Escuelas Pias

Escuelas Pias

El español José de Calasanz había llegado a Roma en 1592. Su vocación educadora y pedagógica no fue fruto de una previa elaboración teórica, sino que nació de la práctica escolar y la reflexión llevada a cabo por él y por sus compañeros, en la primera mitad del XVII.

Esta nueva manera de educar se fue afianzando desde su implicación con la realidad infantil, en su contexto familiar y social, caracterizada por la pobreza y la ignorancia; por sus tareas apostólicas de catequesis y enseñanza ocasional de la lectura, escritura y cuentas (Cofradía de la Doctrina Cristiana) y por su caridad con los más necesitados (Cofradía de los Doce Apóstoles); por su experiencia escolar con niños pobres (parroquia de Santa Dorotea); por su evolución espiritual. Todo esto dio lugar a la primera escuela primaria, popular y gratuita. Las Escuelas Pías, con su lema Piedad y Letras, y su carácter gratuito, fueron muy pronto conocidas en Roma e Italia.

Los objetivos de estas escuelas se fueron concretando del siguiente modo: reforma de la sociedad a través de la educación y la atención a los pobres (1); formación y práctica religiosa para así formar buenos cristianos, (2). Para conseguir estos objetivos hacía falta un nuevo tipo de maestro, que, bien preparado, amara su misión educadora especialmente dedicada a los niños pobres, siempre menospreciados (3), (4). Para dar estabilidad a esta obra educativa fundó una congregación religiosa, las Escuelas Pías, corría el 1617.

En el siglo XVIII, con esta seria y contrastada base pedagógica, es explicable que las Escuelas Pías se propagaran no sólo por Italia, sino por el Imperio Germánico, Polonia y España. Aunque, en general, se pudo preservar la gratuidad, a lo largo del tiempo surgieron nuevos tipos de educación (internados, seminarios diocesanos, escuelas profesionales, colegios innovadores como modelo del resto de las escuelas escolapias, etc.).

En esta época, coincidente con la Ilustración, se fomentó la investigación y publicación de planes y métodos pedagógicos, que tuvieron repercusión, como en Polonia, en la organización educativa estatal (E. Konarski) (12). En España destacó el P. Felipe Scío con su Método uniforme (13). Las aportaciones en el campo científico fueron importantes, por ejemplo, el P. Giambattista Beccaria, notable físico en la especialidad de la electricidad; el P. Carlo Barletti o el grupo del Observatorio Ximeniano de Florencia.

La inquietud educativa de las Escuelas Pías se abrió a otras realidades: innovación en la distribución de clases (14); educación de sordomudos; enseñanza comercial; formación de adultos; internados; idiomas modernos; potenciación de las ciencias (laboratorios); música; teatro; gimnasia; nuevos métodos de lectura, etc. La edición de textos escolares y la publicación de revistas especializadas alcanzaron un

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