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“El estado neoconservador, el intervencionismo económico y la sociedad de los treinta”.


Enviado por   •  2 de Julio de 2016  •  Reseñas  •  1.318 Palabras (6 Páginas)  •  277 Visitas

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El modelo agro-exportador que se había establecido en la Argentina desde el último cuarto del siglo XIX, suponía una dependencia al exterior, signado claramente por el mercado mundial, en el cual nuestro país se situaba como productor de materias primas y exportador, en gran medida a Inglaterra (90% de las exportaciones de carne, antes del crack financiero, tenían ese destino). Ya durante la Primera Guerra Mundial, y sobre todo al finalizar ésta, el modelo entró en decadencia, llevando al, en aquel entonces, Presidente Yrigoyen a llevar adelante políticas intervencionistas que fueron mal vistas por los sectores más conservadores. La debacle a la que atendió este modelo a lo largo de la década del ’20 constituyó, en gran parte, la presión principal de la que se valió el General Uribiru para el apoyo que necesitó el 6 de setiembre de 1930, día del golpe de Estado, primera interrupción democrática de la historia Argentina. Si bien el deterioro económico no significó una miseria profunda, el golpe del ’30, según Gribal-Blacha, es “una respuesta a la frustración de expectativas” (p. 32). El crecimiento económico que significó el modelo hacia afuera, y que se dio desde el llamado Proceso de Organización Nacional y se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo XX, chocó bruscamente ante este cambio que obligó a construir un sistema de transición, para solventar la pérdida del mercado de exportación, con el comienzo de la década del 30.

Este sistema, o modelo, de transición no significó un cambio inmediato hacia la industrialización por sustitución de importaciones. El modelo de exportación no había nunca fallado y los sectores agrícolas buscaron imponer algún medio para conservarlo. De allí que, en 1933 se firme el tratado Roca-Runciman, el cual garantizaba cierto número de exportaciones a Gran Bretaña, mientras que Argentina se comprometía a comprarle a los ingleses. Este sistema, llamado bilateralismo, se conjugó con el proceso de industrialización incipiente que asomó, “especialmente en los rubros de alimentación, vestido y vivienda” (p. 48). Este modelo implicó necesariamente la intervención del Estado, tanto en el intento por salvar el modelo hacia afuera, como el proceso por generar el modelo de producción desde adentro. La intervención estatal estuvo marcada no sólo por el tratado bilateral mencionado, sino también por una fuerte política de empréstitos y financiamientos que tenían como fin esta conjugación de modelos. Así nos encontramos, entonces, con la crisis del modelo liberal.

Esta crisis, claramente fomentada por el intervencionismo al que debió entregarse el Estado, fue entendido por el Presidente de facto José E. Uriburu, quien intentó configurar un gobierno corporativo en función de los intereses y necesidades de los distintos sectores. El fracaso de Uriburu, que no encontró apoyo en sus seguidores, halló su mayor revés en el llamado a elecciones del 1931, donde el candidato Radical, Honorio Pueyrredón, se hizo con los comicios y el General se prestó a anularlos raudamente. Este traspié del gobierno de facto consagró a la Concordancia del General Agustín P. Justo quien, de la mano de Julio Roca (h), se avino con el apoyo del sector conservador, en detrimento de los socialistas y demócrata-progresistas que seguían a Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto. El triunfo de Justo significó una profundización de este modelo transicional que mostraba su carácter “espontáneo”. Con el pacto Roca-Runciman (que también implicaba la “nacionalización de las inversiones británicas deficitarias”, pp. 52-53) y el desarrollo de una incipiente industria que adolecía de improvisación: en muchas ocasiones utiliza equipamiento usado y obsoleto; las nuevas líneas de producción son propiedad de capitales extranjeros (p. 50).

El avance de la industria implica un proceso de urbanización y proletarización de la sociedad que, esta vez, no está acompañado de inmigraciones masivas, sino de migraciones internas, que conlleva a la superpoblación de Buenos Aires y a la conformación del Conurbano bonaerense (las ocho mil personas que habitaban el Gran Buenos Aires hacia 1936, se multiplican hasta llegar a ser, entre 1936-43, setenta y dos mil; p. 57). Asimismo, las organizaciones obreras

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