Educación Y Desigualda En Mexico
pavimentos19 de Julio de 2014
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INTRODUCCION
La educación es una consecuencia y una causa del nivel, tipo y grado de la desigualdad social en el mundo. En América Latina el problema de la desigualdad se ha agravado de una manera impensada. Hoy ya somos, desde hace dos años, de acuerdo con el estudio de desarrollo humano de Naciones Unidas, la zona más desigual social y económicamente del planeta. África sigue siendo más pobre todavía que América Latina, pero esta ya tiene índices de desigualdad peores que los de África. En América Latina no estamos avanzando en cosas fundamentales. Una sociedad más productiva, más armónica; una sociedad más funcionante requiere un equilibrio, una moderación de la desigualdad, y no hemos avanzado en eso.
DESARROLLO
Durante 1932 a 1982, con la política económica en práctica la economía mexicana, el PIB por persona, creció a un ritmo anual de 3.5% en términos reales. La distribución del ingreso entre las personas y las clases sociales que contribuyen a generarlo mejoró y el número (relativo y absoluto) de pobres disminuyó. De1983 a 2009, con la política puesta en práctica el comportamiento de la economía mexicana ha sido mediocre (en esos años 0.4% de crecimiento promedio anual del PIB por persona), la distribución del ingreso ha empeorado y el número de pobres crece. Ahora con la crisis económica en marcha, el ingreso por persona baja, la distribución del ingreso empeora y el número de pobres crece. Es necesario un cambio de política para promover, conjunta y simultáneamente, el crecimiento económico y la justicia social.
A partir de diciembre de 1982, y con la crisis de la deuda externa encima, se inicia en México un largo proceso de transición, promovido por el Ejecutivo Federal, hacia nuevos modos de organizar y promover la producción y el intercambio y de relacionar la economía del país con el resto del mundo.
Durante muchos años, de 1933 a 1982, la expansión de la economía nacional se asoció y recibió su mayor y más fuerte impulso de la creciente y muy variada participación de Estado y de la protección, frente a la competencia del exterior, de la producción nacional (un modelo de crecimiento económico a base de la industrialización promovida por el Estado, que en la de las manufacturas se orientó, en buena medida, a la sustitución de importaciones). En esos cincuenta años, la tasa de crecimiento del PIB fue, en promedio, de alrededor de 6.5% al año en términos reales. El crecimiento fue sostenido. En ninguno de esos años dejó de crecer la economía y en muchos se pudo combinar con la estabilidad de los precios y del tipo de cambio. En otros, mejoró la distribución del ingreso.
El programa neoliberal y sus resultados
El programa neoliberal puesto en práctica en México a partir de 1983, y la política económica y social asociadas a él, fue en parte promovido y ampliamente respaldado por el gobierno de Estados Unidos de América, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la comunidad financiera internacional. Se caracterizó por un conjunto de reformas, destinadas a alterar de manera significativa la estructura de la economía, que cubren muchas áreas relacionadas entre sí y todas tienen el declarado propósito de mejorar la eficiencia del sistema económico. La magnitud y profundidad de las reformas entraña un periodo de transición, en el que se modifican las instituciones, se redefinen las relaciones entre los factores de la producción y entre las clases sociales y en el que hay un reacomodo del poder.
El programa neoliberal1 que compartieron y que con entusiasmo adoptan los gobiernos mexicanos –y que en la actualidad prevalece– promete mejorar la competitividad, estimular el libre acceso a los recursos de capital y a los tecnológicos y promover una estructura económica más flexible. Todo ello, para desarrollar un ambiente más favorable para los inversionistas nacionales y extranjeros y así lograr un crecimiento económico sostenido, estabilidad en los precios y los más altos niveles de bienestar para la población.
Se abandona, progresivamente, el proyecto de desarrollo que México siguió durante décadas por otro, distinto y de profundas reformas estructurales, que busca descansar en el libre juego de las fuerzas del mercado para asignar y utilizar los
1 Este modelo (que a lo largo de la década de los años ochenta se puso en práctica en muchos países) después se le llegó a conocer, en la década de los años noventa, como el Consenso de Washington. Ver J. Willamson, The progress of policy reform in Latin America, Institute for International Economics, Washington D.C., EE. UU., 1990. También, del mismo autor, “Democracy and the Washington Consensus”, en World Development, vol. 21, 1993, pp. 1329-1336. Ver también de C. Tello, Estado y desarrollo... , op. cit., pp. 625 en adelante, y de R. Cordera y C. Tello, La disputa por... , op. cit.
recursos, no regulado, abierto a la competencia con el exterior y con cada vez menor participación del Estado.
El programa, que sin mayor consulta democrática a la población, se puso en práctica en el país (después de varios esfuerzos de ajuste de carácter ortodoxo que no dieron el resultado que de ellos se esperaba) descansó, en lo fundamental, en tres reformas llamadas estructurales: Redimensionar al Estado: 1) en las finanzas públicas, progresiva eliminación del déficit público; reducción del gasto público, sobre todo el de inversión fija y el destinado al gasto social; reducir, hasta eliminar, los diversos subsidios a las actividades económicas y a las personas (no tanto los que benefician a las empresas); incrementar los precios y las tarifas de los bienes y de los servicios que el sector público ofrece a la economía; descansar en los impuestos indirectos (más que en los directos) para aumentar la recaudación; reducir las tasas y los tramos en el Impuesto Sobre la Renta; eliminar paulatinamente los gravámenes al comercio exterior. Pagar cabal y puntualmente la deuda con el exterior y, en el tiempo, reducir la deuda interna y la externa como proporción del PIB. 2) venta, transferencia o cierre de las empresas del sector público. Muchas de las empresas eliminadas, se relacionan con las actividades agropecuarias y las de desarrollo social. Desmantelamiento de una amplia red de protección social para las clases populares. 3) desregulación progresiva de las diversas actividades económicas y sociales que el sector privado lleva a cabo. 4) simplificación de los trámites de diversa índole que los particulares llevan a cabo ante la autoridad. Apertura al exterior: 1) eliminar, rápida y progresivamente, los gravámenes y los controles cuantitativos al comercio exterior. 2) eliminar progresivamente el control de cambios. 3) ingreso al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés). Posteriormente a la Organización Mundial de Comercio (OMC). 4) firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. 5) firma de tratados y acuerdos de libre comercio y de carácter financiero con varios países. 6) ingreso a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). 7) desregulación de, y apertura a, la inversión extranjera. Eliminar los diversos controles sobre el movimiento y destino de capitales. Política monetaria y financiera: 1) desregulación del servicio de banca y crédito (de las operaciones activas y de las pasivas; ausencia de regulación prudencial).
2) el servicio de banca y crédito deja de ser un servicio público concesionado y pasa a ser una actividad tan sólo sujeta a autorización. 3) privatización de la banca y su apertura al capital externo. 4) paulatina eliminación del encaje legal y de su estrecha relación con el sistema de operaciones selectivas de crédito. 5) cancelación de muchos de los fidecomisos de fomento, que operan como mecanismos de descuento y garantía. 6) eliminación de parte de la banca nacional de desarrollo y fomento. La que permanece, reduce sustancialmente sus actividades a operaciones de segundo piso con la banca privada. 7) autonomía del Banco de México. Su tarea principal: velar por la estabilidad de los precios internos.
A estas reformas estructurales, se sumó la continuación de la reforma política –que arranca de 1977– y que busca llevar al Estado “a una democracia representativa que pudiese recoger la pluralidad social e ideológica y diese un cauce productivo y renovador a los conflictos y pugnas distributivas y por el poder que son propias de las sociedades complejas.”2
La economía mexicana cumple ya varios lustros de experimentación neoliberal, de largos y penosos períodos de ajuste y estabilización. El saldo de todo ello es: lento, en realidad mediocre crecimiento económico (la OCDE, lo llama “decepcionante”); persistente desigualdad en la distribución de la riqueza y del ingreso; abrumadora pobreza y lamentables condiciones de existencia en , por lo menos, la mitad de la población; reducidos ingresos fiscales, que apenas soportan un menor y raquítico gasto público programable; insuficiente y deficiente infraestructura básica (i.e., uso y aprovechamiento de agua, energéticos, comunicaciones y transportes); desarticulación productiva, sobre todo en las actividades industriales (las manufacturas); pocas oportunidades de empleo bien remunerado, estable y seguro; crecimiento de la informalidad en el mercado de trabajo y migración masiva a Estados Unidos de América, ante la falta de oportunidades en el país, son algunas de las expresiones de ello.
En los últimos veinticinco años, los que van de 1983 a 2009, la economía mexicana prácticamente ha estado estancada. En algunos años, pocos, se logró crecimiento económico
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