Edipo Rey

Mucho se ha escrito a favor y en contra de la Predestinación. ¿Existe una línea ya trazada en nuestras vidas?, ¿Es en verdad, inamovible el destino?. Los griegos creían en la Predestinación, palabra que significa destinado o escogido de antemano. Pero no sólo creían, sino que estaban convencidos que ello era así, tal como lo demuestran Sófocles por un lado, “Apolo, Apolo, amigo, fue quién ocasionó mis desventuras…” (1) o bien “Y ahora creerán en los Oráculos del dios”. (2). Y Esquilo por otro, que como maestro de Sófocles, supo transmitir muy bien estos conceptos, tanto que al final, el discípulo superó al maestro. Esquilo dice: “De cualquier modo que sea, hoy sucede lo que tenía que suceder, lo que está decretado se cumple; y ya ni lamentos ni lágrimas, ni libaciones serán poderosas a calmar la implacable ira de las deidades a quienes no son aceptos sacrificios de fuego” (3). Ambos autores muestran la creencia generalizada de la soberanía de los dioses, que controlan y manejan los actos de los hombres a su antojo. Los ejemplos tácitos se encuentran tanto en “Edipo” como en “Agamenón”, como veremos más adelante.

Los Judeo Cristianos también tuvieron su Dios para gobernar su futuro y naturalmente para castigar los actos, tal como podemos leer en el Antiguo Testamento. Era una práctica común desde 5,000 años a.C. y las fechas coinciden tanto con los primeros libros de la Biblia como con los nacimientos de Esquilo y Sófocles. La furia de los dioses por los actos de los hombres genera la “Moira” (destino) al parecer inamovible e incambiable. “Quién, sino alguno de esos seres invisibles que saben de antemano lo que ha de suceder en los varios azares de la fortuna?” (4) dice Esquilo, y está seguro de ello.

La hipótesis en este ensayo es que tanto en Agamenón como en Edipo Rey la vida de los personajes está regida por el designio de los dioses y ellos se esfuerzan por transgredir esas leyes divinas, aún sabiendo que nadie puede escapar a su sino, porque “Lo demás que el destino tiene decretado…” (5) se revela en algunos pasajes, siendo el más destacado el de la revelación de Edipo a Yocasta en el anuncio que le hiciera Apolo cuando fue a Delfos : “… otras desgracias, graves, terribles, espantosas diciendo que yo estaba destinado a unirme con mi madre; que presentaría a los ojos de los hombres una execrable descendencia; que sería el asesino del padre que me había engendrado” (6).

SOFOCLES, Edipo Rey, Antigona, pag. 95

SOFOCLES, IBID, pág. 98.

ESQUILO, Tragedias completas, pág. 169.

ESQUILO, IBID, pág. 187.

ESQUILO, IBID, pág. 192.

SOFOCLES, IBID, pág. 76.

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