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El Animal Politico


Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  2.695 Palabras (11 Páginas)  •  380 Visitas

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POLÍTICA

I. Evolución del concepto

Desde que Aristóteles, en pleno auge de la democracia ateniense en los siglos V y IV a.c., se refiriera al ser humano como un zoon politikon, la categoría de política conformó un espacio superior de la vida en sociedad. Aquél de una comunidad política, propiamente autosuficiente, constituida por instituciones que posibilitaban una existencia mejor, ungidas del sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto. Dicho espacio quedó ligado, desde su comienzo, al marco definido por la “polis”, terminando por estructurarse una suerte de “hogar público”. La pertenencia a una comunidad y el sentimiento de justicia de esa misma comunidad terminaron por conformar el concepto de ciudadanía1 sobre el que quedó basado uno de los pilares de la naturaleza humana occidental al unirse la racionalidad de la justicia con el calor del sentimiento de pertenencia grupal. Al ámbito de lo público se le unió, simultáneamente, la idea de poder, la reflexión sobre los títulos de su ejercicio, que condujeron al desarrollo del concepto de legitimidad, y sobre su propio estilo, que derivó en la bipolaridad que contraponía el conflicto al consenso, la guerra al pacto.

Lo público, la legitimación del poder y la forma de desenlazar los diferendos pasaron por diferentes etapas a lo largo de la historia de la humanidad. El momento decisivo de autonomía del primero vino con el trascendental deslinde del reino de lo privado tras la reforma protestante. Esta abogó substantivamente a favor de la libertad de conciencia y de una relación individualizada con Dios.

Pero también la expansión del capitalismo contribuyó a ello, ya que facilitó la impersonalización individual y anónima (privada) del control de los bienes productivos.

En cuanto a la legitimación del poder, recibió un aldabonazo decisivo gracias al pensamiento de Maquiavelo, quien confirió una autonomía al poder del Príncipe desligándole de cualquier otra adherencia y dotándole de una finalidad en sí mismo.

La máxima expresión del poder, la fuerza, fue concebida por Weber como el rasgo más distintivo de un nuevo momento en la evolución de la humanidad que no sería otro que la capacidad de que alguien pudiera tener el control absoluto de la violencia en una sociedad.

Las arenas políticas o de actividad gubernamental que definieron perfectamente al siglo XX por cuanto suponían la constatación de una situación nueva eran “arenas reales de poder”2.

El hecho de que la voluntad de los gobernados fuera adquiriendo una presencia evidente en los supuestos justificativos del usufructo del poder fue un paso decisivo en la historia de la humanidad.

Esto se hizo mediante la conjunción del desarrollo de la razón, plasmada en el Estado de derecho, y gracias al avance de las ideas igualitarias y solidarias.

Todo ello sentó las bases para el desenvolvimiento de la democracia como método supremo articulador de la competencia por el poder. Además, desde las revoluciones liberales, el concepto de democracia pasó a estar fuertemente unido al de representación. Este hecho ha conferido a las instituciones representativas un papel fundamental en la vida política.

La expansión del capitalismo y de la democracia supuso la mayoría de edad para la política. Incluso la aparición de expresiones antagónicas a ambos, a lo largo del siglo XX, con lapsos de vigencia muy diferentes, también contribuyó al apogeo del concepto.

Aunque el marxismo había llegado a incluir a la política en el ámbito de la superestructura, relegándola teóricamente a un apartado menor, o a pesar de que el pujante movimiento anarquista contribuyera durante décadas al repudio del término, lo cierto es que el nivel de presencia de la política en la vida de los individuos se incrementó.

Durante todo el siglo XX, la dimensión pública de lo social se enseñoreó del estado de cosas contribuyendo a la floración de matices perfectamente diferenciados del término. A todo ello contribuyó también notablemente su incorporación al ámbito universitario de estudio. El hecho de que pasara a ser una disciplina de estudio central ayudó a desarrollar un cuerpo de profesionales que, corporativamente, contribuyeron a su desarrollo.

La creación de la London School of Economics and Political Science y de la American Political Science Association, todavía en el siglo XIX, sentaron las bases para la floración de la disciplina décadas más tarde. De esta manera, quedaron articuladas diferentes dimensiones del término.

Por una parte, Weber3 planteó una dicotomía que se hará célebre al contraponer al político con el científico, lo cual servirá para que, más tarde, se confronte la ciencia pura de la política, es decir una reflexión por sí misma, frente a la política aplicada que suponía la carrera profesional4.

Pero también facilitará el que March y Olsen5, que redescubrieron el papel fundamental que desempeñaban las instituciones en la política, pudieran referirse a la existencia de estilos teóricos que enmarcasen al propio concepto de política. Por todo ello, estos autores hablaban de un estilo conceptual por el que la política es una parte integral de la sociedad; de un segundo estilo reduccionista según el cual los fenómenos políticos son las consecuencias agregadas del comportamiento individual estando poco inclinado a adscribir los resultados de la política a estructuras organizativas y a reglas de comportamiento adecuado; está también el estilo utilitario que enfatiza el hecho de que la acción es siempre producto de un calculado interés propio, no respondiendo los actores a obligaciones y deberes; el estilo funcionalista ve la historia como un mecanismo eficaz para alcanzar cierto equilibrio, no está nada interesado en las posibilidades por la inadaptación y no singularidad del desarrollo histórico; y finalmente se encuentra el estilo instrumentalista por el que los procesos de toma de decisión y de asignación de recursos son el sujeto central de la vida política.

II. Diferentes acepciones del concepto de política

El término política tiene en español un claro carácter polisémico que no se da en el idioma inglés en el que politics, policy y polity tienen significados muy precisos que en nuestro idioma quedan traducidos de la misma manera. Esta situación es un reflejo del mayor desarrollo de la especulación

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