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El rosismo ¿federal? El gobierno rosista: 1829-1852

lobonegro95Informe11 de Marzo de 2019

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El rosismo ¿federal?

El gobierno rosista: 1829-1852

Profesor: Sebastián Molina.                                                                                                                         Alumna: Virga Fernández María Azul                                                                                                        Espacio Curricular: Historia Argentina I                                                                                           Profesorado: Historia


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Contenido

Introducción        2

Contexto        3

¿Argentina desde 1810?        3

Cuando dos son multitud: unitarios vs federales        4

Primer gobierno de Juan Manuel de Rosas        5

Unidos seremos más fuertes: “el Pacto Federal”        6

Los primeros pasos hacia un federalismo absoluto        8

Una breve pausa y seguimos        8

El retorno del general: “Rosas más federal que nunca”        10

Algunos más federales que otros: la sociedad federal        11

Vestir a la federal        14

Diferentes tipos de federal        14

Legitimando el régimen: “El Restaurador de la Leyes” y el sistema judicial        15

Cuando Rosas quiere, puede provocar terror        16

La censura        17

Los románticos también la padecieron        18

¿Hasta la economía es federal?        20

La ganadería es lo mejor        20

Los problemas agrícolas, industriales y del proteccionismo        21

No todo es color de “rosas”: los conflictos internos y externos        23

La Maza quiere aplastar a la Rosa        23

Se enojaron por el sur        23

Parece que el norte y Corrientes también andan complicados        24

Lavalle no se da por vencido…        24

El rojo en Uruguay no es federal        24

¡Bolivia quiere robarnos!        25

Cuando intentan bloquearnos        25

La Gran Caída        27

Conclusión        29

Bibliografía        30

        

El rosismo ¿federal?

Introducción

        El federalismo es definido normalmente  como una corriente política en contraposición al unitarismo, siendo que pretende garantizar la autonomía económica, política y social de cada provincia. Por su parte, el unitarismo apunta a una organización conjunta de las provincias, renunciando a sus autonomías y dejando que Buenos Aires sea la cabeza organizativa de dicho sistema. Sin embargo, lejos están estas facciones de ser conjuntos homogéneos que articularan a todos sus partidarios bajos principios únicos y símiles. De hecho el federalismo viraba según los intereses de cada provincia y grupo social, siendo que, cuando estas diferencias eran notadas, se producían acusaciones mutuas sobre el menor grado de adicción federal. Durante las décadas del ’30-’40 el unitarismo se tornaría aún más diverso, puesto que durante estos años asignados al gobierno de Juan Manuel de Rosas, todo aquello acusado de no federal, en otras palabras desobediente a la causa rosista, sería acusado de unitario y consecuentemente perseguido. Es así que incluso los románticos escritores agrupados bajo el nombre de la “Generación del ‘37”, llegaron a identificarse con la causa unitaria.

        El gobierno de Rosas se auto-asignó federal, pero como destacamos, era un tipo de federalismo particular, adaptado a los intereses propios y de sus allegados, que circularía por todos los niveles sociales siendo adoptados con mayor o menor adicción según la conveniencia personal. Esto último conlleva a entender que la sociedad porteña de las décadas rosistas no era una masa homogénea de fieles seguidores al federalismo ni se movían arreados por los discursos del “Restaurador de la Leyes”. Por el contrario, era una sociedad conformada por individuos y colectivos que, según los intereses y beneficios que el gobierno podía ofrecerles, se revelaban más o menos allegados a éste. Ello es lo que explica, en parte, que, tras la derrota de Rosas en la Batalla de Cepeda en 1852, no hubiese demasiada resistencia con su partida.

        En resumen, aun en la tan pretendida unidad federal del gobierno rosista, el federalismo nunca fue una corriente única, por el contrario el “período rosista” es un claro ejemplo de la multidireccionalidad del partido federal.


Contexto

¿Argentina desde 1810?

        Sabemos que 1810 fue un año significativo para el Río de la Plata, pues el Cabildo abierto decidió la constitución de su primera Junta para gobernar las tierras del virreinato en nombre del cautivo monarca, Fernando VII.  Fue el comienzo de un proceso tanto de independencia de la corona de España como de la fragmentación de la unidad administrativa del virreinato, unidad nunca real en verdad. Fue el inicio de una serie de luchas constantes, contra los realistas, entre las provincias en formación, entre los diferentes grupos y líneas políticas. Sin embargo, ello no conllevo la aparición de una “nueva nación”. Si bien se había logrado configurar una leve unidad (llena de contradicciones y conflictos), las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero ello no significa, al contrario de los planteos de las líneas historiográficas tradicionales, que existiera una unidad o sentimiento estatal o nacional. Deberían esperar casi medio siglo para llegar a la verdadera concreción de un Estado argentino.

        El año ’20 fue un año característico, pues tras la disolución del Directorio por la derrota de Rondeau en la Batalla de Cepeda, las provincias que conocemos en la actualidad, pasan a definirse como Estados independientes y no como “(…) parte integrantes de un Estado superior a ellas” (GOLDMAN, 1998). Estas provincias devenían de aquellas ciudades que, dentro de las intendencias coloniales, habían desarrollado un “papel político” en alto grado. A su vez, en Buenos Aires triunfan las tendencias que pugnaban por un fortalecimiento de su propia autonomía, renunciando a la dirección de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En consecuencia, nos encontramos en el año 1820 con un conjunto de autonomías provinciales que pretenderían cierta organización o unidad, lo que las llevará a la decisión de constituirse como una Confederación. Aunque, para ello, hubieron de organizar periódicamente Congresos Constituyentes, donde solían enfrentarse dos grandes tendencias: permanecer como Estados independientes o configurar una unidad mayor, respetando cierta autonomía, pero que los permitiera la identificación única de un Estado.  Por ejemplo, en el Congreso del ’24 hicieron acto de presencia estos conflictos,  que acabarían por congregarse en las corrientes que se enfrentarían asiduamente los siguientes años: unitarios y federales.

El Congreso del ’24 fue realizado con el fin principal de definir la organización del futuro estado. Ello era de primordial importancia, puesto que para recibir la completa aceptación de las potencias extranjeras y la posibilidad de desarrollar tratados con éstas, era necesario que se percibiera cierta estabilidad. Se requirió de la presencia de todas las provincias, que asistieron representadas por diputados. Éstos debían ser elegidos en un número proporcional al volumen poblacional, con lo que “(…) desde el comienzo se  puso de manifiesto una mayor gravitación de la delegación porteña” (TERNAVASIO; 2009).

La primera tarea que se asignó el Congreso fue la sanción de la Ley Fundamental. A partir de ella, se anunciaba como objetivo primordial la sanción de una constitución que las provincias podían optar según su voluntad (en cuyo caso deberían permanecer al margen de la unión), pero hasta que se concretara, debían regirse por sus propias reglas y organismos. Dicha ley también garantizaba la representación externa en el gobierno de Buenos Aires, y por lo tanto en su gobernador Las Heras, como así también las funciones ejecutivas a nivel nacional.

        Más pronto que nunca, el Congreso comenzó a encontrar profundas divisiones internas, pues los conflictos del fragmentado Partido del Orden de Buenos Aires, se trasladarían allí. Los rivadavianos, partidarios del ex-ministro Bernardino Rivadavia, estarían cada vez más disconformes con el tacto de Las Heras, especialmente frente al conflicto mantenido con Brasil, cuyas fuerzas habían invadido la Banda Oriental. Esta situación exigía la existencia de un ejecutivo fuerte, en palabras de los diputados rivadavianos, de un ejecutivo nacional permanente, regido por la figura de un presidente. Para lograrlo, dichos diputados necesitaban ser mayoría, por lo cual se propuso en 1825, duplicar el número de representantes por provincia. Así, el grupo liderado por Rivadavia, logró la sanción de la Ley de Presidencia, creando el ansiado ejecutivo permanente. Dicho poder pasaba a ser controlado por Rivadavia, a pesar de que ello violaba la Ley Fundamental, y por ello se ganaba la oposición de la gran mayoría de las provincias. Mientras tanto, Brasil declaraba la guerra a las Provincias Unidas, cuando éstas admitieron que la Banda Oriental pasara a su órbita.

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