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El título del artículo expuesto es “Iconografía e iconología: introducción al estudio del arte del Renacimiento


Enviado por   •  16 de Mayo de 2017  •  Apuntes  •  1.320 Palabras (6 Páginas)  •  231 Visitas

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                                                                                             Antonio Arroyo Martínez

                                                                                Grado en Historia 1ºA

PRÁCTICA 2: Reseña texto Panofsky.

El título del artículo expuesto es “Iconografía e iconología: introducción al estudio del arte del Renacimiento”, perteneciente a la obra de Erwin Panofsky “El significado de las artes visuales”, publicado en 1955.

La iconografía se encarga de analizar el asunto de las obras en contraposición a su forma. Primeramente, encontramos las significaciones fáctica y expresiva, ambas primarias o naturales. Por otra parte, al introducirnos en otra esfera de significados en los que entra en juego el universo ultrapráctico de la las costumbres y tradiciones culturales, nos introducimos en las significaciones secundarias o convencionales. Por último, encontraremos la significación intrínseca o contenido, que vendrá condicionada por el presente o contexto histórico.

Así pues, en una obra de arte podemos encontrar la significación primaria o natural, dividida en dos, fáctica y expresiva, que se obtienen analizando las formas puras. Esta constituiría la descripción pre-iconográfica de la obra de arte. Poe otro lado, encontramos la significación secundaria o convencional, que corresponde al dominio puro de la iconografía, consiste en la identificación de motivos que nos permitan identificar lo representado, recurriendo al universo de los temas representados en imágenes, alegorías o historias. Finalmente, en una obra de arte, podemos encontrar la significación intrínseca o contenido, que es resultado de la investigación de los principios que forman parte de la mentalidad de su época, de una clase social determinada, de la religiosidad o la filosofía, que condicionan la obra en sí, es decir, está determinada por su historicidad. Es en este último donde podremos observar el porqué de determinadas representaciones en determinadas épocas y localizaciones. Esto forma el cuerpo esencial de lo que se ha dado en llamar iconología en contraposición a la iconografía.  

La iconografía implica un método puramente descriptivo y calificativo de las imágenes. Nos informa sobre los cambios sufridos por los tipos iconográficos a través del tiempo y el espacio, esto es de gran ayuda para fijar fechas y lugares de procedencia. Así pues clasifica y ordena las imágenes sin pretensiones de clarificar su significado ulterior. Por tanto, dadas las limitaciones de este método, surge la vieja fórmula de la iconología, que pretende interpretar la significación intrínseca.

Para un análisis pre-iconográfico, nuestra experiencia es clave y  suficiente para identificar las imágenes representadas, pero no nos garantiza la corrección de la interpretación, ya que los colores, líneas y formas, nos pueden conducir a error con un análisis tan vago. A este, por tanto, deberemos añadir un análisis iconográfico, que nos sitúe de manera más clara en una época y como se representaba en ella y en un lugar concreto, lo que pensamos está siendo representado, para ello, debemos aproximarnos a las fuentes de donde ha sido extraída la imagen representada, y en caso de no concordancia, deberemos acudir a representaciones anteriores en busca del origen de esa nueva imagen y cuando lo descrito por la fuente original fue alterado.  Por otra parte, la interpretación iconológica exige más que el conocimiento de los temas que nos transmiten las fuentes literarias, habrá que tener en cuenta documentos que testimonien las tendencias religiosas, políticas, etc. Por tanto, debemos tener siempre en cuenta los tres niveles de asunto para un análisis completo.

Sabido lo anterior, podemos tratar de analizar la iconografía y la iconología del Renacimiento. Los historiadores del arte más antiguos plantearon el Renacimiento como una ruptura con lo anterior, y una continuidad del clasicismo que no se mantuvo, según ellos, durante la Edad Media. Andaban equivocados y a la vez no, ya que, no se produjo una ruptura total con el clasicismo y sus manifestaciones culturales, durante la Edad Media se prestó profunda atención a los valores del arte y la intelectualidad clásica. Sin embargo, andaban acertados en tanto en cuanto, durante el Medievo, se utilizó en la medida de lo posible la semejanza iconográfica de algunos temas paganos con temas cristianos para representar estos últimos. Esto se debía, a que los artistas del gótico se basaban en fuentes de la literatura cristiana, para elegir los temas a representar, pero sin embargo a la hora de encontrar cómo representarlo se acogían a tipos y composiciones visuales que tenían a su alcance y que databan de la antigüedad. Conociendo, no obstante, los temas paganos, interpretaban, los padres de la iglesia, estos como simples deificaciones de personas o elementos de la naturaleza, así pues, no respetaban el tema, pero asumían la imagen y las composiciones.  Así pues, en la Europa septentrional podemos observar un movimiento proto-humanístico con interés hacia los temas clásicos, pero sin consideración de los motivos clásicos, enfrentado este a un movimiento proto-renacentista, que mostraba interés hacia los motivos, pero sin consideración hacia los temas, este último centrado en Italia. La separación entre temas y motivos clásicos no se produjo por una ausencia de tradición, sino a pesar de ella. Fue en el Renacimiento cuando la dicotomía tema-motivo volvió a unificarse.

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