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El Titanic


Enviado por   •  18 de Junio de 2013  •  1.978 Palabras (8 Páginas)  •  350 Visitas

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Reportaje del titanic.

El pecio duerme en la oscuridad: un amasijo de acero corroído disperso sobre un área de 400 hectáreas del fondo del Atlántico Norte. Los hongos se alimentan de sus restos. Extraños seres a los que no afecta la presión extrema merodean alrededor de sus desmoronadas defensas. Desde su descubrimiento en 1985 por Robert Ballard, explorador residente de National Geographic, y Jean-Louis Michel, de vez en cuando un robot o un sumergible tripulado pasa sobre los lúgubres vestigios del Titanic, dirige hacia ellos el haz de un sonar, toma algunas imágenes, y se marcha.

En años recientes exploradores como James Cameron y Paul-Henry Nargeolet han conseguido imágenes cada vez más vívidas del pecio. Sin embargo, solo hemos podido verlo como si mirásemos a través del ojo de una cerradura, limitados por la materia suspendida en el agua y el alcance de los faros de los sumergibles. No hemos sido capaces de comprender las relaciones entre los diversos fragmentos del navío, ni de obtener un panorama completo de lo que hay en el fondo del mar. Hasta ahora.

En una caravana cargada de instrumentos científicos, en un solar de la Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI), William Lange contempla la ampliación de una prospección realizada con sonar del yacimiento del Titanic (véase el desplegable), un mosaico ensamblado meticulosamente en cuya elaboración se han invertido muchos meses de trabajo. A primera vista, la espectral imagen recuerda la superficie de la Luna, con estrías en el lecho marino y cráteres abiertos en el transcurso de los milenios por rocas que la fusión de los icebergs dejó caer.

Pero si se mira con detenimiento, se aprecia que el lugar está sembrado de restos de objetos fabricados por el hombre. Lange se vuelve hacia su ordenador y señala una porción del mapa a la que se ha insuflado vida mediante la superposición

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de datos ópticos a la imagen del sonar. Amplía con el zoom y vemos la proa del Titanic con pixelada claridad. Hay un profundo agujero negro en el lugar donde estuvo la chimenea delantera del barco, y una tapa de escotilla que yace en el fango unos cien metros al norte. La imagen es muy detallada; en una de las «teselas» que componen este mosaico incluso se distingue un cangrejo blanco agarrado a un pasamanos.

Aquí, al alcance del ratón de un ordenador, está todo el pecio delTitanic: cada noray, cada pescante, cada caldera. Lo que antes era un caos indescifrable se ha convertido en una fotografía de alta resolución de la escena de un accidente, con objetos identificables que emergen de la oscuridad. «Ahora sabemos dónde está todo –dice Lange–. Después de cien años, por fin se encienden las luces.»

Bill Lange dirige el Laboratorio de Técnicas Avanzadas de Imagen y Visualización de la WHOI, una especie de estudio fotográfico de los abismos del océano de lo más vanguardista. El laboratorio, situado en la provincia del cabo Cod, Massachusetts, es una caverna insonorizada, atestada de monitores de alta definición y baterías de ordenadores. Lange participó en la expedición original de Ballard que encontró el pecio, y desde entonces ha estudiado el yacimiento con cámaras cada vez más complejas.

Las imágenes, resultado de una ambiciosa y multimillonaria expedición realizada en agosto y septiembre de 2010, fueron captadas por tres avanzados vehículos robotizados que pasaron a diversas altitudes por encima de la llanura abisal, en largos barridos preprogramados. Equipados con sonares de barrido lateral y multihaz, y con cámaras ópticas de alta definición que captaban cientos de imágenes por segundo, los robots se dedicaron a «barrer el fondo» sistemáticamente, yendo y viniendo a través de un área del lecho oceánico de cinco por ocho kilómetros de extensión. Después, esas bandas de datos fueron en¬¬sambladas digitalmente para crear

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un extenso panorama de alta definición en el que todo ha sido cartografiado y geolocalizado con precisión.

«Esto lo cambia todo –dice James Delgado, arqueólogo de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos (NOAA) y director científico de la expedición–. Antes, tratar de entender el Titanic era como intentar orientarse en Manhattan de noche en medio de un aguacero con una linterna de mano. Ahora tenemos un yacimiento que podemos comprender y medir, y que tiene cosas claras que decirnos. En los años venideros es posible que este mapa histórico devuelva la voz a los que quedaron silenciados, aparentemente para siempre, cuando el agua helada se cernió sobre ellos.»

 Por qué un siglo después continuamos dedicando tanto esfuerzo e ingenio tecnológico a un cementerio de metal que yace en el fondo del mar a unos cuatro kilómetros de profundidad? ¿Por qué ejerce sobre nuestra imaginación semejante magnetismo la historia delTitanic?

Para algunos, la desmesura en todos sus as¬¬pectos es la causa de su atractivo. La suya es una historia de superlativos: un barco enorme y poderoso, hundido en unas aguas gélidas y profundas. Para otros la fascinación del Titanic está en las personas que viajaban a bordo. El buque tardó dos horas y 40 minutos en hundirse, el tiem¬¬po suficiente para que se desarrollaran 2.208 his¬¬torias trágicas y épicas, iluminadas por sus focos. Se dice que un cobarde intentó subirse a un bo¬te salvavidas vestido de mujer, pero la mayoría de los pasajeros se comportó con honor, y muchos fueron heroicos. El capitán permaneció en el puen¬¬te de mando, la orquesta siguió tocando y los operadores del telégrafo inalámbrico continuaron pidiendo ayuda hasta el último momento. En cuanto al pasaje, que estaba muy jerarquizado, se mantuvo en general con su clase social, como correspondía en la Inglaterra eduardiana. Cómo vivieron sus últimos momentos

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son tema de in¬¬terés universal, una danza macabra que no acaba.

Pero, además de vidas humanas, algo más se hundió con el Titanic: la ilusión de un orden, la fe en el progreso tecnológico, el anhelo de tiempos futuros que, a medida que Europa derivaba hacia la guerra, pronto fueron reemplazados por unos temores que a nuestro mundo actual le resultan demasiado familiares.

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