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El Peronismo


Enviado por   •  14 de Marzo de 2015  •  1.249 Palabras (5 Páginas)  •  206 Visitas

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Peronismo

El peronismo o justicialismo es un movimiento de masas argentino, surgido a mediados de la década de 1940 alrededor de la figura de Juan Domingo Perón y un considerable número de sindicatos. Desde su surgimiento ha tenido una importante influencia política en ese país. En su forma partidaria, se organizó primero como Partido Laborista, luego como Partido Peronista, renombrado posteriormente como Partido Justicialista. En 1949, dos años después de ser sancionada la ley de voto femenino, el peronismo se organizó también en el Partido Peronista Femenino, fundado por Eva Perón e integrado solo por mujeres, que fuera disuelto por la dictadura militar instalada en 1955. Tradicionalmente, su organización se ha realizado sobre la base de tres “ramas” (política, sindical y femenina), a las que a partir de los años 1970 se agregó la juventud.

La denominación alternativa de “justicialismo”, proviene de la importancia concedida por este movimiento a la justicia social. La oposición al peronismo generó un movimiento inorgánico de gran influencia política, conocido como anti peronismo.

Entre 1945 y 2014, el peronismo ganó nueve elecciones presidenciales: 1946 (Perón), 1951 (Perón), las dos de 1973 (Cámpora y Perón),1989 (Menem), 1995 (Menem), 2003 (Kirchner), 2007 (Fernández de Kirchner) y 2011 (Fernández de Kirchner). Fue derrocado dos veces por golpes de estado militares en 1955 y 1976. El peronismo fue declarado ilegal por la dictadura autodenominada Libertadora instalada en 1955, manteniéndose la prohibición hasta 1972 y para Perón hasta 1973.

Historia del peronismo

El peronismo surge en el curso de la llamada Revolución del 43, un gobierno militar heterogéneo que había derrocado al último de los gobiernos fraudulentos del período conocido como la Década Infame, caracterizado como revolución o dictadura, según la postura política del observador. Entre los militares que actuaban en el seno del gobierno militar se encontraba el coronel Juan Domingo Perón, sin ocupar inicialmente ningún cargo de gobierno. Algunos meses después del golpe, un importante grupo de dirigentes sindicales socialistas y sindicalistas (entre los que se encontraban los socialistas Ángel Borlenghi y Juan Atilio Bramuglia, y el sindicalista revolucionario Luis Gay), estableció contacto con Perón y el coronel Mercante, que llevó a la formación de una alianza para incidir juntos en la política laboral del gobierno militar. Los sindicalistas propusieron a los militares crear una Secretaría de Trabajo, fortalecer la CGT y sancionar una serie de leyes laborales que aceptaran los reclamos históricos del movimiento obrero argentino. En esas reuniones previas, Perón intentó sintetizar el reclamo sindical definiéndolo como una política para dignificar el trabajo.

Desde ese momento, el grupo de sindicalistas y militares dirigido por Perón, impulsó una estrategia de tomar a su cargo la política laboral del gobierno militar. En primer lugar Perón logró que se le asignara un cargo menor en el gobierno, como jefe del Departamento de Trabajo. Desde ese cargo y con el apoyo activo de una cantidad creciente de dirigentes sindicales, Perón inició una reforma profunda en materia de derechos, convenios colectivos de trabajo y de previsión social, que lo llevó a fortalecerse políticamente en el seno del gobierno. Sucesivamente Perón logró elevar la jerarquía de su Departamento de Trabajo al rango de secretaría ministerial, acumulando luego los cargos de Ministro de Guerra y Vicepresidente.

Las reformas laborales, el aumento del poder de los sindicatos y la consolidación de Perón dentro del gobierno militar, generaron un fuerte movimiento de oposición a Perón en los sectores empresariales y otros grupos militares del gobierno, a los que poco a poco se sumaron todos los partidos políticos existentes en ese momento. A comienzos de 1945 el conflicto entre ambos sectores se polarizó, de la mano de la participación protagónica del embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, como opositor público y acérrimo de Perón y organizador de los grupos opositores. Cuenta el historiador radical Félix Luna, que en ese contexto de alta conflictividad, apareció primero el término “anti peronismo”, que llevó a su vez a que los diferentes grupos ideológicos sindicales que apoyaban las medidas de Perón, decidieran comenzar a identificarse como “peronistas” y a movilizarse contra lo que denominaron “la reacción capitalista”. De hecho, considera Luna, el peronismo aparece como un movimiento político-sindical diferenciado, el 12 de junio de 1945, en ocasión de un acto sindical en el cual, José Domenech, secretario general de la poderosa Unión Ferroviaria, convoca a los trabajadores a defender a Perón, exclamando: “Perón es el primer trabajador”. Esa frase será incluida unos meses después en la "Marcha peronista" compuesta por el célebre actor y cantante de tango Hugo del Carril.

Para ese momento, la estructura económico-social del país había cambiado profundamente desde la gran depresión de 1929. La economía argentina, basada casi exclusivamente en la exportación de carnes y granos, entró en crisis. El país inició entonces una acelerada industrialización basada en la sustitución de importaciones de los productos manufacturados. Este proceso fue acompañado de un importante flujo migratorio interno desde las zonas rurales del interior hacia la periferia de las grandes ciudades (fundamentalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba). Este crecimiento vertiginoso de la clase obrera, ocupada por las nuevas industrias y con mayor presencia de mujeres, son las que constituirán la base del movimiento peronista.

Ideología o doctrina

El peronismo es un movimiento político amplio, con gran variedad de tendencias, a veces enfrentadas, al igual que otras ideologías políticas internacionales, como el socialismo, el liberalismo, el comunismo, el anarquismo o la democracia cristiana, u otras ideologías políticas nacionales, como el radicalismo.

Desde su aparición en la escena política nacional, el peronismo fue definido por Perón como un "Movimiento Nacional", que englobaba un sector social denominado “clase trabajadora”. Este apelativo, que inicialmente fue un término utilizado para distinguir su concepción “nacional y popular” de los criterios marxistas “proletarios”, se convirtió en un breve lapso en una definición doctrinaria que afirmaba para el peronismo la oposición a la lucha de clases.

En ese marco, el Movimiento Peronista comprendía (idealmente) a todos aquellos que podían coincidir con los conceptos de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica. Esta interpretación de Perón posibilitó el inesperado crecimiento de su estructura política y la llevó a niveles de representatividad popular que jamás se habían alcanzado en Hispanoamérica. Sin embargo, para mantener esa situación era necesario concentrar permanentemente la posibilidad de generar doctrina, ya que la masividad del movimiento exigía contentar y contener a sectores con intereses contradictorios.

La interpretación de la realidad no podía entonces quedar en manos de una estructura colegiada, que obligatoriamente hubiera generado conflictos y disidencias internas y externas reduciendo a mediano plazo el caudal de poder del Movimiento. Perón concentra sobre sí esa tarea con exclusividad, generando un Consejo Superior del cual era, en la práctica, el único integrante con voz y voto. Asimismo, si entre el Consejo Superior y las bases del Movimiento existieran intermediarios, la doctrina sería mediatizada por ellos y adecuada a sus intereses sectoriales, lo que terminaría encorsetando al propio Perón.

Se adopta entonces el modelo de comunicación directa entre el líder y las masas: un movimiento absolutamente horizontal, con un único emergente. Para confirmar este análisis, surge claramente el ejemplo de Evita, que en poco tiempo comienza a cumplir ese rol de intermediaria entre el conductor y el pueblo. El discurso y el accionar de Evita mediatizan la doctrina hasta tal punto que el movimiento se sectoriza rápidamente. Comienza a generarse la división de intereses que Perón procuraba evitar. La absoluta inclinación de Evita hacia “los grasitas”, “los descamisados”, genera resquemores, miedo e indignación entre los militares, la iglesia y la clase media, que inicialmente aceptaban a Perón, en tanto su proyecto fuera difusamente humanitario y “justicialista”.

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