Ferrocarriles

MOVIMIENTO FERROCARRILERO.

La construcción del ferrocarril fue un gran apoyo para el surgimiento de las industrias en México a finales del siglo XIX, después sirvió para que estas industrias tuvieran un mayor desarrollo entre los años de 1930 a 1960. El desarrollo de la industria motivo un gran crecimiento en el número de personas asalariadas, llegando a alcanzar un total de más de 100 mil trabajadores.

Para poder controlar a los trabajadores el presidente Lázaro Cárdenas utilizó a los sindicatos, logrando que los trabajadores abandonaran sus propios intereses y se alinearan a los de la burguesía, representada por las personas de la clase social que poseían la riqueza, un ejemplo de esta labor de un sindicato en contra de los obreros fue el que se presentó en 1936 cuando Cárdenas consiguió romper la huelga ferrocarrilera argumentando que requería trasladarse para conseguir la nacionalización de los ferrocarriles, lo cual después el sindicato manejó como un logro de él.

Los trabajadores tuvieron que resistir el hecho de que la industrialización se acompañó de un incrementó en los niveles de explotación facilitada por los sindicatos, mientras tanto los salarios se mantuvieron oprimidos de tal forma que el poder adquisitivo presente en 1940 se recuperó hasta finales de la década de los 50. Es por esto que las movilizaciones de los trabajadores durante este período son reconocidas como respuestas que pretendieron mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, en particular los trabajadores de los ferrocarriles demostraron una combatividad creciente que molestaba al gobierno, por lo que se impulsaban maniobras sindicales que pretendieron detenerlos.

El sindicato de los ferrocarriles nacionales sirvió bien a la burguesía pero al reproducir un esquema de corrupción y pleitos hizo que su utilidad decayera, más cuando se pretendía dar un golpe en contra del salario de los trabajadores.

En 1948 la presión inflacionaria golpeaba seriamente las condiciones de vida de los trabajadores, y se argumentaba que la única manera de enfrentar las secuelas inflacionarias era mediante “un incremento real y efectivo de la producción”, está posición era la del gobierno del presidente Miguel Alemán y de manera inmediata la CTM y la CUT se ofrecieron a apoyar al gobierno. Sin embargo su desprestigio limitaba su poder de dominio sobre los trabajadores ferrocarrileros sin poder garantizar que impedirían el estallamiento de una huelga. Por lo anterior el gobierno desconoció a los representantes sindicales e impuso, el 28 de septiembre de 1948, a Jesús Díaz de León, conocido como el “charro”, a partir de entonces suele denominarse como “charro” al sindicalismo impuesto sobre los trabajadores.

La imposición del “charro” estuvo acompañada de la toma de instalaciones por parte de la policía y el ejército, la aprensión de sindicalistas y el despido de un gran número de trabajadores; este suceso muestra la brutalidad del capital para imponer programas de austeridad y aunque aparentemente se somete al sindicato son los trabajadores los realmente afectados. Pero a fin de cuentas el trabajo que el sindicato ferrocarrilero venía realizando hasta antes del “charrazo” también tenía el objetivo de controlar la combatividad de los trabajadores.

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