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Funcion De La Historia


Enviado por   •  19 de Marzo de 2014  •  1.145 Palabras (5 Páginas)  •  230 Visitas

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N HUMANITAS NRO.11

Una de las paradojas mayores de la cultura contemporánea es el abandono de la historia cuando se había comprendido su radical importancia para la vida humana y, al mismo tiempo, se habían dado pasos decisivos para su constitución como disciplina rigurosa. Cuando me asomé a la vida intelectual, hace cosa de sesenta años, se vivía con particular intensidad el atractivo de la historia; se veía hasta qué punto es la condición misma de lo humano; se había incorporado a la visión de la realidad la perspectiva histórica.

Se estaba salvando un escollo o tentación que había sido una amenaza reciente: el historicismo. En su lugar, y de modo más inteligente, había alcanzado su madurez la “conciencia histórica”, y muy diversos saberes se estaban enriqueciendo con su “historización” metódica, que es otra cosa.

El positivismo que había dominado hasta poco antes iba descubriendo sus limitaciones. Era menester, ciertamente, el conocimiento escrupuloso de los hechos y los datos, pero se veía que ellos por sí solos no eran todavía historia, sino materiales para hacerla. Se iba imponiendo la convicción de que tiene que ser “tectónica”, el descubrimiento de una estructura, y empezaba a resultar claro que esa estructura había de ser también histórica, y no algo ajeno, artificialmente superpuesto.

No se había perdido la noción de que la historia ha de ser narración, y por eso inteligible, y se empezaban a escribir admirables libros históricos, por ejemplo los de Huizinga y Paul Hazard, que habían de servir de modelo y estímulo a tantos otros, y no sólo de historia en sentido estricto, sino de la que se refiere a disciplinas particulares, como la literatura o el arte.

Menéndez Pidal había dado pasos decisivos. Su concepto metódico del “estado latente” había permitido descubrimientos decisivos, que continuaron en decenios posteriores. Negaba el valor de lo que se llamaba “el silencio de los siglos”, creía que una obra maestra no puede empezar después de cero, que antes tenía que haber otras cosas, intentos, tanteos que la hicieron posible, y que ese silencio era falta de atención o de agudeza de oído. El descubrimiento de las “jarchas”, la riqueza del romancero, no sólo en España, sino en todos los lugares en que se habla español, habían de comprobar el acierto y la fecundidad de su método, mostrar lo injustificado de preferir la “infraestructura” primitiva, casi desconocida y más bien imaginada, a la “superestructura” sobrevenida y si se quiere artificial, pero que los siglos convierten en lo más sustancial y propio. Pensaba en la romanización, y análogamente en la hispanización de la América anterior al descubrimiento.

No era esto lo único que había contribuido al perfeccionamiento de la historia. Conceptos como los de ideas y creencias, con su función tan diversa, el desarrollo riguroso del método de las generaciones, lejos de las vaguedades al uso, habían dado instrumentos de singular precisión para manejar los materiales que se iban acumulando. Y, sobre todo, el decisivo concepto de “razón histórica” significaba la gran innovación. No la razón aplicada a la historia, sino la razón que es la historia misma, la historia que “da razón” de lo humano, y que es por tanto “razón narrativa”. Estas ideas orteguianas, descubiertas y formuladas en fechas bien tempranas, permiten ver la historia de manera antes no sospechada; hacían inteligible la condición de la vida humana, individual y colectiva; permitían comprender lo que es sociedad y cuál es su estructura propia; hacían posible entender

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