Educación Especial

En cada grupo clase, se dan diferencias en los estilos de aprendizaje, en los intereses, en los contextos socioculturales de procedencia, o bien, en las capacidades, que dan como resultado grupos heterogéneos y plurales (Blanchard, 2005), siendo frecuente el hecho de trabajar con alumnos que presentan deficiencias mentales, aquellos cuyo aprendizaje y desarrollo se ha retrasado o demorado por ciertas razones, desencadenando problemas de hiperactividad, fallas de memoria, problemas de percepción y emocionales, por lo cual, es necesaria la presencia de un programa de enseñanza individualizada diseñado en base a las necesidades y capacidades específicas de alumnos con deficiencias mentales (Miles, 1990). El grado de deficiencia o retraso mental varía en cada una de las personas, no obstante, la presencia de alumnos con éstas características en el aula, implica la necesidad de diseñar actividades acordes con sus capacidades cognitivas, que permitan tanto un progreso a nivel intelectual como una interacción con sus compañeros de clase, avanzando en dos campos simultáneamente que favorecerán el desarrollo de los alumnos. En la situación didáctica observada, existían dos casos de alumnos con retraso mental, el de una de ellas era más severo, percibido en su dificultad para entablar una conversación, el nerviosismo al ser observada por un cierto número de personas, al igual que, una incapacidad motora presente en las manos, por el otro lado, la segunda alumna presentaba una facilidad impresionante para socializar con las personas, demostrando sus estados de ánimo gritando, lo cual afectaba la dinámica de la clase considerablemente, las actividades realizadas frecuentemente por las alumnas, eran transcripciones del libro de texto, planas a partir de un modelo trazado por la docente, así como, operaciones básicas, específicamente, adición y multiplicación, las cuales, no permitían observar un avance concreto en las capacidades cognitivas de los alumnos, puesto que eran estáticas sin un significado intrínseco para las estudiantes, siendo necesaria la actuación activa y directa del docente en dichos casos particulares, donde el primer paso se encuentra en la aceptación del alumno como alguien con “mucho en común con nosotros”, prosiguiendo a la identificación de las habilidades que los alumnos necesitan aprender siguiendo una secuencia de desarrollo que permita diversificar las actividades realizadas por las alumnas, a partir de una actitud amistosa, motivación y recompensa, utilización de indicaciones, trabajo por etapas, así como el encadenamiento, que en conjunto contribuirán a la disminución del retraso intelectual de los alumnos (Miles, 1990). La actitud amistosa hacia alumnos con deficiencia o retraso mental, es un elemento fundamental para lograr un avance en su aprendizaje, al trabajar con dichas alumnas, pude percatarme de la necesidad de afecto que presentaban, la cual bastaba con entablar una conversación,

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