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¿Cuál sería el mejor Programa para nuestras Escuelas Comunes? Por. E. Herold


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2019  •  Trabajos  •  4.166 Palabras (17 Páginas)  •  146 Visitas

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Trabajo práctico N.º 2

Introducción:

Durante el siglo XIX, los países europeos comenzaron a elaborar nuevos marcos legales con el objetivo de organizar sus sistemas educativos. “El modelo escolar implementado en Prusia a partir de 1806 por el ministro Humboldt, confiando la organización escolar a las autoridades estatales locales, sirvió de principal modelo para otras naciones. (…) Pronto la tendencia general de Europa comenzó a encaminarse en garantizar la instrucción primaria obligatoria y gratuita” (Arata y Mariño, 2013). Al comenzar la década de 1880, ya en Europa existía un movimiento generalizado a favor de secularizar la educación con la siguiente premisa: “era necesario educar a las masas de una vez por todas para su mejor inserción en el aparato productivo y para evitar que se sintiesen tentadas por los desbordes revolucionarios” (Biagini, 1983). Es ahí donde se encuentra el papel de las instituciones educativas públicas: guiar a la multitud desde la ignorancia hacia las ciencias, lo que permitiría “un progreso general irreversible hacia manifestaciones vitales más complejas o perfectas” (Ídem, 2013).

Mientras tanto, en Argentina, era necesario la creación de una estructura legal que contara con las innovaciones y refleje las ideas anteriormente nombradas, de los principales países ilustrados. En ese intento de introducirse en la vanguardia educativa, en la República Argentina se realizó la convocatoria al Congreso Pedagógico, en el marco de fortalecimiento del modelo socioeconómico agro-exportador que la misma venía desarrollando. Las medidas políticas, económicas y militares impulsadas por el gobierno de Roca buscaban centralizar el poder y generar las condiciones para insertar a la Argentina en el esquema capitalista mundial, en búsqueda del progreso; “La elite que conformó la generación del '80 construyó nuevos sentidos sobre el proceso civilizatorio que ellos mismos impulsaban. Al enfrentamiento entre "civilización y barbarie” se sumaron otros lemas: Gobernar es poblar y Orden y progreso" (Arata y Mariño, 2013). Frente a esto, se promovieron dos políticas: el recibimiento de inmigrantes provenientes principalmente de Europa, y la creación de un Consejo Nacional de Educación, concretándose este en 1881 con dos funciones fundamentales: supervisar las instituciones educativas de la nación y convocar a un Congreso Pedagógico, con el fin de discutir y llegar un acuerdo para crear un anteproyecto de Ley de Educación común, que sirviera a los propósitos del Estado.

        A este congreso concurrieron más de 250 delegados y las figuras más importantes del elenco político e intelectual de la época. Los principales debates se concentraron en temas como “el estado de la educación, los medios para impulsar su progreso, el influjo de los poderes públicos en su desarrollo y el estudio de la legislación educativa” (Parra, 2016). Sobre estos temas se realizaron las típicas “ponencias”; una de ellas fue la de E. Herold, que participó del Congreso Pedagógico como uno de los representantes de la delegación de Buenos Aires, tal como lo relata en el diario de la época “El Monitor de la Educación Común”. En este trabajo se analizará el discurso de su proyecto de educación presentado al Congreso, ya que el mismo posee altísimo contenido de interés para comprender muchos de los aspectos ideológicos que se debatían en la época y las propuestas con respecto a la educación para formar al ciudadano del Estado-nación argentino.

Palabras claves: Congreso, proyecto, civilizar, orden, ley.

¿Cuál sería el mejor Programa para nuestras Escuelas Comunes?

Por. E. Herold.

El discurso fue pronunciado el día 1º de Mayo del año 1882, en la octava sesión del Congreso, bajo la presidencia del señor Onésimo Leguizamón. La disertación comienza con una definición de “escuelas comunes”, donde el autor enmarca a sus oyentes en su propia concepción de la palabra “común”, diceindo que esta expresión alude a todas aquellas instituciones establecidas por el Estado, “… en las cuales los niños de ambos sexos pueden adquirir la educación que los prepara a ser inteligentes y útiles miembros de la sociedad y más de esto, leales y honrados ciudadanos” (El Monitor de la Educación Común, 1883). Cualquier programa que no se aboque a plasmar en los individuos los ideales de inteligencia, utilidad, lealtad y honradez debía ser descartado y Herold considera que “… no es digno de discusión” (Ídem, 1883).

        Una vez hechas estas aclaraciones, el expositor continúa diciendo que las leyes y reformas que se apliquen a la educación debían tener el carácter de acercarse más a la práctica que a la teoría filosóficas de la educación, ya que “… los proyectos y programas impracticables entorpecen la conciencia de los individuos” (Ídem, 1883). Por lo tanto, teniendo en consideración esto, el disertante comienza a establecer una serie de puntos temáticos, estableciendo lo que considera como las mejores características para un programa eficiente y sobre todo práctico.

En cuanto al aprendizaje, se considera que los sujetos deben tener adelantos físicos, intelectuales y morales de forma progresiva, por lo que se debe reunir la mayoría de los alumnos con las mismas aptitudes bajo la tutela de un mismo profesor, estableciendo un sistema de grados, bien definidos y uniformes. Los conocimientos absolutos entonces terminarían siendo producto de los diferentes y continuados años de escuela, que se iban escalando como escalones naturales en el curso de los estudios (idea de gradualidad).

Con el tema que continua la disertación es sobre los jardines infantiles. Herold postula que en nuestra república no existen las condiciones adecuadas para la instalación de “jardines de la infancia”, por la falta de recursos económicos del estado. Pero también teoriza sobre “… la perdida de responsabilidad personal […] no se debe delegar en la sociedad aquellos deberes como padres” (El Monitor de la Educación Común, 1883), ya que esta tarea de educar a los hijos contribuye a las características de un buen ciudadano. Si bien reconoce que los jardines de la infancia “producen resultados benéficos en que da a los hijos de padres indiferentes y descuidados las mismas oportunidades que tienen hijos de padres inteligentes y ansiosos para el adelanto social de la familia” (Ídem, 1883), este proceder priva a los padres descuidados el único condición de desarrollar sus “poderes morales” y de proveer a sus propios niños las herramientas para su adelanto social; en otras palabras, mientras que los padres cuidadosos se preocupan por sus hijos aun participando de una institución como el jardín de la infancia, los padres descuidados se iban a desinteresar más de su rol, porque para que los niños sean formados estaban estas instituciones. Para sustentar su teoría, Herold da un ejemplo basado en Alemania, argumentando que en este país “…donde la sociedad ha sido organizada por tanto tiempo, que se ha olvidado que el individuo tiene el derecho de ser responsable y en que el Estado ha hecho más para la educación, se ha creado una clase peligrosa de comunistas que reclaman la subversión completa de derechos y responsabilidades individuales y […] amenazan con sus intenciones arruinar la misma sociedad a que pertenecen” (Ídem, 1883). Termina concluyendo sobre este tema que como sociedad se debe postergar el mayor tiempo posible el quitar las responsabilidades y “no se debe cometer el crimen, para con los padres, de sacar de sus brazos y cuidar de sus hijos, antes de la edad de seis años” (Ídem, 1883). Por lo tanto, un buen programa de educación debe excluir a toda costa los jardines de la infancia.

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