Dominio Español
brendalmc26 de Agosto de 2012
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ULTIMAS DÉCADAS DEL DOMINIO ESPAÑOL
Contexto mundial: Crisis de la monarquía española:
1. CAUSAS:
Económicas:
La Hacienda española había comenzado a desequilibrarse a raíz de la guerra contra la Convención. En 1796 existía un déficit de mil doscientos millones de reales que no podían enjugar los donativos ofrecidos generosamente por los pueblos de España, el empréstito de cuarenta millones de florines realizado en Holanda, las contribuciones sobre el papel sellado, la sal, el tabaco, los sueldos de los empleados, las encomiendas de las Ordenes militares, las rentas eclesiásticas, ni el paralelo incremento registrado en otros arbitrios ya establecidos y de haberse mantenido la paz firmada en Basilea, el erario español se hubiera normalizado posiblemente pero la alianza con la república —derivada del tratado de San Idelfonso— y el consiguiente enfrentamiento con Inglaterra lo empeoraron más aún, al verse privado de los recursos que llegaban de América.
La mala administración de las colonias españolas. El hecho de que estas fueran usadas simplemente como objetos financieros y de lucro, hace que estas no prosperen adecuadamente, especialmente la del Perú, pues era este el centro virreinal. Así poco a poco se va perdiendo la efectividad productora de las colonias, y por ende España recibe menos aporte de las colonias –menos aporte del poco que se le aportaba.
Políticos:
Desde que sube al trono español Felipe de Anjou como Felipe V, la autonomía política de España queda subordinada hacia Francia. España cae en una profunda crisis luego de la muerte del déspota ilustrado Carlos III, que había llevado a España a un relativo estado de prosperidad, esta prosperidad se truncó cuando sube al trono su hijo Carlos IV, gobernante que no fue capaz de llevar un buen gobierno junto con su ministro Godoy.
La guerra de Francia y España contra Inglaterra a comienzos del siglo XIX deja a España con poquísimos recursos para tener el control marítimo de sus colonias, ya que para financiar la guerra tuvo que utilizar sus fondos de amortización y deja a Inglaterra con control supremo de los mares durante los próximos 100 años. Pero España no pierde su armada en esta guerra, específicamente en la batalla de Trafalgar, pierde sólo 10 barcos, sólo que, habiendo perdido tantos recursos económicos, se empiezan a desguazar algunos barcos para equipar a otros y hacia 1835 se queda sólo con 3 barcos equipados para resguardar las costas coloniales.
Al no tener dominio marítimo alguno, las relaciones de las colonias españolas para con su metrópoli quedan fuertemente debilitadas, así las colonias tienen un poco más de autonomía y menos control.
La Guerra de 1804
Los apresamientos de barcos españoles por Inglaterra y la victoria de Napoleón en Jena obligaron a Godoy a inclinarse definitivamente ante el poderío francés, declarando la guerra a los británicos el mes de diciembre de 1804. Tal vez fuera ése el momento en que comenzaron a advertirse los primeros indicios de su derrumbamiento moral. Las contradicciones de su política exterior y la persistente oposición a su régimen en el interior parecían minar progresivamente su figura, su prestigio y, consiguientemente, su misma autoridad. Surgió así lo que se ha calificado como «dictadura rígida», y que en esencia buscaba controlar más férreamente los resortes del poder.
Napoleón estableció en 1804 el Imperio Francés y se coronó emperador. Esto confirmó sus ambiciones de extenderse más allá de los límites de la Francia de los Borbones y, en 1805, se reanudaron las Guerras Napoleónicas. En los dos años siguientes venció a Austria, Prusia y Rusia, y se convirtió en el dueño de la mayor parte de Europa. Gran Bretaña se mantuvo en guerra contra él, segura de su control sobre el mar tras la destrucción de la flota francesa, aliada de la española, en 1805 en la batalla de Trafalgar. Napoleón se dispuso entonces a aplicar un bloqueo comercial sobre Gran Bretaña, conocido como el Sistema Continental, que consistía en un bloqueo sobre las mercancías británicas con el propósito de arruinar el poderoso comercio de Gran Bretaña, lo que en cierta medida le llevó a realizar acciones que serían fatales para el Imperio: las invasiones de España y Rusia.
Ni Portugal ni los Estados Pontificios se plegaron al bloqueo continental impuesto a Inglaterra. El contrabando británico se filtraba desde Portugal, aliado de Inglaterra desde siempre, desde diversos puntos del Mar Negro, Danubio arriba, desde los Estados Pontificios y Toscana, desde el mar Báltico y desde el mismo puerto de Hamburgo, frente a la isla de Heligoland, «el pequeño Londres».
Los aduaneros, sorprendidos por los abundantes entierros que se celebraban en Hamburgo, descubrieron que los féretros estaban llenos de azúcar y tejidos. La noche del 17-18 de octubre de 1810 el ejército francés hizo una requisa general en la ciudad de Fráncfort y en 234 establecimientos se encontraron mercancías inglesas.
Para que las aduanas funcionaran bien Napoleón ocupó la Pomerania sueca en el Báltico y los puertos de la vieja Liga Hanseática; mandó tropas a Toscana y a los Estados Pontificios, a pesar de las protestas de Pío VII. Incluso los mismos aliados protestaban y Luis Bonaparte, rey de Holanda, olvidó que era un Bonaparte menor y se quejó por la ruina que el bloqueo ocasionaba al comercio holandés.
Napoleón necesitaba el apoyo lusitano para contener el poder británico sobre el Atlántico. Al no obtenerlo decidió invadir el reino de los Braganza. Un pequeño ejército francés, al mando del mariscal Junot, y de acuerdo con las autoridades españolas, ocupó rápidamente el país y obligó a sus monarcas a huir a Brasil (noviembre 1807).
En 1808 el ejército Francés ingresa a España con el objetivo de invadir Portugal – el puerto de Lisboa, único puerto donde las mercancías inglesas ingresaban a Europa- así, Napoleón obliga a Carlos IV y a su hijo Fernando a abdicar en su favor, y Napoleón, a su vez, abdica por su hermano José Bonaparte. A vista de este hecho los españoles rechazaron la dominación francesa y también el gobierno de Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, que sostenía que ya que su padre y hermano habían abdicado el gobierno le correspondía a ella por derecho. Rechazando las 2 autoridades los americanos formaron juntas y luego cortes basándose en el pacto monárquico el que sostenía que las colonias eran vasallos del rey, y si el rey se encontraba cautivo el pueblo restablecía su soberanía. Así los criollos asumieron el poder en nombre fe Fernando VII.
2. ETAPAS:
Se pueden hacer dos clases de divisiones de etapas diversas:
a) La primera separación de etapas es una clasificación bastante general y que toma como partida la forzada alianza franco-española y termina con la independencia de Sudamérica.
¯ De 1790- 1808: España es aliada forzada de Francia y lucha contra Inglaterra. Los ingleses invaden buenos aires.
¯ De 1808-1814:
La Guerra de la Independencia Española:
Desde 1795, España era aliada de Francia. Para concretar su objetivo de invadir Portugal, Napoleón necesitaba atravesar España. Pactó entonces con Godoy, quien permitió el libre paso de las tropas francesas por el territorio hispánico. A cambio de esta concesión proyectaron, emperador y ministro, el reparto de Portugal, correspondiendo a éste último el reino de Algarbe (Tratado de Fontainebleau, 1807).
Carlos IV había demostrado su incapacidad para gobernar cuando abandonó el poder en las ambiciosas manos de Manuel Godoy. Por su parte, el príncipe heredero Fernando lo acusaba de intentar la usurpación del trono. Cuando las tropas napoleónicas marcharon sobre suelo español con rumbo a Portugal, el partido fernandista -temeroso de una maniobra francesa para apoderarse de la Península- organizó el motín de Aranjuez, conjura aristocrática española manifestada en forma de movimientos populares violentos que tuvieron lugar desde la noche del 17 al 19 de marzo de 1808 en el Real Sitio de Aranjuez (con réplica en Madrid). Amparados en la situación internacional, en el clima de inquietud provocado por la invasión francesa, y alentados por rumores que aludían a la marcha de la corte a Andalucía (quizá a las Indias), los conjurados asaltaron el palacio del favorito y principal figura del gobierno, Manuel Godoy, al que se hacía responsable de todo, y a punto estuvieron de lincharle. Este levantamiento finalizó con la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando. En toda España se celebró la caída de Godoy y la exaltación del nuevo monarca.
Mientras estos sucesos se desarrollaban en Aranjuez, Napoleón -a solicitud de Frenando- envió a Murat al frente de un ejército que se instaló en Madrid.
Al enterarse de lo ocurrido, Napoleón envió una carta a Murat: "Debe usted impedir que hagan daño al rey, a la reina y al Príncipe de la Paz. Hasta que sea reconocido el nuevo rey, haga como si el viejo siguiera reinando. Si se hablase de procesar al Príncipe de la Paz, pienso que me pedirán consejo. Dígale a Beauharnais (el embajador francés en Madrid) que es mi deseo que intervenga para que no se verifique tal proceso. Diga siempre que no ha recibido instrucciones concretas. Mientras tanto, no dejo de darle algunas, diciéndole que tenga a sus tropas bien descansadas, con las raciones de comida al completo y no trate de resolver por sí mismo nada"
El Príncipe de Asturias, proclamado rey como
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