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Enviado por   •  5 de Abril de 2014  •  5.183 Palabras (21 Páginas)  •  195 Visitas

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NEOLIBERALISMO:

ETAPA FUNDACIONAL

El neoliberalismo atravesó una primera etapa, de índole fundacional, que comenzó hacia 1947, se prolongó aproximadamente treinta años y dio lugar a un cuerpo doctrinario sistemático, muy elaborado y coherente: una ortodoxia neoliberal originaria, que conforma el producto clave de esa etapa.

La tesis básica, para el neoliberalismo es que el mercado constituye el mejor instrumento, el más eficaz para la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades. Un mecanismo de autorregulación que conduciría al óptimo social y que, por ello, resultaría intrínsecamente superior. Por eso, dicha ortodoxia exaltó las virtudes de un Estado mínimo e impugnó vivamente al Estado de Bienestar y, en general, al Estado como dispositivo de redistribución en beneficio de las clases desfavorecidas.

Aquella tesis operó como un principio rector, organizador del conjunto doctrinario. Un principio que perdura hasta la actualidad, si bien con matices. En efecto, ya no se pregona un Estado mínimo, sino un Estado eficaz. Aceptando incluso ciertas funciones estatales en materia de redistribución.

Sobre esa base, el neoliberalismo originario planteó una agenda de políticas con cuatro ideas-fuerza clave:

la promoción de un máximum de crecimiento económico (de libre mercado) como objetivo prioritario;

a su turno, tal propósito demandaría un aumento de la tasa de ganancia del capital privado; y, para ello,

se requeriría una reducción de los costos salariales, una merma en el costo de la fuerza de trabajo, una bandera neoliberal decisiva y distintiva que, además,

condujo al auspicio de una firme contención del gasto público social.

Se trata de ideas-fuerza que (como en el caso anterior) persisten hasta el presente, aunque también exhiben algunos matices. Por ejemplo, y como ya se insinuó, el crecimiento sigue siendo el objetivo prioritario (continuidad), pero se lo reputa como insuficiente (cambio). Entonces, despuntan cuatro ideas-fuerza y un principio rector vertebral, distintivo del modelo que, por su carácter jerarquizado y permanente, ciñen los márgenes de variación y permiten hablar de un mismo paradigma, el neoliberal.

ETAPA ESTATAL. PRIMERA FASE

A fines de los ‘70s el neoliberalismo inició su etapa estatal con el advenimiento de las administraciones Thatcher (Gran Bretaña, 1979) y Reagan (EE.UU., 1980). Y en poco tiempo se difundió a buena parte de los gobiernos de Europa occidental y, también, de América Latina, gracias a la crisis de pago de las deudas externas que eclosionó en México en 1982.

Durante ese período inaugural de acceso al Estado (fin de los ‘70s, principios de los ‘80s), breve y altamente expansivo, la doctrina neoliberal originaria vivió su primera fase de transformación, con dos ámbitos de cambio:

Por un lado, fijó los parámetros de un programa de política económica relativamente uniforme y de alcance mundial que, en el caso del Sur y después de Europa oriental, plasmó en los denominados ajustes estructurales, que por encima de sus diferencias nacionales exhiben un diseño común, inspirado en el credo neoliberal. Un diseño que perdura en los ‘90s, si bien con ciertas revisiones.

En los ‘80s, una nota distintiva fue que el mercado mundial pasó a ser considerado como principal mecanismo de asignación de recursos. Como corolario, se produjo un agudo sobre acento en la búsqueda de competitividad (externa). Ello exacerbó la política de deprimir el costo de la fuerza de trabajo y los salarios. El trabajo, pues, retrocedió al papel de una mera mercancía comprada al menor precio posible. Se trata, entonces, de una bandera ortodoxa que persiste en los ‘80s, aunque agudizada; y que continúa hasta el presente, nuevamente intensificada (con los programas de flexibilización laboral). El resultado es una descomunal redefinición de poder entre el capital y el trabajo, un fruto y característica crucial del capitalismo en su etapa neoliberal.

Por otra parte, durante la primera administración Reagan (1980-1983) la ortodoxia neoliberal tuvo su cambio más significativo. En efecto, fue re articulada por el pensamiento neoconservador. Es decir, se desencadenó un proceso de reorganización ideológica tan intenso que dio lugar a un conjunto original, a una nueva síntesis, con dos novedades centrales:

El ensamble del ideario neoliberal con valores democráticos (de raíz liberal), típicamente neoconservadores, mientras que en el neoliberalismo clásico ocuparon un lugar expresamente subordinado.

Así se consolidó un proyecto de sociedad integral, que no se limita al terreno económico y abarca al régimen político. En otros términos, se robusteció el impulso de una transformación global de las sociedades, una tendencia que perduró y se acentuó en los ‘90s (sobre todo, con la incorporación de un régimen específico de "políticas sociales").

Además, despuntó una firme voluntad internacionalista, también de estirpe neoconservadora, que incitó (y estimula) la expansión mundial del programa, en un intento de homogeneización de alcance planetario.

De hecho, esa propagación se convirtió en una prioridad explícita de la política exterior de la gestión Reagan, con el mote de "democratización global". Una prioridad que luego fue retomada por la administración Bush y, posteriormente, por el gobierno Demócrata de William Clinton (con la denominación de "alianza global por la democracia"). Por ende, se trata de un eje de la estrategia externa estadounidense que concitó (y recibe) un considerable consenso bipartidario, lo cual le confiere solidez y consolidación de largo plazo.

Por ello, es factible afirmar que, en rigor, desde principios de los ‘80s se ha perfilado un programa neoliberal-conservador (o un neoconservadorismo-liberal), de factura estadounidense, que impulsa un proyecto de sociedad que es a la vez integral y mundial. Un esfuerzo totalizador típico de la Modernidad e inédito en su alcance.

En efecto, en los ‘80s el programa alcanzó una extraordinaria expansión, que prosiguió en los ‘90s gracias al colapso del socialismo histórico, que le otorgó -ahora sí- un alcance realmente planetario.

Lo relevante es que esa excepcional gravitación en el sistema internacional derivó, en buena medida, de la hegemonía que el neoliberalismo consiguió como ideología, sobre todo a nivel dirigente. En otros términos, en los ‘80s y ‘90s el ideario neoliberal-conservador logró establecerse como una potente fuerza ideológica a escala

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