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Expresiones De La Sociedad Civil


Enviado por   •  12 de Marzo de 2014  •  6.306 Palabras (26 Páginas)  •  401 Visitas

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s en la historia contemporánea de nuestro país, las expresiones de la sociedad civil se manifestaron primeramente bajo el manto de un Estado corporativo, benefactor en muchos sentidos, pero prácticamente autoritario en su escencia. Así, la sociedad civil ha sido un agente activo en el proceso gradual de la transición democrática en la que aún estamos inmersos. Durante la década de los ochenta, la participación de la sociedad civil ya no solo estuvo enfocada en la democratización, sino también en la organización de grupos de individuos para hacer contrapeso a decisiones económicas en el marco de un sistema neoliberal que la ha despojado de ciertos beneficios ya conquistados.

Ahora bien, ¿Cuál ha sido el papel de la sociedad civil en la evolución del Estado mexicano?, para contestar nos remontamos a la década de los sesenta. En este periodo, en el ámbito internacional se vivían contradicciones, y confluían diversas formas de ver el mundo: Por un lado Naciones Unidas proclamaba la primera década del desarrollo y por el otro, el enfrentamiento ideológico este-oeste se consolidaba e incluso se acentuaba. Al mismo tiempo varias naciones africanas sobretodo, obtenían su independencia y el colonialismo formal se declaraba desaparecido.

Esta efervescencia política y social en el mundo estuvo acompañada de acontecimientos, como las manifestaciones de contracultura (el hippismo) y de demanda de las nuevas generaciones por mayores espacios de expresión, y participación. Todo ello, en su conjunto, marcaron un formato que estaría presente durante toda esa década y principios de los setenta. México, tuvo sus propias expresiones al respecto, no quedó exento de ese dinamismo mundial.

Eugenia Meyer, en un intento por caracterizar el ámbito económico de los sesenta afirma “En esta década, se definió el rumbo económico que se tomaría hasta los setenta, el llamado Desarrollo Estabilizador, que logró mantener la economía en condiciones de equilibrio, evitando problemas de inflación y desequilibrio externo. A la larga, el gran crecimiento de la economía mexicana en ese periodo dio origen a la expresión el “milagro mexicano” de la década de 1960. Todo ello se sustentó en una política proteccionista de estímulos fiscales, el establecimiento de empresas públicas y sectores estratégicos.”[3]

Durante la etapa del Desarrollo Estabilizador, nuestro país había logrado un sorprendente crecimiento económico, en esos años la economía crecía a un ritmo más alto que la población del país, el modelo, todavía sostenido en buena parte, por la política de sustitución de las importaciones permitió mantener el mercado cautivo para las empresas nacionales (muchas estatales) que obligo a mejorar la infraestructura para impulsar al sector agrícola e industrial en esa medida superar una estructura económica agrícola, para pasar a una mayormente industrializada. El surgimiento de ciudades daba testimonio de un México cada vez más urbano y moderno. La bonanza económica y la expansión de la educación a las clases medias fueron elementos eficientes para ascender en la escala social. Así surgiría una clase media mexicana, y de ella jóvenes inquietos, vibrantes que demandaban espacios de expresión y participación en la vida política del país.

El movimiento estudiantil de 1968, representó un curioso y extraordinario despertar de una parte de la sociedad civil –la de las nuevas generaciones- bajo un contexto económico de cierta estabilidad (aunque el modelo de desarrollo empezaría a agotarse), pero al mismo tiempo en uno políticamente autoritario.

Al respecto Eugenia Meyer señala: 1968 es sin duda, de ruptura y transformación. México no será ajeno a los cambios ocurridos en otras latitudes; París, Praga, California, por mencionar algunas. Las nuevas generaciones exigen una participación más activa en la vida nacional. Frases como “prohibido prohibir” y la “imaginación al poder” determinan las acciones de toda una generación que quizás no saldrá tan bien librada. Hay confrontaciones violentas, surgen guerrillas urbanas y campesinas. Desde la cúpula del poder partidista se pretende una reforma política que falla. El autoritarismo del Presidente Gustavo Díaz Ordaz se expreso abiertamente e hizo gala de su intolerancia y cerrazón al combatir bélica y brutalmente a esta manifestación estudiantil. Las universidades y escuelas politécnicas serán prueba fehaciente del anhelo de la Revolución: representan la posibilidad de los hijos de las clases medias de tener acceso a la educación superior, de acceder a espacios universitarios, para aprender a pensar a buscar respuestas cuando se cuestionan al mundo, en fin, de tratar de entender el universo dinámico e infinito que los envuelve donde se enseña y prepara a pensar y donde se capacita para el ascenso social.

Sergio Aguayo en su trabajo Las Organizaciones No Gubernamentales de Derechos Humanos en México: entre la democracia participativa y la electoral, refiriéndose a esta década añade: “A partir de los años sesenta la sociedad y la política mexicanas se embarcaron en un larguísimo proceso de cambio conformado por tres variables: el debilitamiento en la calidad y la eficacia del grupo en el poder para mantener intactos los controles autoritarios; la apertura al mundo forzada por el fracaso del modelo económico; y la transformación de la sociedad que llevó a un incremento notable en el número y en la importancia de los partidos opositores, de los medios de comunicación independientes y de las ONG progresistas...”[4]

A unos días de celebrarse los Juegos Olímpicos, la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco significó, la ruptura entre la nueva sociedad civil el régimen emanado de la Revolución, este deterioro del estado de derecho origino severos cuestionamientos al sistema y sus formas arbitrarias de ejercer el poder. Hechos que se consideraron el inicio de un proceso democratizador, que hasta hoy prevalece. Cierto que este camino ha sido sinuoso, lento e inseguro como en ciertos momentos pero que ha tenido puntos álgidos que a mas de treinta y cinco años continúa, pero no se puede considerar acabado. Esta transición política se inicia deliberadamente desde 1976 con la reforma electoral impulsada en el sexenio de López Portillo que permitió ganar espacios en el Congreso a la oposición, y de las elecciones federales de 1988, estos hechos fueron una muestra del fortalecimiento legitimo que alcanza la oposición frente al sistema presidencialista.

Cabe aclarar que para esta etapa el Estado mexicano, era aún omnipotente y poderoso, mantenía sus esquemas de corporativismo y de clientelismo que le permitió tener bajo su control a los sectores populares, obreros, campesinos etc., los

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