ENSAYO SOBRE EL VIERNES NEGRO

ENSAYO SOBRE EL VIERNES NEGRO

El viernes negro de 1983 se constituye a finales de la década del 70 a raíz de la caída del modelo de desarrollo fortalecido por la renta petrolera, lo que obligo a la población venezolana a tomar conciencia sobre lo que estaba ocurriendo y buscar cambios para retomar el camino que le había permitido su modernización económica y la implantación de un sistema de democracia representativa por otras vías. La crisis del modelo de desarrollo por la sustitución de importaciones se extiende hasta entonces, expresándose a través de diversos indicadores socioeconómicos como: la inflación, el desempleo y el deterioro social.

En los años 80 se produjo un estallido social de gran magnitud denominado el Caracazo de Febrero de 1989, presentándose una serie de sacudidas que deja atrás al viejo modelo hegemónico y su sustitución por una nueva alternativa, alcanzando un equilibrio inestable, un cuadro político-institucional dividido, desprestigiado y debilitado, elites que han perdido la brújula para dar con respuestas ante la crisis; partidos políticos que se corrompieron y perdieron la sintonía con sus bases. En los años 90 se realizan algunas propuestas y reformas del Estado, para favorecer una salida pacífica a una crisis que con el golpe de Estado fracasado de febrero de 1992 que se extendió a todos los espacios de la sociedad, retirado así su confianza a los partidos tradicionales, y comienza la búsqueda de alternativas que han de representarla en esta nueva fase y manda un mensaje de repudio al viejo orden, y busca quien tenga la inteligencia a reconstruir la comunicación entre sociedad y Estado. En 1998 Caldera y su Convergencia Nacional no estuvieron a las alturas de las circunstancias ya que era el causante del desequilibrio económico fiscal de ese año, creando las condiciones claves que dieron la vialidad a una salida radical, donde el MBR-200, trastocado en el MVR, encuentra su oportunidad en las elecciones liderizado por Chávez y obtiene el triunfo. Desde 1999 se dio inicio a un cambio que ha venido dando consistencia y solidez a una nueva configuración hegemónica para la sociedad venezolana. La plataforma política que enfrentó principalmente de manera insurreccional el proyecto bolivariano, carece de apoyo suficiente en el ámbito nacional para lograr su inclusión en los arreglos institucionales en plena construcción y a lo largo de los años 2001 a 2004, se sucedieron episodios de confrontación violenta, el golpe de Estado de fugaz éxito, el paro – sabotaje petrolero y la operación guarimba. El proyecto bolivariano ha alcanzado el apoyo de la mayoría de los venezolanos a través de la Constitución de 1999, aprobada en referendo popular, donde se transforma la democracia venezolana en una democracia “participativa y protagónica”, y se amplían los derechos humanos incluyendo a los pueblos indígenas a su autonomía, el respeto a sus culturas y derechos ambientales. Se reafirma la centralidad del Estado, la vigencia del principio universal de los derechos sociales, y el deber inevitable del Estado de crear las condiciones para garantizar tales derechos. También se reasienta en la Constitución la propiedad estatal del estratégico recurso petrolero.

El proyecto bolivariano ha despertado entusiasmos populares en otras naciones por su desarrollo en la búsqueda de soluciones de sus problemas y necesidades. Sin embargo, siguen persistiendo tendencias de debilidad institucional y riesgos para la democracia venezolana. Las amenazas están presentes, tanto en el interior de las fuerzas que ejercen la hegemonía en el proceso bolivariano, que en muchas ocasiones han dado muestras de intransigencia hacia la diferencia, arbitrariedad en las decisiones, y poca estima por la urgente y necesaria institucionalización de los cambios ocurridos, como entre los actores y fuerzas que se les oponen.

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