Demanda Marítima Boliviana ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya
cruizqEnsayo8 de Mayo de 2017
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Demanda Marítima Boliviana ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya
El presente ensayo busca explicar cuáles son los argumentos de la demanda marítima boliviana ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, basado en la teoría de los actos jurídicos unilaterales de los Estados. Para ello se analizan los “derechos expectaticios” patrocinados por los distintos Gobernantes de Chile desde la Guerra del Pacífico hasta nuestros días.
Introducción
El 24 de abril de 2013 Bolivia demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya con el propósito que sobre la base de los compromisos unilaterales contraídos entre ambos países posteriores al Tratado de 1904, Chile negocie de buena fe y de manera efectiva una solución al problema pendiente traducido en un acceso plenamente soberano al Océano Pacífico[1].
Mediante este trabajo pretendo exponer cuáles son los compromisos o declaraciones unilaterales que según Bolivia nuestro país ha realizado prometiendo otorgarles una solución conveniente o soberana a su mediterraneidad, los cuales de acuerdo a la perspectiva boliviana somos responsables.
De acuerdo al abogado, historiador y escritor español Guillermo Cabanellas en su obra “Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual”, el derecho expectaticio lo define como “la posibilidad, más o menos cercana y probable, de conseguir un derecho, acción, empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé o al hacerse efectiva determinada eventualidad”. Por otro lado, para el abogado boliviano especialista en derecho internacional Fernando Salazar Paredes, “son derechos latentes, aún no perfeccionados, basados en la esperanza o posibilidad de conseguir un beneficio a recibirse en lo sucesivo, los cuales podrían devenir en derechos amparados jurídicamente o efectivos en el futuro”[2]
¿Pueden enmarcarse los hechos que expondré como derechos expectaticios o son simplemente un sinnúmero de conversaciones y tratativas que no han llegado a consenso y por lo tanto no son más que negociaciones fallidas?
Antes de desarrollar el tema, quiero manifestar que el largo camino de la poca amistosa relación chileno-boliviana, a mi parecer se origina a contar de los albores de la fundación de Bolivia como país independiente en 1825: los límites de la Audiencia de Charcas como base administrativa sobre la cual se conformó la República de Bolivia confrontados con la posición chilena de que el Reino de Chile limitaba al Norte con el virreinato del Perú en el río Loa[3]; posteriormente con la habilitación arbitraria e ilegal en territorio chileno del puerto en Cobija[4]; con los tratados de comercio y navegación suscritos en 1833 y 1839[5]; con la Ley del Guano de Manuel Bulnes[6]; con la elaboración del primer tratado de límites de 1866[7], el cual Bolivia no cumplió[8]; y por último, con la firma del Tratado de 1874[9], el cual Bolivia tampoco cumplió[10] y que como respuesta a esto, Chile decidiera tomar posesión del territorio de Antofagasta[11], con el consiguiente estallido de la Guerra del Pacífico. Y es en este conflicto bélico donde todos los problemas limítrofes del pasado con Bolivia pudieron haber sido solucionados, pero lamentablemente no fue así…y nuevamente todo comenzó con los tratados que le pusieron término y definieron las nuevas fronteras; con Perú en 1883 (Tratado de Ancón)[12] y 1929 (Tratado de Lima)[13]; y con Bolivia en 1884 (Pacto de Tregua)[14] y en 1904 (Tratado de Paz y Amistad)[15]. Bolivia negoció su litoral y sus gobernantes optaron por ventajas portuarias, de libre tránsito y de ferrocarriles. Muy pronto se arrepentirían de su decisión[16].
Desarrollo
Recién iniciada la Guerra del Pacífico el Gobierno de Aníbal Pinto, mediante su Ministro de Relaciones Exteriores Domingo Santa María, llevó a cabo lo que se conoció como la “política boliviana”, la cual consistió en una serie de gestiones diplomáticas tendientes a romper el Pacto de Alianza entre Perú y Bolivia ejerciendo presión sobre éste último, con el propósito de acortar la guerra, correr más al norte la costa que Chile reconocía como boliviana y para conservar entre Chile y Perú una cuña boliviana, lo que estimaba apropiado para la seguridad de Chile[17]. Lamentablemente esta idea no prosperó ya que muchos bolivianos no se sintieron cómodos con la idea de abandonar al Perú en medio del conflicto[18]. Sin embargo, Santa María, ahora como Presidente de Chile, mantenía férreamente la oposición de despojar a Bolivia de todo su litoral, por lo que continuó con el planteamiento de su “política boliviana”; cuya solución ahora residía en que Arica y Tacna fueran entregadas, primero por Perú a Chile, y que Chile las traspasara luego a Bolivia. Para cumplir con esto, se debía realizar el plebiscito dispuesto en el Tratado de Ancón, el cual por diversos motivos nunca llegó a concretarse, dejando a Tacna bajo soberanía de Perú y a Arica como territorio chileno. No obstante lo anterior, durante el periodo de tiempo que transcurrió entre la firma del Tratado de Ancón y la fecha en que debió haberse efectuado el plebiscito, una serie de conversaciones tuvieron lugar entre autoridades bolivianas y chilenas, con el propósito de ponerse de acuerdo acerca de la cesión del territorio, las cuales consideraban que si Chile ganaba el plebiscito, se obligaba a transferir Tacna y Arica a Bolivia; y si Chile perdía, se comprometía a ceder a Bolivia desde caleta Vítor hasta la quebrada Camarones u otra análoga. Lamentablemente por problemas de política interna en Bolivia, este Tratado[19], conocido como Barros Borgoño-Gutierrez no fue ratificado[20]. Un acuerdo habría dado a los tres países la tranquilidad que tanto necesitaban y una vida de relación amistosa y próspera[21].
Luego del fracaso en los esfuerzos de entregar salida al mar a Bolivia y motivada por la tradicional exigencia del Presidente boliviano de tener un puerto soberano, la política chilena cambió al asumir como Presidente Federico Errázuriz Zañartu. Como primera medida nombra a Abraham König como Ministro Plenipotenciario en La Paz, el cual le indica a las autoridades bolivianas que la opinión pública ha cambiado desde 1895 y que si el plebiscito es favorable, Chile desea conservar Tacna y Arica, como una justa compensación de los sacrificios de todo orden impuestos al país[22].
Por otra parte, la gestión boliviana reveló un ablandamiento de la posición portuaria altiplánica, lo que finalmente al tener dos posturas contrapuestas derivó en la firma del esperado Tratado de Paz de 1904, en el cual Bolivia renunció a una salida soberana al Pacífico, Chile se comprometió a construir el tren Arica-La Paz y a cancelar los créditos bolivianos, entre otros temas. Este Tratado restableció las relaciones de paz y amistad entre Chile y Bolivia y puso fin al Pacto de Tregua[23]
Entre la firma del Tratado de Paz de 1904 con Bolivia y el Tratado de Lima de 1929 con Perú, Bolivia efectuó tres intervenciones (1920, 1921 y 1922) ante la Sociedad de las Naciones con el propósito de revisar el Tratado de 1904. Sin embargo, ni este Organismo Internacional ni Chile aceptaron la propuesta boliviana tanto por el respeto al principio de intangibilidad de los Tratados como base de la paz mundial, como al resultado de esta revisión, traducido en la eventual devolución del litoral boliviano[24]. A partir de este momento, se puede afirmar que se inicia formalmente la demanda boliviana por un acceso soberano al océano Pacífico después de haber suscrito el Tratado de 1904[25].
Como el tema del plebiscito por Tacna y Arica aún estaba pendiente, Chile y Perú firmaron un protocolo en Washington, nombrando como árbitro al Presidente de Estados Unidos para resolver la procedencia o improcedencia del plebiscito. Bajo este marco, el Secretario de Estado Frank Kellogg propuso en 1926 un acuerdo para ceder Tacna y Arica a Bolivia, siendo las condiciones propuestas que Bolivia debía compensar adecuadamente dicha cesión, incluyendo el valor de las obras públicas; el Morro de Arica quedaría bajo el dominio y jurisdicción de una comisión internacional como monumento al valor de Chile y Perú; los territorios de Tacna y Arica quedarían perpetuamente desmilitarizados y Arica se convertiría en puerto libre[26].
Cuatro días demoró Chile en aceptar la Propuesta Kellogg como base de negociación para ceder Tacna y Arica a Bolivia; cuarenta y tres días le tomó a Perú decir que no, y una vez más las ilusiones bolivianas se desvanecieron. El alegato peruano se basó en que Tacna y Arica forman parte integrante del corazón nacional, no pudiendo ser transferidos a una tercera potencia, en plena paz, sin que el honor nacional sufra menoscabo, sin que la dignidad del país quede mancillada y sin que las más caras expectativas del Perú queden burladas. No obstante lo anterior, no tenía objeción para que se entregara gratuitamente un "corredor" a Bolivia con el fin de que llegara soberanamente al mar[27].
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