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EL DESARROLLO DE LAS CIUDADES


Enviado por   •  18 de Febrero de 2018  •  Apuntes  •  5.756 Palabras (24 Páginas)  •  647 Visitas

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EL DESARROLLO DE LAS CIUDADES

En el siglo XIX fue el desarrollo y expansión de las ciudades. Las reformas y las transformaciones agrarias permitieron un crecimiento de la población, la extensión de los establecimientos industriales hizo que los trabajadores se desplazaran a vivir a núcleos urbanos, junto a las zonas de fábricas fue el inicio del masivo éxodo rural. Nacía una nueva sociedad urbana. que mostraba tanto el progreso técnico como las profundas igualdades entre las profundas desigualdades sociales 

• 1 El crecimiento urbano 

El crecimiento urbano vivido en Europa durante el siglo XIX fue espectacular. En ese período, su población urbana pasó de un 10% a un 30%.  En el siglo XIX, Londres,pasó de un millón a más de seis millones de habitantes. París, Berlín, Viena y San Peters-burgo se convirtieron también en ciudades con más de un millón de habitantes. Pero el grado de urbanización 

El grado de urbanización dependía de su nivel de industrialización 

-En los países donde la Revolución Industrial había sido más temprana, el grado de urbanización, fue más intenso. En Reino Unido, la población de las ciudade alcanzó el 50% a mediados del siglo XIX casi el 75% en 1914. En holanda y Bélgica solo 1/4 se dedicaba a la agricultura y en países como Alemania y Francia, las actividades comerciales e industriales superaban al sector agrario. El éxodo rural era un proceso irreversible. Millones de campesinos abandonaron sus hogares para emigrar a urbanas industriales o a américa. 

Por el contrario En Italia, España y Portugal, más de la mitad de la población seguía vinculada a las actividades agrarias. En Rusia al comenzar la primera guerra mundial el 80% vivían en el campo.

El crecimiento urbano dependió de: el carácter histórico la actividad mercantil, las redes de transporte o funciones políticas o administrativas fue la época de expansión de grandes ciudades: Londres, Viena, París, Berlín 

En las primeras décadas del siglo XIX las ciudades tuvieron un crecimiento desordenado. Se crearon barrios obreros que no contaban con las mínimas condiciones de higiene y salubridad. Construidas alrededor de las fábricas en la periferia. Las clases populares carecían de los servicios básicos como agua potable, red de cloacas, iluminación, mercados, transportes, escuelas, hospitales... La desigualdad social entre las clases acomodadas y los obreras eran cada vez mayor.

En la segunda mitad del ochocientos. Las grandes urbes comenzaron a diseñar una política urbanística. Crearon nuevos centros de las urbes y a invertir dinero en servicios públicos 

Muchas ciudades emprendieron planes de ensanche que transformaron su estructura urbana (Viena, Barcelona, Berlín). El caso más conocido es el de París. Su alcalde, el barón Haussmann, remodeló el viejo centro parisino, trazando calles rectas y anchas con amplias plazas, y construyendo nuevos edificios públicos y nuevas viviendas. Buen número de los antiguos inquilinos tuvieron que desplazarse a los barrios de la periferia, uniéndose a los asalariados recién llegados. 
El casco viejo remodelado: los nuevos ensanches burgueses y los barrios obreros del extrarradio- marcaban la separación social de sus habitantes. Se abría una inmensa brecha en la sociedad urbana. 
Los convecinos, en función de la clase social a la que pertenecían, estaban separados por la localización del barrio, el tipo de vivienda, los servicios urbanos, el nivel de vida, la forma de vestir y la cultura. 
En las ciudades que realizaron esta importante transformación se instalaron los servicios básicos, hasta aquel 

Los cambios en la sociedad europea del siglo XIX

En el siglo fue el desarrollo y la expansión de las ciudades. Las reformas agrarias y las transformaciones económicas permitieron un crecimiento sostenido de la población. Los trabajadores se desplazaron a vivir hacía los núcleos urbanos junto a las zonas de fábricas, fue el inicio del éxodo rural. Con esto nacía una nueva sociedad urbana distinta a las ciudades de origen medieval que mostraba el progreso técnico y las profundas desigualdades entre las clases sociales.

1.1 el crecimiento urbano
El crecimiento urbano vivido en europa durante el siglo XIX fue espectacular. En ese período pasó de un 10% a un 30%. Londres pasó de 1M a 6M de habitantes. París, Berlín, Viena y San Petersburgo tenían más de 1M de habitantes.

-El grado de urbanización dependía de du nivel de industrialización:
En los países donde la Revolución industrial había sido más temprana, el grado de urbanización fue más intenso. En Reino Unido en el siglo XIX alcanzó el 50% y en 1914 el 75%. En Holanda y Bélgica solo 1/4 parte se dedicaba al sector agrario. En Alemania y Francia las actividades industriales y comerciales superaban al sector agrario. Millones de campesinos abandonaron sus hogares y su forma de vida para emigrar hacia las regiones urbanas industriales o hacía los países americanos. (Éxodo rural)
-Por el contrario a finales del siglo XIX la población de la Europa meridional y oriental era todavía mayoritariamente campesina en Italia, España, Portugal. Más de la mitad de las actividades eran agrarias. En Rusia, al comenzar la 1ª guerra mundial dl 80% vivían en el campo.

La ciudad industrial:
Crecimiento y desigualdad social 
El crecimiento urbano no dependió sólo de la localización de las fábricas. Hubo otros factores importantes como el carácter histórico, la actividad mercantil. Las redes de transporte (puertos, nudos ferroviarios y centros de comunicaciones) o las funciones políticas y administrativas. Fue la época de expansión de grandes capitales. (Londres, París, Viena, Berlín...)
En las primeras décadas del siglo XIX, las ciudades tuvieron un crecimiento claramente desordenado. Creándose barrios que no contaban con las mínimas condiciones de higiene y salubridad. Ocupadas por los trabajadores que llegaban del mundo rural. Las clases populares carecían de los servicios básicos, agua potable, red de cloacas, iluminación, mercados transporte, escuelas, hospitales en contraste de las familias burguesas. En el escenario de la ciudad, la desigualdad social era cada vez mayor entre las clases acomodadas y los obreros.
En La segunda mitad del ochocientos, las grandes urbes comenzaron a diseñar una política de planificación urbanística. 
Muchas ciudades emprendieron planes de ensanche que transformaron su estructura urbana (Viena, Barcelona, Berlín). El caso más conocido es el de París. Su alcalde, el barón Haussmann, remodeló el viejo centro parisino, trazando calles rectas y anchas con amplias plazas, y construyendo nuevos edificios públicos y nuevas viviendas. Buen número de los antiguos inquilinos tuvieron que desplazarse a los barrios de la periferia, uniéndose a los asalariados recién llegados. 
El casco viejo remodelado: los nuevos ensanches burgueses y los barrios obreros del extrarradio- marcaban la separación social de sus habitantes. Se abría una inmensa brecha en la sociedad urbana. 
Los convecinos, en función de la clase social a la que pertenecían, estaban separados por la localización del barrio, el tipo de vivienda, los servicios urbanos, el nivel de vida, la forma de vestir y la cultura. 
En las ciudades que realizaron esta importante transformación se instalaron los servicios básicos, hasta aquel momento inexistentes: el agua potable, la red de alcantarillado, el alumbrado, la construcción de aceras y calles empedradas, las casas de socorro, los hospitales, los centros educativos, los servicios de bomberos y guardia urbana, los vigilantes nocturnos, etc. La estación de ferrocarril fue una seña de prestigio y de nueva centralidad. Los transportes urbanos se establecieron de manera regular,  primero con tranvías. Pero fue el metro, el ferrocarril metropolitano, el que dio mayor movilidad y modernidad a las grandes urbes. En Londres se inauguró la primera línea en 1863, mucho antes que en la mayoría de ciudades, en las que comenzaron a funcionar a partir de 1900. 

2 LA VIDA DR LA GENTES: LA BURGUESÍA Y LA CLASE OBRERA.

El siglo XIX se considera como el siglo burgués. Aunque el campesinado  era el grupo social mayoritario fue disminuyendo ante el empuje del mundo industrial. La generalización de las - económicas capitalistas trajo consigo la sustitución de la estamental típica del Antiguo Régimen por una nueva sociedad de clases. Las relaciones sociales se basaban en la desigualdad económica entre una minoría que contaba con la mayor parte de los bienes de producción y consumo, la burguesía, y la clase obrera, obligada a trabajar por cuenta ajena para obtener un salario. Las diferencias no eran solo de riqueza. Las experiencias laborales, las formas de vida y las prácticas culturales fueron creando identidades colectivas diferentes, muchas veces enfrentadas. 
Pertenecer a cualquier grupo social no era un hecho determinado, sino producto de un proceso histórico (resultado de relaciones humanas)

2.1 El modo de vida burgués
A mediados del siglo XIX, el poder creciente de la burguesía era la consecuencia del triunfo del liberalismo político y de la expansión de la industrialización. Un poder político y económico que se hacía visible también en el mundo de la cultura, en la imposición de un nuevo estilo de vida que exhibía sus propios valores morales y costumbres sociales. 
La burguesía se podía dividir en dos partes: 
-La alta burguesía, formada por los grandes hombres de negocios, financieros, industriales o comerciales, era la propietaria de los medios de producción en la nueva sociedad. Las familias burguesas más importantes, gracias a su riqueza, habían ascendido hasta lo más alto de la escala social. Las casas nobiliarias, que basaban su riqueza en la propiedad de la tierra, perdieron parte de la hegemonía social que habían disfrutado durante siglos. Pero muchos nobles terratenientes supieron entrar en el mundo de los negocios al tiempo que los grandes burgueses aspiraban a su ennoblecimiento a través de la concesión de títulos y las uniones matrimoniales. La alianza de clases entre la antigua élite dominante y la nueva clase emergente era evidente en muchos países, estableciéndose una estrecha relación en la que primaba el favor, la influencia y el prestigio social. La gran burguesía y la nobleza compartían intereses económicos y controlaban el poder político, los altos puestos de la Administración y del Ejército y la mayoría de los escaños de los Parlamentos. Defendían el progreso económico, la libertad individual, el mantenimiento del orden social y el carácter sagrado de la propiedad privada. 

• Las clases medias: sectores sociales intermedios que no formaban parte ni de las elites dominantes ni de los trabajadores manuales. Una mediana y pequeña burguesía, compuesta por comerciantes, propietarios de talleres artesanos y pequeños negocios, profesionales liberales (abogados, médicos, ingenieros), funcionarios, empleados cualificados y rentistas. Las clases medias formaban un conjunto heterogéneo, con un protagonismo en las luchas políticas que permitieron la construcción de los sistemas políticos liberales y la formación de los Estados nacionales. La sociedad burguesa se definía por la búsqueda de la riqueza económica y el bienestar material. Y también por una identidad cultural que tenía espacios, costumbres y valores propios. La nueva sociabilidad, con un carácter cada vez más urbano, diferenciaba claramente lo público y lo privado. Los lugares de sociabilidad publica estaban dominados por el hombre, tanto los que tenían una connotación Política como los que estaban relacionados con nuevas formas de ocio. El ocio era también un elemento de distinción social.

La casa:
Para las familias burguesas, el símbolo más importante de su nivel de vida era la casa, un dominio que mostraba el valor de la propiedad privada y la importancia de la representación social. La casa era el espacio reservado a la mujer, encargada de la administración del hogar y del servicio. La presencia de criados diferenciaba a los burgueses de las otras clases. El interior de la vivienda contaba con un gran salón para recibir a las visitas. La familia se ofrecía allí como espectáculo a sus huéspedes: exponía la vajilla de plata, utilizada solo en las grandes ocasiones; un mobiliario tapizado, manteles, paredes forradas con telas, cuadros, dobles cortinas en los ven-tamales, jarrones, alfombras, etc. Eran signos para demostrar la prosperidad alcanzada. Un comedor de diario, el despacho del cabeza de familia, las habitaciones de los hijos y el espacio privado por excelencia, la alcoba, completaban el inmueble. Contaban con habitaciones del servicio. Estás casas estaban presente sobre todo en las familias burguesas de Londres Viena y París. La cocina y el baño, curiosamente, fueron confinados a los extremos de la vivienda, y no cambiaron hasta épocas más recientes. El baño no era de uso frecuente. El agua corriente llegó por primera vez a París en 1865; retretes e inodoros no comenzaron a usarse hasta fines de siglo. 

La indumentaria 
El lujo también quedaba reflejado en los vestidos:

-El hombre considerado elegante vestía con camisas bordadas y el pantalón, largo y ajustado, añadían chaleco, corbata, pañuelos, dijes y cadenas, que adornaban la pechera, y en invierno, largas capas y sobretodos. Se generalizó el uso del frac, de la levita, del lazo, del sombrero y de los guantes. 

La indumentaria de la mujer era más complicada. Se componía de numerosas prendas y escondía, con más eficacia si cabe, su cuerpo. Fajas y corsés creaban,  la imagen de un talle estrecho. Los vestidos largos exhibían abundantes lazos, cintas y encajes; contaban con enagua y el vestido exterior. Los sombreros femeninos eran complejos y podían ser Complementados por mantillas, tules y velos. 

2.2, Las condiciones de vida de la clase obrera:
Hay que incluir a los obreros industriales, a los artesanos, trabajadores a domicilio, empleados de servicios, criados y jornaleros del campo. La nueva sociedad industrial era visible en los grandes centros de producción de los sectores textil, siderúrgico o minero, durante la mayor parte del siglo, los artesanos urbanos y los trabajadores de los oficios tradicionales superaron en número a los obreros fabriles. Este conjunto heterogéneo de trabajadores compartía una característica común: la condición de asalariados, la dependencia de la fuerza de sus manos como único medio para conseguir un jornal. 

La vida de las clases trabajadoras estaba dominada por una sensación permanente de inseguridad, ya que los trabajadores urbanos vivían siempre amenazados  por la pobreza y la privación. Inseguridad en el puesto de trabajo, ante la posibilidad de un accidente o una enfermedad, ante el desamparo de la vejez, ante la ausencia de los alimentos de primera necesidad o el aumento del precio de la vivienda. 
Los obreros especializados que trabajaban en el mundo de los oficios tradicionales tenían un salario modesto, una cierta estabilidad laboral, orgullo profesional y alguna posibilidad de mejora social. Sin embargo, los obreros industriales tenían que soportar unas condiciones de trabajo durísimas. La disciplina era muy rígida y el ritmo de trabajo estaba marcado por las máquinas. La jornada laboral podía alargarse hasta 12 y 15 horas diarias sin apenas descanso. En las fábricas y en las minas con frecuentes los accidentes y enfermedades. Los salarios de los hombres eran muy bajos pero era el doble que el de mujeres y niños realizando la misma labor.  En reino unido hasta mediados del Siglo XIX trabajaban niños de entre 10 y 15 años. La mano de obra fabril, con una presencia destacada.

Solo a mediados de siglo se inició la promulgación que aliviaron la explotación laboral de niños:

-En 1839 se prohibió el trabajo en las minas a menores de nueve años en Prusia y en Reino Unido (1842) a menores de diez.

-En Francia hasta 1874 no se prohibió legalmente el trabajo en fábricas a menores de doce años. 

No existía ningún tipo de protección social legalmente reconocida: ante los accidentes, la incapacidad o el des-empleo solo existía la mendicidad, la beneficencia o el amparo familiar. En Reino Unido, la Ley de Pobres de 1834 (Poor Las), derivada de normas medievales, pretendía evitar el vagabundeo confinándolos en una especie de hospicios o «casas de trabajo», sostenidas por las parroquias. Teóricos liberales como Malthus o Ricardo las consideraban instituciones contrarias a la libertad económica.  La obligación legal no se estableció en Reino Unido hasta 1880. Alemania fue pionera en la creación de seguridad social más amplia (1883, seguro. De enfermedad para los trabajadores industriales; de accidentes en 1884; de vejez en 1889). 

La casa:
Vivían en barrios construidos en los suburbios de las ciudades, en viviendas pequeñas apiñadas, con edificios de dos o tres plantas al principio, que aumentaron en altura y volumen, con una o dos habitaciones donde la familia vivía.  Siendo frecuentes las cocinas y letrinas comunitarias. No había servicios básicos de conducción de agua, 'alumbrado y recogida de basuras, y la insalubridad y los, malos olores provocaban con frecuencia infecciones y epidemias, como las famosas de cólera. Fue surgiendo una sociabilidad propia desarrollada en tabernas sobre todo.

La indumentaria: El gasto en indumentaria era muy reducido. Se compraba un vestido cada varios años. El trabajador vestía pantalón simple, una blusa y la gorra, que eran los elementos distintivos para el hombre, y un vestido largo, para la mujer. Los trabajadores se lavaban más que los burgueses, sobre todo, por necesidad, ya que en muchos oficios se ensuciaban diariamente sus cuerpos y sus ropas. En Reino Unido, la producción de jabón se multiplicó por diez entre 1830 y 1875. No podían ocultar el cuerpo cuando al lavarse compartían pozos de agua y lavaderos comunes. Ello explica que, para la mentalidad burguesa, las formas de vida de los trabajadores estuvieran caracterizadas por una promiscuidad poco ejemplar y fueran considerados faltos de moral. 

El movimiento obrero: origen y desarrollo

Durante el siglo xix, los trabajadores  asalariados, conscientes de la explotación laboral la exclusión política que sufrían, comenzaron a organizarse para intentar mejorar sus condiciones de vida. Lo hicieron a través de acciones colectivas de protesta y de asociaciones estables capaces de plantear sus demandas frente a propietarios, empresarios y autoridades políticas. En la segunda mitad del siglo, las sociedades obreras locales se convirtieron en organizaciones nacionales con relaciones incluso internacionales. Surgieron los sindicatos modernos y los partidos obreros que defendían el socialismo, una doctrina política y social que reclamaba la abolición del sistema económico capitalista y la creación de una sociedad más justa e igualitaria. La historia del movimiento obrero está forjada por las acciones de primeros precursores, por las luchas, las conquistas sociales y las mejoras económicas conseguidas a lo largo del tiempo, por la huella dejada por líderes destacados y por la aspiración a conseguir un cambio revolucionario. Una historia marcada por largos conflictos sociales, negociaciones colectivas y enfrentamientos violentos, y también por divisiones y disputas internas, que llegaron hasta la Primera Guerra Mundial.

3.1. Los orígenes del movimiento obrero organizado  
La conflictividad social no surgió con el inicio de la Revolución Industrial. En la Europa del Antiguo Régimen eran frecuentes las protestas populares contra la subida del precio del pan, el cobro de impuestos o los abusos señoriales. Motines y revueltas locales que duraban poco tiempo y solían terminar con una dura represión. También acciones individuales, anónimas, mostraban malestar social de la población. Pero con la llegada del sistema económico capitalista y del nuevo orden social liberal, las protestas tradicionales de campesinos y consumidores fueron dejando paso a nuevas formas de movilización relacionadas con los productores, con el mundo del trabajo industrial y urbano. Las demandas de los trabajadores se centraron en el aumento de sus salarios, la reducción de jornada y la mejora de sus condiciones laborales. Entre las primeras acciones de protesta de los trabajadores destacan los episodios de destrucción de maqui-narria, que tuvieron un gran eco en Reino Unido durante el primer tercio del siglo xix. Este tipo de acciones violentas tomaron el nombre de ludismo, una denominación relacionada con Ned Ludd, una figura ficticia que firmaba los anónimos y pasquines dirigidos a los empresarios. Los primeros movimientos luditas estaban protagonizados por hiladores y tejedores, que temían que la introducción de maquinaria moderna les dejara sin trabajo. Los incendios y las destrucciones de máquinas textiles, como ocurrió después en el campo con las máquinas trilladoras que ahorraban mano de obra campesina, fueron las primeras armas de los trabajadores, que pretendían forzar a los empresarios a conceder mejoras laborales y salariales. El paso siguiente fue la organización estable de asociaciones de obreros. A finales del siglo xviii había en Gran Bretaña asociaciones de artesanos que se resistían a los cambios impuestos por la economía liberal. En 1799-1800, el Gobierno británico prohibió cualquier tipo de sociedad obrera (Combination Acts). La vida asociativa, mantenida en la clandestinidad, salía a la luz con ocasión de las protestas abiertas y las manifestaciones, como la que tuvo lugar en Manchester en 1819. La represión violenta del ejército causó varias muertes y numerosos heridos (Masacre de Peterloo), pero despertó un movimiento de solidaridad hacia las víctimas y difundió la necesidad de tomar conciencia del problema obrero. En 1824, el Gobierno de Reino Unido legalizó las asociaciones obreras. Se extendieron las Sociedades de Socorros Mutuos, creadas para prestar ayuda en caso de accidente o enfermedad, pero que, en muchos casos, cuando se r 

Planteaba una huelga, utilizaban sus fondos como caja de resistencia 

También aparecieron muchas sociedades Locales de oficios (Trades Union) que en la década de 1830 Intentaron agruparse en organizaciones nacionales que, en la década de cada sector productivo. El Grand Owen National Consolidated lrades Union, impulsado por Roben llegó a sumar medio millón de trabajadores.  

La asociación de trabajadores de Londres publicó  una Carta del Pueblo (people’s Charter) que reclamaba el sufragio universal masculino, el voto secreto, la reforma de los distritos electorales y la renovación del Parlamento sin que fuera necesario ser propietario para lograr un acta de diputado. Si el pueblo lograba representación en el Parlamento, sería posible legislar reformas sociales y nuevos derechos ciudadanos. 
El cartismo fue un movimiento de masas, de carácter político, que durante una década logró movilizar a cientos de miles de trabajadores en defensa de la democratización del Estado. El Parlamento británico rechazó las peticiones cartistas y las fuerzas del orden reprimieron con dureza las huelgas, los sabotajes y los intentos de insurrección que se prolongaron hasta la gran manifestación, celebrada en Londres en 1848. Su represión y su disolución no fue una derrota sin consecuencias. A partir de ese), momento los Gobiernos asumieron la necesidad de negociar con los representantes de los trabajadores de impulsar reformas sociales que mejoraran sus condiciones. Además, el movimiento demostró que era posible movilizar, las masas a nivel nacional y que la política no era ajena a  los intereses de los trabajadores. 


3.2. Sindicatos obreros
En la segunda mitad del siglo xix, los sindicatos de obreros consiguieron su reconocimiento legal y mostraron la capacidad de las organizaciones del proletariado para mejorar sus condiciones de trabajo y elevar su nivel de vida. Posteriormente, para luchar por la obtención de los derechos políticos y sociales de los trabajadores, nacieron partidos obreros, la mayoría socialistas, que participaron en las convocatorias electorales y en la vida parlamentaria de los Estados nacionales. Las sedes de los sindicatos y de los partidos, y su red de organizaciones e instituciones se convirtieron en los espacios principales de la sociabilidad obrera, en el centro de una cultura alternativa a las entidades burguesas. En la segunda mitad del siglo xix, en Reino Unido se crearon sindicatos nacionales de obreros cualificados, que, a través de la negociación colectiva y de la presión de las huelgas, consiguieron notables mejoras laborales y salariales. En la década de 1860 había Consejos Obreros en las ciudades más importantes y se llegó a celebrar un congreso nacional (Trades Union Congress), que representó a más de un millón de obreros afiliados. Algo parecido estaba ocurriendo, aunque con un cierto retraso, en los demás países europeos industrializados. En Francia, después de muchos años de conflictos sociales, los sindicatos obreros fueron legalizados en 1868. Un año más tarde se aprobaba en Alemania la ley que concedía el derecho de asociación. Desde ese momento hasta el final del siglo, la fuerza del movimiento obrero se extendió por todo el continente como un desafío para el orden social burgués. 

El socialismo es, junto con el liberalismo y el nacionalismo, una de las grandes ideologías que el siglo xx heredó del siglo xix. El proceso de industrialización despertó la preocupación por las consecuencias sociales de las grandes transformaciones económicas, la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Comenzó el debate sobre la llamada «cuestión social». Los primeros pensadores socialistas, llamados «utópicos», proponían sociedades ideales igualitarias. A mediados de siglo, la experiencia de las oleadas revolucionarias y el estudio del sistema económico capitalista permitieron la aparición del socialismo denominado científico. En las décadas siguientes se desarrollaron dos teorías sociales, el marxismo y el anarquismo, que centraron y protagonizaron los debates y enfrentamientos surgidos en el seno del movimiento obrero. 
4.1. El socialismo utópico 

Los primeros escritores socialistas, denominados utópicos por Engels, defendían las novedades traídas por la Revolución Industrial y la posibilidad de crear, a través de medios pacíficos, una sociedad ideal basada en la igualdad, la armonía social, la solidaridad y la fraternidad. Sus propuestas filantrópicas se publicaron y difundieron en la primera mitad del siglo xix. Los pensadores más importantes de este movimiento fueron: 

■Étienne Cabet: autor de El viaje a Icaria, y Filippo Buonarroti participantes en la Revolución Francesa legaron al siglo xix el pensamiento radical e igualitario de «los iguales» de Babeuf y otros grupos revolucionarios fracasados entonces. 


■ Robert Owen- Pensador inglés, propietario de la fábrica de hilo de algodón New Lanark, mejoró las condiciones laborales de sus obreros (reducción de jornada, aumento salarial, educación infantil). El éxito de su fábrica le llevó a fundar una comunidad ideal (New Harmony) que fracasó y pero algunas de sus iniciativas inspiraron la aparición de cooperativas y sociedades mutualistas obreras. 

■ Conde de Saint-Simon: Noble francés, de ideología liberal, que creía en las virtudes del progreso técnico y defendía la creación de una nueva sociedad basada en la producción.  Al frente del estado debían figurar científicos y técnicos preocupados en conseguir el mayor bienestar social posible. 

■ Charles Fourier: Pensador francés que denunció el sistema productivo capitalista como culpable de la explotación y miseria de los obreros. Proponía la creación de unas cooperativas agrícolas e industriales autosuficientes, llamadas falansterios, donde hombres y mujeres compartirían el trabajo en pie de igualdad. 

■ Pierre-Joseph Proudhon:
Tipógrafo francés autor de ¿Qué es la propiedad?, donde denunciaba la propiedad privada como un robo. Defendía la creación de sociedades mutualistas. Su crítica radical al sistema de propiedad y al Estado.

El marxismo
El marxismo es una teoría socialista y Friedrich Engels. Ambos publicaron en 1848 el Manifiesto comunista, texto de carácter propagandístico encargado por la Liga de los Comunistas, una sociedad de exiliados alemanes. La obra presenta los principios básicos de su doctrina social y política: la historia de la sociedad se basaba en la lucha de clases, el verdadero motor de la historia. En esa época había dos clases sociales enemigas, condenadas a enfrentarse, la burguesía y el proletariado. Los trabajadores tenían que unir sus fuerzas para defender sus intereses y lanzarse a la conquista del poder, desplazando a los Políticos burgueses. Su principal proclama era  internacionalista: « ¡Proletarios de todo el mundo: uníos”


Marx. En su obra El capital, analizó el funcionamiento de la economía capitalista y llegó a la conclusión de que la causa fundamental de la pobreza y de la explotación sufridas por los obreros era la propiedad de los medios de producción, en manos de la burguesía. Los capitalistas acumulaban su riqueza gracias a la apropiación de la plusvalía: la diferencia entre el valor de la producción de un trabajador y lo que realmente recibe como salario. A su juicio, para terminar con ese sistema de opresión, los trabajadores debían suprimir la propiedad privada y derribar el capitalismo. Un objetivo que se alcanzaría a través de 
la revolución social, mediante la toma del poder político y la socialización y colectivización de los medios de producción. Mientras llegaba ese momento, el proletariado tenía que 
fortalecer sus organizaciones y crear partidos políticos obreros, independientes de los partidos burgueses, capaces de representar los verdaderos intereses de tos trabajadores. En el futuro, una vez conseguida la conquista del poder político, habría una primera fase transitoria, la dictadura del proletariado, hasta que se dieran las condiciones para crear una sociedad comunista, sin clases sociales, donde ya no fuera necesaria la existencia de un Estado.

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