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ENSAYO TEMPLARIOS


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  4.084 Palabras (17 Páginas)  •  264 Visitas

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Cuando escuchamos el nombre Caballeros Templarios se nos viene a la mente. Lealtad, compromiso, protección, servicio. En este ensayo hablaremos del roll que jugaron los Caballeros templarios en la sangrienta y violenta guerra santa, como fueron traicionados por quienes los habían creado, por la ambición de algunos y de cómo la Orden se mantuvo firme hasta el final a lo que creía, a pesar de torturas siempre se mantuvieron firmes a sus ideales y les quitaron todo menos su dignidad y honor.

Cuando se comienza el análisis de la época histórica que se ha dado en llamar Edad Media, observamos que la gran mayoría de los procesos socio-históricos que se desarrollan en ella están ligados a una institución, que será el eje transversal de dicha Edad. Estamos hablando de la Iglesia, única entidad que a la caída del Imperio Romano de Occidente significaba unidad y poder político y económico, frente al panorama de desintegración y caos.

La expansión y poder del cristianismo en unos pocos siglos es indiscutible, pero tampoco lo es la importancia del “templo rival”, el Islam, nacido en Oriente pero que cada vez se extendía más y más. Inevitable era el choque de estas dos religiones que se disputaban la hegemonía espiritual y económica del Mediterráneo.

Por eso la primera cruzada es un buen comienzo para acercarnos al tema que compete a este trabajo: los Pobres Soldados de Jesucristo, más conocidos como los Caballeros Templarios. La Orden Religiosa cristiana que impregno la historia de Europa y Próximo Oriente por casi dos siglos.

Habían pasado más de 1000 años desde que Cristo había pisado la tierra santificándola, y la Iglesia Católica se encontraba ahora con que esos Santos Lugares estaban dominados por los musulmanes y que la peregrinación a Jerusalén, la ciudad santa, para redimir los pecados era cada vez más difícil porque muchos cristianos eran emboscados en su camino, para robarles o incluso matarlos. La iglesia debía tomar medidas y mostrar que su poder estaba respaldado por el propio Dios.

Fue el Papa Urbano II quién en 1095 llamó a los fieles a abrazar la cruz para realizar una Guerra Santa contra los sarracenos, para asegurar la peregrinación a Jerusalén y prestar ayuda a los bizantinos quienes se encontraban asediados por los musulmanes. La realización de una cruzada también permitiría afirmar la hegemonía económica de la Iglesia como nunca antes, desviando a los belicosos francos de los conflictos internos contra un enemigo común y expandiendo el dominio cristiano a Oriente.

El primer movimiento popular que llegó a Oriente, presidido por hombres como Pedro el Ermitaño, fue derrotado fácilmente por los sarracenos porque era una masa desbocada e ingenua. Pero para los bajos nobles era una oportunidad de conseguir tierras y prestigio, cosa que no tenían en Europa.

El derramamiento de sangre fue terrible, pero en 1099 el objetivo estaba cumplido: Jerusalén estaba en manos cristianas, se crearon cuatro Estados: el condado de Edesa y el de Trípoli, el principado de Antioquía y el reino de Jerusalén, gobernados por Balduino de Boulogne, Raymond de Touluse, Bohemundo de Taranto y Godofredo de Bouillón respectivamente. En los años siguientes mantener la seguridad de los dominios fue incluso aún más difícil que conquistarlos, y la falta de recursos humanos era un grave problema.

Es en este panorama donde dos caballeros menores Hugo de Payns y Godofredo de Saint Omer le proponen al rey de Jerusalén Balduino II (Godofredo había muerto) y al patriarca religioso Warmund de Picquigny, la formación de una orden de caballeros que siguiendo la regla religiosa de San Agustín protegieran a los peregrinos contra posibles ataques musulmanes. En la Navidad de 1119 el rey aprueba la orden y los llama “Los Pobres Soldados de Jesucristo” por sus votos de pobreza, obediencia y castidad.

¿Cómo una orden que nace con tan sólo nueve caballeros menores logra tener uno de los mayores poderes militares y económicos en Europa y Oriente, además del apoyo de la nobleza y grandes privilegios de la Iglesia en tan poco tiempo? Y tal vez más interesante aún ¿cómo reuniendo tanto poder y prestigio su final fue tan abrupto y trágico? Un intento de responder a estos dos grandes interrogantes, se esbozará en el desarrollo del presente y será el objetivo del mismo. La tesis que se respalda es que la vertiginosa expansión de la hegemonía templaria se debió a que la orden era funcional a un determinado modelo político-económico al momento de su nacimiento y desarrollo, pero que ya no lo era dos siglos después cuando su poder dejaba de ser necesario y se convertía en una amenaza para los nuevos actores políticos de Occidente, que lentamente dejaban de subordinarse a la Iglesia para ganar más poder.

Luego de que el rey aprobara la formación de la orden, concedió privilegios y beneficios a los caballeros, otorgándoles un lugar donde vivir en la mezquita Al Aqsa, donde mucho tiempo atrás se había erigido el Templo de Salomón, de allí proviene su denominación de “Caballeros del Temple” o “Caballeros Templarios”. Además se les pidió que se mantuvieran en armas para la protección de los Estados, produciéndose una fusión entre los hábitos militares y la vocación religiosa propia del monacato. Acto seguido Balduino II envió cartas a los nobles de Europa para conseguir apoyo para la recién creada orden, lo que derivó en el envío de cinco de los miembros de la misma a una misión diplomática para reclutamiento, conseguir apoyo, donaciones y por sobre todo, la aprobación del papado.

En 1128 se celebró el Concilio de Troyes, donde acudieron representantes eclesiásticos, abades, obispos y laicos, gracias a la convicción de Bernardo de Claraval, una de las figuras religiosas más influyentes de la época, la Orden fue aprobada y se redactó su regla de vida, basada en la Regla del monje Benito de Nursia. El documento constaba de más de 73 cláusulas que reglamentaban todos los aspectos de la vida de los caballeros desde la vestimenta, hasta las oraciones y todos los deberes que debían cumplir. En el reglamento se ponía más énfasis en su condición de monjes que en la de guerreros pero “la aplicación de la disciplina monástica a una unidad militar daría como resultado –por primera vez desde la caída del Imperio Romano de Occidente- un cuerpo de caballería disciplinado y uniformado […] sin estar sujeto a lealtades personales volubles ni a las incertidumbres de la leva feudal”.

Luego de ser aprobada la orden, Bernardo de Claraval inició una campaña de respaldo a los caballeros, por medio de cartas a los nobles y príncipes más influyentes e invitando a las masas a unirse a ella, y si bien Hugo de Payns volvió a Palestina, algunos caballeros se quedaron sumando miembros, buscando

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