Discurso

SEGUNDO ENCUENTRO ESCUELA NORMAL RURAL, CONVENCIÓN

Noviembre 2009

HELÍ RAMÍREZ LEÓN

Incontables sentimientos (alegría, tristeza, recuerdos, olvido, ingratitud) en esta noche me acompañan. Hace solamente dos años y por esta misma época, tuve la feliz oportunidad después de 50 años de ver realizados múltiples sueños y regresar a nuestra querida Convención a la que en su normal rural nos acogió en su seno, como madre tutelar nos prodigo ternura amor y compresión.  Fueron cuatro años de duro aprendizaje, de aprender a vivir, a enseñar a vivir, a llenarnos de buenas bases con los que día a día continuaríamos creciendo siendo serviciales a la familia, a la patria, a la sociedad.

Significativos recuerdos tapizados de amor y gratitud para el Reverendo José María Duarte, Licenciados Efraín Jaime Peinado y Hernando Landazabal nuestros Rectores, quienes rodeados de docentes de acrisolados quilates; que guardo aun en mi memoria; Rosendo Bermon, Edelmira Oviedo, Regulo Forero Gaona, Luis Alberto Solano Barriga, Plinio Andrade Terán, José Luis Martínez Cruz, Ciro Lobo Serna, Gerónimo Rincón Manzano, Adalberto Carvajal, Osorio y el Doctor Piñeros, quienes interpretando las políticas educativas del Ministerio de educación, División de educación Campesina en manos por entonces del Doctor Alejandro Rey Rey y ante la ausencia de maestros, nos orientaron para formar a los niño del campo de nuestra amada Colombia, gracias buen Dios de mi patria, de mi querida Convención, de mi madre adoptiva la normal rural, a mis rectores y profesores; a la oportunidad que me ofreció la vida de hacerme maestro, de haber sido maestro y de terminar siendo maestro.

En mi alma, siempre han perdurado los recuerdos de aquellos mis condiscípulos, de mis hermanos de estudio que venidos de diversos lugares de la patria; lisonjeados por el premio de una beca constituimos una nueva familia; ellos son Abel Peña Palacios del Guamo Tolima, ausencia grande del magistral tambor mayor de nuestra banda de guerra hoy de Paz, Hermes Lujan González de Florián Santander, José del Carmen Santiago de  González Cesar llamado cariñosamente Santiaguito y quien solo pudo disfrutar aproximadamente un mes la alegría de su grado  la muerte inesperada y por demás absurda segó su existencia en la plenitud de su vida, estamos seguros que nuestro buen Dios estuvo atento a concederle permiso para que en esta noche su espíritu invisible ronde y bendiga a quienes hoy hacen posible este encuentro de compañeros; alegría y regocijo en su tumba querido Santiaguito; Said Santiago también de González en el Cesar, Angel Maria Flores de Cachira, Rodolfo Vergel de Bucaracicara, Silverio Manosoalva de Sardinata cuyo apodo todos recordamos con cariño omito aquí decirlo, lastima grande que quebrantos impredecibles de salud hoy lo tienen en cuidados intensivos pido a todos los presentes, un momento de meditación a su Dios a nuestro Dios para  que le recupera su salud o lo tenga en el lugar de los escogidos si en estos momentos ya inicio el viaje de lo inexorable el paso a la eternidad, Jesús María Ibarra de La Victoria Sardinata, un buen amigo, eterno soñador servicial en todo momento y listo hacer prodigo a que de el lo solicita, Emel Santiago de Teorama, todos ellos dignos exponentes de un pueblo campesino de una reza aguerrida, de una estirpe motilona invencibles en todo aquello cimentado en el deseo de ser grandes.

Fueron duros los retos por alcanzar aquella profesión desconocida siendo aun más meritoria la tenacidad con que los supimos afrontar; aquí nueva mente evoco a mis rectores a mis acrisolados docentes que como padres cariñosos oportunamente nos supieron orientar. Recuerdo el interminable listado de materias que componían por entonces el pensum de la normal: ingles, contabilidad, administración escolar legislación e higiene escolar, historia de América, historia universal, geografía económica, pedagogía general y del aprendizaje, educación física, dibujo geométrico, trabajos manuales, álgebra, matemática, geometría, química, física, agricultura practica, sanidad vegetal, zootecnia, principios de enfermería, religión superior Faria, historia de la Iglesia, y otras que por el momento se escapan sin olvidad de paso la dos semanas de observación docente en el grado primero, dos de practica segundo, tres en tercero, y siete en cuarto incluyendo la semana de practicas de grado. Gratitud peremne escuelas oficiales urbanas de nuestra tutora Convención a sus docentes y a los alumnos de aquel entonces por habernos permitido cristalizar allí tan loables propósitos.

Continuo mi deambular por aquella soñada y amena normal rural, son las 7 de la mañana, Masedonio hace sonar la campana para indicar que el primer periodo de estudio ha terminado, el profe de vigilancia organiza la formación de internos para pasar al desayuno todavía me parece percibir el sabor exquisito de aquella arepa sin sal rellenas de queso salado o en ocasiones bocachico salado, caldito de papa y la infaltable avena, una hora de descanso, de bienvenida a los externos y de compartir las frescas noticias de la cuidad; 8 de la mañana inicio de la rutina estudiantil para que a las 12 del día subir al comedor, consumir el almuerzo con el acompañamiento de la mayoría del cuerpo docente, la mirada vigilante por la ventana de la cocina del Señor Gamboa y Alicita, los ecónomos para no permitir el extravió involuntario de uno que otro banano, colado en la chaqueta de los afortunados que iniciaban el paso al comedor. José del Carmen Mojica el buen basquetbolista costeño iniciaba cotidianamente las buenas lecturas de la serie de Robín Hood que de paso alguna enseñanza adicional nos dejaría.

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