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El “Estado Portaliano”.

84367Síntesis24 de Mayo de 2015

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El “Estado Portaliano”.

Revisidn de un concept0

El Estado chileno de la Cpoca de la Independencia abarcaba en

verdad todas las nociones peculiares del Estado tradicional

europeo, per0 expresadas en el lenguaje de la Ilustraci6n. Su

finalidad esencial era lo que en las doctrinas clasicas se llama el

“bien comun”, pero que en el lenguaje de 10s

suele llamar “la felicidad” del pueblo. Comprei

todo “el buen gobierno” y administracih, la

justicia, la educaci6n nacional, la economia, la

sanidad publicas, etc. Incluia tambi6n el Esta

ci6n nacido el derecho de Patronato sobre la

daba una amplia tuici6n sobre todo lo temporal

do solamente el nucleo de lo especificamente si

cho de Patronato concedido tres siglos antes poi

Reyes de Espaiia, per0 que en el siglo XIX reh

las Republicas sucesoras, a1 menos “de derecho

se lleg6 a un “modus vivendi” de facto que, n:

pudo dejar de provocar la inacabable lucha entrc

defensores del derecho estatal y el Ultramont

inclinaba a favor de la nueva posici6n de la Sed

A partir de 1830, despu6s del brevisimo peri

1823-1830, el Estado nacional se consolidapor 1

“ilustrados” se

idia por lo tanto

, legislacih, la

moralidad y la

do nacional reIglesia,

que le

de ella, salvanacerdotal:

dere-

. el Papado a 10s

ius6 conceder a

”; pues siempre

ituralmente, no

e 10s Regalistas,

anismo, que se

e Romana.

‘odo ca6tico de

argo tiempo. La

interpretaci6n de la historia chilena por Alberto Edwards, la

idea de un Estado configurado desde entonces, gracias a1 pensamiento

de Portales, es a mi juicio la mayor y la mejor interpre-

&6n de la historia del siglo pasado: la genesis, el auge y la

caida de la concepcih portaliana estructuran, en la intuicibn

de Edwards, el acontecer nacional desde 1830 hasta 1891 (e

incluso, como un crepusculo, todavia desde 1891 hasta 1920).

La concepcih fundamental de Portales, para Alberto Edwards,

consiste en restaurar una idea nueva de pur0 vieja, a saber, la de

la obediencia incondicional de 10s subditos a1 Rey de Espafia,

durante la Cpoca colonial. Ahora se implantaba una nueva obediencia,

dirigida hacia quien ejerciera la autoridad, legitima en

cuanto legal. Pasemos rhpidamente sobre la idea convencional

que Edwards tuvo de la Colonia, 6poca que jamhs estudio a

fondo, y que se basaba en un lugar comun de la historiografia

liberal del siglo pasado: nunca se dio en la Colonia el absolutismo

total de la Monarquia Hisphnica.

El hecho efectivo es que surge hacia 1830 un gobiemo fuerte,

extrafio a1 militarismo y a1 caudillismo de 10s tiempos de la

Independencia, que proclama en la Constitucibn de 1833 que

Chile es una Republica democriitica representativa, y que afirma

su legitimidad en quien ha sido elegido segun un mecanismo

legal, y que rige a1 pais segun esas nornms legales.

Pero la especifica concepcibn “portaliana” consiste en que

realmente Chile no posee la “virtud republicana” que, desde

Montesquieu y la Revoluci6n Francesa, se afirmaban ser indispensables

para un sistema democriitico, de suerte que la Democracia

debe ser postergada, gobemando, entretanto, autoritariamente

per0 con celo del bien pliblico, hombres capaces de

entenderlo y realizarlo. Esta es la sustancia de la c6lebre carta

de 1822 a Cea. Portales, que tenia entonces solamente 29 afios,

no se empefia en discutir la doctrina de la “virtud” propia de

cada forma de gobiemo, ni en atacar tebricamente la Democracia,

da por sentado que en America no hay otra posibilidad, per0

el realism0 de su visi6n se manifiesta en que posterga su vigencia

y confia solamente en “un gobiemo fuerte y centralizador”.

LOS textos legales, la misma Constituci6n de 1833, le importaban

poco: obligatorids para 10s simples ciudadanos, 10s funcionarios

y 10s tribunales de justicia, esos textos tenian que dejar

cabida para la discrecionalidad del jefe del Poder Ejecutivo,

cuando asi lo exija el bien publico. Mucho m8s tarde, en 1886,

un Antonio Varas, “portaliano” en el fordo, aun en su period0

miis liberal, dir8 que “la Constituci6n y el reglamento son una

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simple telarafia cuando se mta del orden y del inter& publico”,

justificando asi el verdadero “golpe de Estado” cometido

por su correligionario Pedro Montt, quien, como Presidente de

la CBmara de Diputados, clausur6 el debate sobre una de las

fundamentales “leyes peri6dicas”, en la sesi6n del 9 de enero

de 1886, contra todo reg lament^.^

Portales tiene una 6tica politica personal: su “maldito entusiasmo,

esta pasion dominante del bien publico”, “mis insuperables

deseos de orden, mi genial inclinaci6n por el bien publico,

mi absoluta falta de aspiraciones, ni a la gloria ni a1 brillo, ni

a empleos de ninguna clase”. Esta firme convicci6n le hace ser

un fundador que rehusa sin embargo la gloria de las apariencias

prestigiosas: es una “eminencia gris”, no un caudillo; alberga

su poder tras la figura de un general victorioso, Prieto, de quien

sin embargo ni era amigo, per0 cuya Presidencia asegur6 durante

dos quinquenios. LO especificamente “portaliano”,

segun Isidoro Erriizuriz, consisti6 en fundar “la religi6n del

Ejecutivo omnipotente”; su obra he “quebrantar 10s resortes

de la maquina popular representativa y en sustituirle el principi0

de autoridad, el sometimiento ciego a1 Jefe del Poder Ejecutivo”,

a quien rodeo de un prestigio incomparable, que no

fue parte a menoscabar la injusta, franca e ingrata mofa que

hacia del caracter del General Prieto.8 Por lo dem& Cste se

veng6 de esas burlas, dedicando en su ultimo mensaje presidencial

unas pocas alabanzas indirectas a Portales, sin siquiera

pronunciar su nombre?

Jaime Eyzaguirre, que adhiere a la interpretacih de Albert0

Edwards, afiade una feliz caracterizacibn del conservantismo

peluc6n y del Estado Portaliano cuando dice’que 6ste carecia

de un fundamento t.ticb-religioso, como lo tenia la Monarquia

Hispanica del siglo XVI, segrin 61 la visualiza, sino que se

basaba en un cierto “positivismo” (en sentido juridico-politico,

no filos6fic0, por cierto). NO es un conservantismo tradicionalista,

sino que exige solamente el respeto a las leyes y la sumisi6n

a la autoridad.’O 3

Per0 donde me aparto de la visi6n de Edwards es en su idea de

que para Portales el gobiemo no ~610 debe ser fuerte y centralizador,

sino tambi6n impersonal y abstracto. Pienso, por el contrario,

que para Portales “el principal resorte de la mAquina”

era la distinci6n entre 10s que 61 llama en sus cartas “10s buenos”

y “10s malos”. Los “buenos” son “10s hombres de orden”,

“10s hombres de juicio y que piensan”, “10s hombres de conocido

juicio, de notorio amor a1 pais y de las mejores intencio-

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nes”. Los “malos”, sobre quienes debe recaer el rigor absoluto

de la ley, son “10s forajidos”, “10s lesos y bellacos”, aludiendo

sin duda a 10s pipiolos y 10s conspiradores de cualquier bando.

Lamenta a veces la tibieza en el Gobierno y aun de aquellos

que son afectos a1 Gobiemo “por su natural propensi6n a1 orden

y la paz”, “todas las piezas de la maquina se van desencajando

sensiblemente”, “porque 10s malos no le tienen respeto” a1

Gobierno.” 1

Algunos de 10s que se inspiraron de cerca en la concepci6n de

portales precisaron m6s tarde un condicionamiento sociol6gico

de la noci6n portaliana de “buenos” y “malos”. Asi, Rengifo

(que habia estado con el gran ministro hasta 1835, en que se

inclina a1 grupo “filopolita”), le escribe a Bulnes, ya Presidente

electo, en 1841, que reina la paz conveniente “a 10s grarides

propietarios, 10s hombres amantes del orden y la tranquilidad

pfiblica”, pues ya no quedan “multitud de aventureros que

habian pertenecido a la generaci6n revolucionaria”. Manuel

Montt, por su parte, le escribe a Salvador Sanfuentes en 1845

que “10s partidos esMn reducidos a propietarios y no propietarios,

gente de frac y gente de manta”. En 1846 le escribe a1

mismo Sanfuentes que “unos pocos hombres quebrados y perdidos

en el concept0 publico, han halagado las pasiones de la

multitud, buscando 10s instmmentos de sus planes entre la

gente sin ocupaci6n ni oficio. Les han hecho concebir esperanzas

de repartici6n de fortuna, y 10s han conducido maiiosamente

a1 saqueo, excitando por una parte su codicia e inspir6ndoles

por otra aversi6n y odio a 10s propietarios”. AndrCs Bello, en

ma carta a un amigo venezolano, habla tambikn de una “clase

je 10s propietarios”, que dirige el pais, para suerte de Cste.12

Pienso, pues, en contraposicidn en este punto con Edwards

-quien es, por lo

...

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