toda la colectividad.

Hemos dicho, si todos fuéramos capaces de unirnos, porque un cambio productor de bienestar y felicidad colectiva nunca podría ser implantado por una mente solitaria, por un individuo esclarecido, porque, como nos advierte el Padre de nuestra nación. “Tan sólo el pueblo conoce su bien y es dueño de su suerte, pero no un poderoso, ni un partido, ni una fracción.”

Para lograr este cambio deseado es necesario compartir valores fundamentados en Principios, porque la transformación de la sociedad empieza a partir de la transformación personal. Esto implica -dice el filósofo Rafael Echeverría, en su Ontología del Lenguaje- asumir una ética individual comprometida con asegurar el sentido de la vida y expandir las posibilidades de la existencia humana, a la par que abandonar la visión individualista estrecha de si mismo que ha caracterizado a nuestros líderes.

Es posible vivir en una sociedad fraterna que persiga el bienestar de todos y no de una sola clase; que facilite la crianza de hijos sanos e inteligentes, que se respeten a sí mismos y a los demás, que asuman que lo más importante es la gente; donde cada ciudadano encuentre un espacio para su realización como persona, sin olvidar que el verdadero motor del desarrollo es la libre expresión de las capacidades emprendedoras de las personas.

La alternativa de actuación en lo social, económico, cultural y político que aquí se expone se inspira en el pensamiento fecundo de nuestro Padre Libertador, Simón Bolívar, quien nos recuerda que “Primero el suelo nativo que nada; él ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que la herencia de nuestro pobre país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la educación; los sepulcros de nuestros padres yacen allí y nos reclaman seguridad y reposo; todo nos recuerda un deber, todo nos excita sentimientos tiernos y memorias deliciosas; allí fue el teatro de nuestra inocencia, de nuestros primeros amores, de nuestras primeras sensaciones y de cuanto nos ha formado”

Recorramos, pues, nuestra ciudad con los ojos de la imaginación.

Entramos a Carúpano por el oeste, viniendo por la vía de Cumaná. Al llegar a Saucedo hay una bifurcación: un camino avanza bordeando las faldas de los cerros. Esta era la vieja carretera hasta 1982. Otro, el nuevo, ha sido construido siguiendo la orilla marina. Estos terrenos, nos dicen, fueron expropiados a quienes ilegalmente se habían apoderado de ellos, impidiendo así, en tiempos pasados, la expansión natural de la ciudad. Ahora, todo el desarrollo de la nueva ciudad está orientado al frente del mar, cuyas aguas son tan limpias y azules como en los días de Cristóbal Colón, porque el gobierno central decretó una limpieza a fondo de las playas y las aguas servidas y cloacales que caían al mar fueron dirigidas hasta una laguna de oxidación. Ahora, la pesca y el turismo se han convertido en las actividades fundamentales que sustentan a una población que no sobrepasa de los cien mil habitantes .

Desde Saucedo nos encontramos con viejos nombres que albergan nuevas comunidades: La Esmeralda, Guatapanare, Guaca, Guiria, comunidades pesqueras a los costados de la carretera nueva. Los quiosquitos con techos de tejas y paredes multicolores, que están en sus adyacencias, son constantemente visitados por los que buscan disfrutar los productos marinos frescos y fragantes: mejillones, pulpo, tripa de perla, camarones y chipichipi.

Es de notar la limpieza con que mantienen los pobladores ese sitio y la cortesía y gentileza con la que reciben a los visitantes. Esta conducta es el motivo del elogio constante que estos habitantes reciben de los diversos medios de comunicación.

No puede faltar el reconocimiento que se le hace a la carretera nueva que en nada se parece a las tradicionales autopistas deshumanizadas, en las que por exceso de velocidad o de alcohol en los conductores se producían constantemente accidentes fatales que traían mucho dolor a las familias. Hoy, ésta es una vía construida pensando en la gente, para favorecer la comunicación entre seres humanos, para disfrutar el placer de ver paisajes que cambian día a día.

Organización y participación de la comunidad, nos dice un habitante de Guatapanare, nos permitieron realizar estos cambios impactantes que están observando. La gente aquí era reacia a organizarse, pero una vecina, Carmen Ramos, que sentía interés por la agrupación de los vecinos, motivó a los más deseosos de cambios y así se constituyó la Junta.. Iniciamos la campaña contra el basurero que tenemos aquí cerca y contra el polvo pues las calles no tienen asfalto.

-¿Y ustedes no pedían ayuda a las autoridades municipales que tienen los recursos?

-Pedíamos. Pero ellos venían a buscar votos. Hacían promesas y desaparecían. Entonces fuimos a la radio y a la prensa. También animamos a los compañeros pescadores de las otras comunidades, porque nosotros somos pescadores. En Guaca, por ejemplo, donde la gente no quería organizarse, fuimos y pintamos letreros en las paredes: “UN PUEBLO IGNORANTE ES INSTRUMENTO CIEGO DE SU PROPIA DESTRUCCIÓN”. Bolívar.

Y así los fuimos animando. Un día escribimos en las paredes : ¿Y nuestro petróleo dónde está? para protestar contra el polvo y los huecos de las calles. El Alcalde dijo que nos estábamos portando como enemigos del gobierno. No entendió que lo que queremos es que nos pavimenten las calles y quiten de aquí el basurero municipal. Estamos cansados de tragar polvo y humo.

La respuesta del Alcalde a los pescadores nos trajo a la mente el pensamiento de Bolívar: “Ningún pueblo es nunca culpable, porque el pueblo no desea más que justicia, reposo y libertad. Los sentimientos dañosos o erróneos pertenecen de ordinario a sus conductores.”

Las casas de los pescadores son radicalmente distintas de aquellas horrendas viviendas rurales, construidas por allá, por 1970. Estas, no están soldadas unas a otras, sino que cada casa dispone de terreno suficiente para jardines y cultivos. Casi todas tienen dos plantas, hechas con materiales sencillos, paredes encaladas con arcilla, que es abundante y de variado color en sitios cercanos. Los pescadores nos dicen que las prefieren así porque les permite disfrutar a la hora del reposo de la brisa marina y la contemplación del paisaje.

A lo largo de toda esta extensa carretera que bordea la orilla marina y que penetra la zona norte de la ciudad; pasa frente a la playa del muelle viejo; y se prolonga ascendiendo la carretera que conduce hacia El Morro de Puerto Santo, hay infinidad de comercios típicos y pequeñas industrias y astilleros que construyen desde una canoa hasta un yate. Proliferan también posadas y restaurantes cuya especialidad son los platos preparados con base en los productos marinos.

La Piscicultura ha alcanzado un desarrollo notable y da placer contemplar al lado de muchos restaurantes, y también de casas de familia, grandes tanques compartidos entre el cultivo de peces, camarones y langostas, los cuales pueden ser “pescados” por el propio cliente -si así lo desea- al momento de ir a consumirlos. Los precios son justos y se observa que la gente es feliz realizando el trabajo que han elegido.

Definitivamente, en Carúpano, la gente está cambiada. Aquellos comerciantes que parecían buitres, buscando siempre encarecer sus productos por encima de la ganancia justa, están desapareciendo. Vemos ahora comerciantes con rostros amables, satisfechos por prestar su eficiente servicio al público. Y los compradores, pareciera que se han quitado el hábito de consumidores compulsivos que les había inoculado la publicidad televisiva. No se lleva uno solo todo el arroz o el azúcar. Se nota que hacen elecciones inteligentes

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