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ENSAYO “EL PORFIRIATO”


Enviado por   •  26 de Octubre de 2014  •  Ensayos  •  4.556 Palabras (19 Páginas)  •  375 Visitas

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Alumno: Alams Iroy Llanes Valenzuela

M.C. Germán Alemán

Materia: Estudios políticos y sociales de México

Grado y grupo: 1-6

ENSAYO “EL PORFIRIATO”

INTRODUCCION

El porfiriato o porfirismo es el periodo histórico durante el cual el ejercicio del poder en México estuvo bajo control de Porfirio Díaz.

En el presente ensayo daré una visión general acerca de lo que conocemos sobre el porfiriato. Siendo este uno de los periodos de mayor importancia en nuestro país. Periodo en el cual se vio un acontecimiento social, económico y tecnológico.

EL PORFIRIATO

Porfiriato o Porfirismo es el período de 34 años en el que el ejercicio del poder en México estuvo bajo control de Porfirio Díaz. Periodo de tiempo en que el General Porfirio Díaz gobernó el país (1877-1880; 1884-1911); fue un periodo un tanto represor ya que la paz y el orden se imponían con garrote, justificando un poco estas acciones en el hecho de haber vivido poco más de 60 años en luchas constantes.

La Política Exterior

A par de la búsqueda por la estabilidad política mediante la reorganización y control del ejército y la pacificación del país, el Presidente Díaz encaminó sus esfuerzos a obtener el reconocimiento internacional. De las naciones europeas que había firmado la convención de Londres – por la cual se originó la guerra de intervención- y con la que México había roto relaciones diplomáticas-, Gran Bretaña fue la última en reconocer al gobierno de Díaz (1884). España lo otorgó el mismo año en que el general oaxaqueño asumió la presidencia, 1877, y Francia lo hizo en 1880.

Para el logro de sus objetivos en política exterior, el Presidente Porfirio Díaz contó con la colaboración de expertos que se habían forjado en las últimas décadas. Las dos figuras más importantes, fueron sin duda, Matías Romero e Ignacio Mariscal. El primero, quien se desempeñó como Ministro de México en Washington de 1882 a 1898, logró generar una política bilateral con los Estados Unidos aprovechando las oportunidades comerciales que se abrían. Mariscal, quien se desempeñó por casi treinta años como Secretario de Relaciones de 1880 a 1910, Su experiencia como ministro en Washington y Londres le permitió gestar una política exterior que mirara lo mismo allende al Bravo que allende al Atlántico.

En abril de 1878, Estados Unidos reconoció el gobierno del presidente Díaz. Con la modificación de una serie de leyes México abrió sus puertas a la inversión extranjera.

La respuesta del exterior no se hizo esperar: un gran flujo de capital y tecnología surgió de las concesiones que el gobierno mexicano otorgó a inversionistas extranjeros en forma de tasas de ganancias garantizadas, exenciones de impuestos y reformas fiscales benéficas para los inversionistas.

Las principales fuentes de capital extranjero invertido en México durante el Porfiriato venían de Estados Unidos y Gran Bretaña. Estados Unidos compartía con México el interés por desarrollar sistemas de comunicación que facilitaran el comercio e hicieran más estrechos los vínculos económicos entre ambos países; por tal motivo, gran parte del capital invertido en México estuvo dirigido hacia la construcción de una amplia red ferroviaria que uniera a las principales ciudades del país y –mediante conexiones– se extendiera más allá de la frontera norte hasta alcanzar importantes ciudades norteamericanas.

Con las grandes propiedades, la agricultura se orientó a la exportación y creció espectacularmente, sobre todo en la producción de henequén, café, cacao, hule y chicle.

No obstante, la importancia de los capitales norteamericanos para el proyecto modernizador del gobierno mexicano –Estados Unidos siempre fue el primer inversionista y socio comercial de México–, Díaz nunca dejó de mostrarse receloso de su participación en las áreas estratégicas de la economía nacional. La política expansionista sostenida años atrás por Estados Unidos –y de la cual México había sido víctima– seguía presente en la memoria colectiva de la nación, y su nueva variante, la invasión pacífica –que suponía un expansionismo de orden económico–, no podía ser halagüeña.

Por ello desde los albores de su régimen, Díaz fomento la participación de capitales europeos para contrarrestar la influencia que pudieran tener los norteamericanos en los asuntos internos de México. Un factor que favoreció en gran medida las inversiones británicas fue la participación que los miembros del gobierno mexicano tuvieron en las empresas extranjeras –mineras, petroleras, ferrocarrileras, y de servicios principalmente–. La relación de altos funcionarios porfiristas con inversionistas ingleses –particularmente con Weetman Dikinson Pearson, presidente de S. Pearson and Son– fue muy estrecha, y en la mayor parte de los casos las concesiones –supuestamente sometidas a concurso– se otorgaba favoreciendo los intereses británicos.

El marcado favoritismo del gobierno de Díaz hacia el capital británico no fue suficiente para detener la expansión económica norteamericana en México. La inmejorable posición geográfica de Estados Unidos y las presiones que por momentos ejercía el gobierno norteamericano sobre la administración porfirista fueron las condiciones que obligaron a Gran Bretaña a asumir el papel de segundo socio comercial de México. A pesar de la abierta simpatía que Díaz siempre mostró por el capital europeo, la relación con Estados Unidos era estrecha.

Pero los capitales extranjeros no lo eran todo. Para impulsar el desarrollo económico y el progreso material, la política exterior del Porfiriato fue la piedra angular. Durante los 34 años de dictadura el gobierno mexicano se comportó con independencia y valentía frente a las presiones que por momentos ejercía Washington sobre la administración de Díaz. El cumplimiento de los compromisos de la deuda definió desde 1878, la estabilidad y cordialidad de la relación bilateral.

El gobierno mexicano desarrolló una intensa actividad diplomática basada, desde luego en la estrecha cooperación con Estados Unidos. Con Washington se firmaron varios acuerdos. Se creó la comisión mixta de reclamaciones para cuidar los intereses de ambos países, se constituyó también la comisión internacional de límites.

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