Cultura Medieval
yohanna108 de Diciembre de 2011
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La alta edad media europea, que duró aproximadamente desde 1050 hasta 1300, evoca en la mayoría de nosotros imágenes románticas de caballeros en brillantes armaduras, espléndidos castillos y gloriosas catedrales. Y para muchas personas la palabra medieval (del latín medium aevum; ‘edad media’) sugiere erróneamente un paréntesis cultural entre el periodo clásico de las civilizaciones griega y romana y el renacimiento. Al contrario, la alta edad media fue un periodo dinámico que conformó la identidad y el desarrollo europeos, en parte estimulados por la interacción de Europa con otras culturas de Eurasia y el Mediterráneo. Durante estos años se crearon muchos de los esquemas e instituciones sociales y políticas básicos asociados a la historia europea, y en las islas Británicas, Francia, Alemania, Italia, Europa oriental, la península Ibérica y Escandinavia se fueron dibujando nítidas fronteras políticas e identidades culturales. Entre los siglos XI y XIV, una reacción en cadena de desarrollos en los sectores económico, social y político hizo surgir nuevas tendencias en los campos de la religión, la investigación, la literatura y las artes, tendencias que han conformado la cultura europea hasta nuestros días.
Expansión económica y aparición de las ciudades
La expansión territorial, las innovaciones en la agricultura y el desarrollo de las ciudades y el comercio trajeron consigo una rápida transformación económica de la Europa medieval. Los cambios de disponibilidad y consumo de bienes materiales y de distribución demográfica alteraron radicalmente las relaciones sociales y la organización política en Europa. Estos cambios dieron origen a clases nuevas y más independientes que competían entre sí y se equilibraban de forma que ninguno de los grupos llegase a ostentar el poder absoluto.
La migración y la expansión de las fronteras ampliaron los límites de los países europeos en el Mediterráneo, en Europa oriental y en la península Ibérica. Un gran porcentaje de esta migración y expansión estuvo encabezado por grupos guerreros como, por ejemplo, los normandos, descendientes de los vikingos en Francia, que llegaron hasta Sicilia, o los Caballeros Teutónicos, que obligaron a desplazarse a los campesinos alemanes hacia el este a los territorios eslavos. Los cruzados, guerreros procedentes de toda Europa, respondieron a la llamada del papa Urbano II en 1095 para rescatar la Tierra Santa de los musulmanes. Durante el siglo XI y en la península Ibérica, la Reconquista cristiana llevada a cabo por los reinos de Aragón, Castilla y León en el norte expandieron el cristianismo por el sur y esta invasión absorbió los territorios del antiguo califato musulmán de Córdoba, con su multicultural población compuesta de musulmanes, judíos y cristianos.
La tala de bosques para pastos y las nuevas técnicas agrícolas se tradujeron en una mayor producción de alimentos, un aumento de la población y mayor libertad económica. Los útiles agrícolas, como el arado pesado, unidos a los nuevos métodos de aprovechamiento de la fuerza animal, como el arreo de collar para los caballos, permitieron a los agricultores cultivar con menor esfuerzo la tierra fértil y densa de la Europa septentrional. El sistema de rotación triple sustituyó a la alternancia de la cosecha doble, permitiendo a los agricultores cultivar simultáneamente dos terceras partes, en lugar de la mitad de sus tierras, y dejando un tercio en barbecho para regenerar los nutrientes. En el siglo XII los dispositivos generadores de fuerza como el molino de viento y la noria de agua para moler el grano contribuyeron también a aumentar la producción. Como consecuencia, los europeos comenzaron a alimentarse mejor, vivían más tiempo y aumentaron en número. Una mejor dieta con legumbres ricas en hierro prolongó la vida media de las mujeres y aumentó su supervivencia
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