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Expansión romana por el Mediterráneo


Enviado por   •  31 de Julio de 2019  •  Apuntes  •  1.536 Palabras (7 Páginas)  •  131 Visitas

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Roma y Cartago, se disputaron la hegemonía política y económica del Mediterráneo: las guerras púnicas marcaron la primera etapa de esta expansión. La ciudad de Cartago, situada en la costa del Túnez actual, había creado un imperio marítimo que dominaba todo el Mediterráneo occidental, con colonias en Hispania, Baleares, y sobre todo Sicilia, de donde llegó a expulsar a los griegos.

La ciudad fue asediada por los cartagineses y los siracusanos de Gerón II, aliados ante el peligro romano, pero fue liberada en 264 a C., por el cónsul Apio Claudio Cáudex. Gerón II estipuló en 263 a C., una paz honrosa con Roma, que recibió numerosas ciudades. Sin embargo, Agrigento, defendida por tropas cartaginesas resistió tenazmente.

Para ello Roma construyó una poderosa flota de alrededor de 130 naves, entre trirremes y quinquerremes, con las que pasaron a ser famosas las planchas de abordaje provistas de arpones, los corvi. Con esta flota, en 260 a C., el cónsul Cayo Duilio obtuvo una importante victoria en aguas de Mylae. Los romanos atacaron exitosamente a los cartagineses en las islas de Cerdeña y Córcega y, como la guerra se prolongaba notablemente, decidieron atacar a los cartagineses en su base de Africa, la ciudad de Cartago.

En 256 a C., después de un triunfo en el cabo Ecnomo, los romanos, al mando de los cónsules Lucio Manlio Vulso Longo y Marco Atilio Régulo, desembarcaron en las costas de Africa. En 255 a C., Atilio Régulo, fue derrotado por los cartagineses al mando del espartano Santipo, en el valle del río Bagrada.La guerra continuó en Sicilia, donde en 254 a C., los romanos conquistaron Palermo, pero sufrieron graves pérdidas navales a causa de una tempestad que aniquiló la flota, y no pudieron conquistar las púnicas Lilybaeum y Drepanum. En África los cartagineses debieron defenderse de constantes rebeliones indígenas y, de algunos mercenarios por falta de pago, lo cual les obligó a realizar intentos de paz. Según la tradición, Atilio Régulo fue a Roma, enviado por los cartagineses para convencer a los romanos, pero al parecer él, por lo contrario, aconsejó la continuación de la guerra.

En 247 a C., Amilcar “Barca” (el rayo), fue colocado al mando de los ejércitos cartagineses. Los ataques a las costas sicilianas e itálicas por parte de los cartagineses, y los ataques romanos en Africa, fueron desbastadores, pero de resultado incierto. Los romanos se apoderaron del puerto de Hipona e incendiaron la flota cartaginesa allí anclada.

Como el resultado de la guerra en los años siguientes era un empate, los romanos, nuevamente pensaron que el triunfo se produciría en el mar. En 242 a C., construyeron doscientos quinquerremes que, unidos a otras cien naves, conformaron una flota que fue puesta al mando del cónsul Cayo Lutacio Catulo. En 241 a C., la flota romana derrotó a la cartaginesa, comandada por Hanón el Grande en aguas de las islas Égetas. Cartago renunció a Sicilia, que fue cedida a los romanos, y aceptó la paz propuesta por Roma, que liberaba a los prisioneros sin exigir un rescate, pero exigía una indemnización de guerra durante diez años y el compromiso de no guerrear contra Gerón II de Siracusa u otros aliados romanos.

Aníbal no desconocía que Roma, con su poderosa flota, tenía el predominio marítimo, por lo tanto, decidió atacar por tierra. Dejó la España cartaginesa al mando de su hermano Asdrúbal y cruzó los Pirineos, evitando la costa donde los romanos de Ampurias ejercían el control. Con su poderoso ejército de entre 35.000 y 40.000 hombres y 37 elefantes, remontó el río Ródano, evitando un enfrentamiento con el cónsul Publio Cornelio Escipión, para cruzar los Alpes e invadir la llanura del Po. Pese a sufrir graves pérdidas por las condiciones climáticas y los ataques de los pueblos indígenas, derroto a Escipión cerca de Trebbia, y volvió a derrotar, en 218 a C., a los ejércitos del cónsul Escipión y de su colega Tiberio Sempronio Longo.

Aníbal, que controlaba la Galia Cisalpina, con el apoyo de los galos, derrotó, en 217 a C., a Flaminio y a la caballería de Servilio, que acudió en su apoyo, en proximidades del lago Trasimento. Anibal, pese a tener el camino libre hacia Roma, prosiguió su avance bordeando el Adriático y se detuvo a invernar. En Roma fue nombrado dictador, Quinto Fabio Máximo el “Retardador” (algunos historiadores lo llaman Cuntactor, el que espera el momento propicio), quien adoptó la estrategia de acosar al ejército de Aníbal con escaramuzas, evitando una batalla campal. Roma obtenía así tiempo para reorganizarse.

Entre tanto, llegaban buenas noticias de la Península Ibérica: los Escipiones impedían que Asdrúbal pudiera aprovisionar al ejército cartaginés en Italia.

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