Fausto

Introducción

Fausto era un anciano que creía que lo sabía todo, hasta el momento en el que se dio cuenta que había una cosa que no desconocía y era el misterio de la vida, frustrado por esto, se hizo mago, alquimista y muchas cosas mas pero todo fue en vano. Sin haber tenido esposa ni hijos, no haber disfrutado de los placeres del mundo por haber perdido el tiempo en lograr saber cuál era el misterio de la vida, desconsolado no hizo más que esperar su muerte.

Cuando el momento se acercaba, de las llamas surge un caballero que era Mefistófeles, el diablo y al ver lo que estaba sucediendo le promete a Fausto hacerle gozar de la vida plenamente, con la condición de que este le entregue su alma. El doctor acepta, firma el pacto al beber una poción que el diablo le da y al instante se transforma en un joven que está ansioso por vivir la vida y así es como comienzan sus aventuras.

Desarrollo

La historia comienza cuando Dios hace un pacto con Mefistófeles, ésta consiste en desviar a Fausto del camino del bien y “pide al cielo sus más hermosas estrellas y a la tierra cada uno de sus goces más sublimes y ninguna cosa, próxima ni lejana, basta para satisfacer su corazón profundamente agitado”1; ya que Fausto era un sabio doctor que aspiraba obtener el conocimiento absoluto. Dios autoriza a Mefistófeles a tentarlo y a apartarlo de su recto camino, pues Dios confiaba en la victoria de Fausto en la prueba.

Fausto, luego de haber estudiado a fondo filosofía, jurisprudencia, medicina, teología y magia, llega a la conclusión de que "nada podemos saber"2, pues su gran deseo es "conocer lo mas intimo del universo, toda fuerza activa y todo germen"3, sin tener necesidad de usar los libros, a ese "trafico de huecas palabras"4. Lamentable te el precio pagado por ello era demasiado alto ya que debía dar su vida misma, pues por dedicarse al estudio, "me ha sido arrebatada toda clase de goces"5.

Enfadado y viejo, deja todo lo que alguna vez le atrajo: laboratorio, libros, papeles, esqueletos y aparatos, pues ahora pensaba que solo eran humo, polvo y podredumbre, un mundo artificial y muerto; el aspira al contacto directo con la naturaleza. Desesperado, piensa en el suicidio. Cuando está a punto de beber el veneno, el sonido de campanas lo distrae y le hace volver el pensamiento que era Dios impidiéndole completar el acto y de pronto conoce a Mefistófeles.

Luego de pasear un poco por la ciudad y mezclarse con la gente del pueblo, Fausto, reanimado y optimista, regresa a su estudio, donde tiene una conversación con Mefistófeles y es cuando se lleva a cabo el pacto

...